Nacid@s tal día como hoy… 7 de mayo: Gary Cooper, Anne Baxter, Val Lewton y Tony Leblanc

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

Información complementaria a los ciclos del Área de Cine y Audiovisual (Cineclub universitario / Aula de cine) de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea. Universidad de Granada.
Nacid@s tal día como hoy es una sección en la que, a partir de los natalicios diarios de personalidades del mundo del cine (o del mundo de la cultura que hayan tenido presencia de algún modo en la gran pantalla), hablaremos sobre sus trayectorias profesionales, prestando especial atención a aquellas de sus obras que hayan pasado por la pantalla del CineClub.
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Presentación

Nuestra entrada de hoy está dedicada a una de las grandes estrellas masculinas de la Historia del Cine, GARY COOPER, a una magnífica actriz del Hollywwod clásico, ANNE BAXTER, y a un productor que revolucionó el cine fantástico en la década de los 40, VAL LEWTON. Para acabar, un recuerdo y un homenaje a uno de nuestros grandes actores, TONY LEBLANC.

Gary Cooper (1901-1961)

La «estrella» de GARY COOPER (1901-1961) estuvo brillando ininterrumpidamente durante algo más de tres décadas. Con una carrera que arranca a principios de los años 20, en pleno periodo silente, con pequeños papeles sin acreditar en más de una veintena de películas, no será hasta 1926 que este actor, nacido en Helena (Montana) hace hoy 119 años, vea su nombre sobre una pantalla: será en la estupenda y espectacular «Flor del desierto«, un western donde acompañaba a la pareja protagonista formada por las estrellas Ronald Colman y Vilma Banky. Y a renglón seguido, su presencia en «Los hijos del divorcio» y sobre todo en la magnífica «Alas«, (enero 2015, JOYAS DEL CINE MUDO X, ESPECIAL 1ª GUERRA MUNDIAL), unos pocos minutos como «piloto de avión» en la 1ª Guerra Mundial, de aspecto algo desgarbado y nostálgico, que van a marcar su carrera. Porque a Frank James Cooper, «Coop» como era conocido, su altura, casi 2 metros, y su manera de moverse y hablar, todo muy pausado, le daban un aspecto de «hombre estable y honesto», «alguien en quien se podía confiar», lo que unido a su mirada y expresión ensoñadora, quizás algo despistada, completaban su predisposición para convertirlo en un héroe  «cercano», algo tímido, nada grandilocuente, pero que transmitía credibilidad y honradez a raudales. Así lo entendieron y lo trabajaron cineastas, maestros del cine clásico norteamericano, como Howard Hawks, King Vidor o Frank Capra, que lo convirtieron en referente de sus ficciones. De los géneros mayores en esos años, Cooper brilló como perfecto protagonista en cuatro de ellos: western, comedia, melodrama y aventuras. Casi acabando su carrera, el gran Anthony Mann lo hacía protagonista de un maravilloso western que define perfectamente la imagen de Cooper en el western, «El hombre del Oeste» (octubre 2007, MAESTROS DEL CINE CLÁSICO (I): ANTHONY MANN): Cooper representa la honestidad, la honradez y la defensa de la ley y la justicia en un mundo en el que esos principios y valores no solían cotizar demasiado bien. «Cowboy Cooper», otro de sus seudónimos, paseó su larga y esbelta figura, que a lomos de un caballo aún lo hacían más grandioso, y su actitud reposada -con todo lo que ambas características podían enfatizar los valores que sus cowboys, colonos o sheriffs podrían representar- en obras tan conocidas y relevantes del género, desde los años 20 hasta finales de los 50, como «El virginiano», «Oro y sangre», «Camino del oeste», la notable «Buffalo Bill«, «El vaquero y la dama», la magnífica «El forastero«, «Policía Montada del Canadá», «El caballero del Oeste», la soberbia «Tambores lejanos«, la magistral «Solo ante el peligro» -su segundo Óscar- (1995, CENTENARIO DEL CINE), la sobresaliente «El honor del capitán Lex«, la brillante «El jardín del diablo«, o las magistrales «Veracruz«, «El árbol del ahorcado» y «Llegaron a Cordura«, su último y crepuscular western. Y un detalle para acabar este primer apartado dedicado al género americano por antonomasia: llamativamente, nunca trabajo con John Ford. Similar «código» entre el actor y lo que sus personajes son y representan, podemos encontrar en sus notorias actuaciones en films de aventuras o bélicos. Empezando por estos últimos, debemos recordar su encuentro con dos textos de su gran amigo el novelista Ernst Hemingway que dieron lugar a la extraordinaria «Adiós a las armas» (abril 2015, CLÁSICOS RECUPERADOS XXXII, Especial 1ª Guerra Mundial) y a la brillante «Por quién doblan las campanas» -una nominación- (marzo 1996, HOMENAJE A GUSTAVO DURÁN). Y junto a estas, las formidables «La gran prueba«, «El sargento York» -su primer Óscar- (abril 2015, CLÁSICOS RECUPERADOS XXXII, Especial 1ª Guerra Mundial) y «Por el valle de las sombras«, ambas, significativamente, basadas en héroes auténticos. Su nómina de obras en el cine de aventuras tampoco deja lugar a dudas, a saber, dos excelentes films de Henry Hathaway, «Tres lanceros bengalíes» y «La jungla en armas«; una obra maestra de William Wellman, «Beau Geste«, la apasionante «Los inconquistables«, la notable «Las aventuras de Marco Polo«, y en aventuras más contemporáneas, como agente aliado contra los nazis, la estupenda «Clandestino y caballero«. Esa sensación de honestidad, de «hombre de bien» que nos transmiten sus interpretaciones en estos géneros, se amplifica cuando lo traemos a historias cercanas y actuales -se entiende a la Norteamérica de cuando fueron rodadas-. Y ahí su trabajo con Capra dando vida al americano medio que lucha por salir de la crisis del 29 es, sencillamente, memorable: los personajes de Cooper son un canto al individuo y Cooper les da cuerpo y expresividad. Por supuesto hablamos de dos obras maestras como son «El secreto de vivir» -su primera nominación a los Óscars- y «Juan Nadie«. Esa cierta languidez y mirada nostálgica que Cooper usaba para matizar sus personajes en los films ya citados, también le daban juego para convertirlo en protagonistas de sólidos dramas y melodramas. Es el caso por ejemplo, de la magistral «Las calles de la ciudad«, además su único contacto con el cine negro -es un portentoso melodrama noir del maestro Rouben Mamoulian-, de la magnífica «Marruecos» al lado de Marlene Dietrich, pero sobre todo de dos obras maestras tan diferentes como arrebatadoras: de un lado, un melodrama de exacerbado romanticismo y lirismo, historia de «amor fou» más allá de la muerte, titulada «Sueño de amor eterno«; de otro una especie de «vuelta de tuerca» al individuo capraesco dispuesto ahora a enfrentarse solo, contra todo y contra todos, para mantener sus principios en «El manantial» (marzo 2010, CLÁSICOS RECUPERADOS XXIV) -otro discurso final, como ayer el que citamos de «Impulso criminal» a propósito de Welles, para admirar y estudiar-. Y acabamos con Cooper el comediante, ya que se olvida que el actor -y algunos de los cineastas con los que trabajó- supieron buscarle a todos los rasgos hasta ahora expuestos su lado humorístico: y es que de la mirada de «enamorado nostálgico» a la de «enamorado despistado» hay un paso. Si bien el humor nunca está ausente de las interpretaciones del actor -la bohomía de sus personajes lo lleva implícito: sus personajes para Capra , sin ir más lejos-, es en las comedias, en sentido más o menos estricto, que realizó donde se puede apreciar en un estado más puro. Así Cooper destila humor de alta comedia, para el maestro Lubitsch por partida doble, con su «Tom Bradley», ingeniero automovilístico engañado por una escurridiza y sofisticada ladrona de joyas (Marlene Dietrich) en la excelente «Deseo (octubre 2002 ciclo DIETRICH & WILDER), y con su «Michael Brandon», el excéntrico multimillonario protagonista de la magistral -con guión de Billy Wilder- «La octava mujer de Barba Azul» (enero 2012, MAESTROS DEL CINE CLÁSICO V: BILLY WILDER 1ª parte); precisamente también para el maestro Wilder, con su «Frank Flanagan», el veterano «playboy» enamorado de la joven hija (Audrey Hepburn) del detective privado que lo investiga (Maurice Chevalier) en la maravillosa «Ariane» (mayo 1999, CLÁSICOS RECUPERADOS IX; marzo 2012, MAESTROS DEL CINE CLÁSICO V: BILLY WILDER 2ª parte) o para el maestro Hawks, con su «Bertrand Potts», el tímido y sesudo lingüista enamorado de una pícara cantante (Barbara Stanwyck) ligada con gangsters en la magistral -de nuevo guión de Billy Wilder- «Bola de fuego» (marzo 2003, LO DURO ES LA COMEDIA; enero 2012, MAESTROS DEL CINE CLÁSICO V: BILLY WILDER 1ª parte). Gary Cooper estaba ya demasiado enfermo para poder recoger su Óscar de Honor concedido en 1961; su buen amigo, y estrella de características bastante similares, James Stewart lo hizo por él: «A Gary Cooper, por sus numerosas y memorables actuaciones en la pantalla y la admiración internacional que él, como persona, se ha ganado en la industria del cine».

Dos interesantes y complementarios documentales sobre la carrera de GARY COOPER. GARY COOPER, EL HÉROE MODESTO (1989) Presentado por Clint Eastwood. v.o.s.e.

GARY COOPER, EL ROSTRO DE UN HÉROE (1997) v.e.

Óscar por EL SARGENTO YORK. sin audio.

Óscar por SOLO ANTE EL PELIGRO.

Oscar de Honor.

Anne Baxter  (1923-1985)

Nieta del legendario arquitecto Frank Lloyd Wright y nacida un día como hoy hace 97 años en Michigan City (Indiana), ANNE BAXTER (1923-1985) será para siempre «Eva Harrington», la ambiciosa joven actriz de teatro dispuesta a todo para arrebatar su puesto a la veterana estrella «Margot Channing» en la magistral «Eva al desnudo» (abril 2007, JOSEPH L. MANKIEWICZ). Pero lo cierto es que ésta más que brillante intérprete, nominada al Óscar precisamente por ese film y ganador de otro por el estupendo melodrama «El filo de la navaja«, había destacado desde bien pronto en el cine estadounidense donde debuta en 1940. En los tres años siguientes la encontramos dirigida por el maestro Jean Renoir y fotografiada por nuestro recordado ayer Lucien Ballard, en «Aguas pantanosas«, (marzo 2013, MAESTROS DEL CINE CLÁSICO VI: JEAN RENOIR 3ª parte), por el maestro Welles, también recordado ayer, en «El cuarto mandamiento» (octubre 2012, CLÁSICOS RECUPERADOS XXVIIII), y por el maestro Wilder en la magnífica intriga bélica, a lado del mítico Erich von Stroheim, «Cinco tumbas hacia El Cairo» (enero 2012, MAESTROS DEL CINE CLÁSICO V: BILLY WILDER 1ª parte). Como tod@s l@s intépretes que trabajaron para los grandes estudios en estos años, «Annie» como también era conocida, pasó por casi todos los géneros de la época, dejando en estos magníficas muestras de su calidad actoral. He aquí siete trabajos, además de los ya citados, donde admirarla y/o descubrirla. En dos extraordinarios westerns, magistral el primero, dirigida por Willian Wellman en «Cielo amarillo» y por Anthony Mann en «Cimarrón» -de nuevo, por cierto, fotografía de Lucien Ballard-. En dos brillantes thrillers, ahora junto a los maestros Alfred Hitchcock en «Yo confieso» y Fritz Lang en «Gardenia azul«. Y para acabar, en un espléndido film bélico con guión de Lillian Hellman y dirección del maestro Lewis Milestone, «La estrella del norte«, una notoria superproducción comandada por el maestro Cecil B. DeMille, «Los diez mandamientos«, y un buen melodrama del siempre sólido Edward Dymytrick, «La gata negra«. Finalmente, recordemos que en televisión también tuvo algunas presencias de peso y afamadas: así en la mítica serie de los 60 «Batman«, llegó a interpretar dos personaje, y, ya en los 80, en «Hotel«dio vida a la protagonista y dueña del mismo, «Victoria Cabot», un personaje que, curiosidades del mundo del espectáculo, empezó interpretando, si bien tan solo un episodio y luego lo dejó,…Bette Davis.

EL FILO DE LA NAVAJA. Completa en v.o.s.inglés.

EVA AL DESNUDO.

EL CUARTO MANDAMIENTO.

CIELO AMARILLO.

YO CONFIESO.

GARDENIA AZUL.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS.

CIMARRÓN.

BATMAN. Serie de tv.

Val Lewton (1904-1951)

La filmografía de este productor ruso-ucraniano vinculado a la RKO desde principios de los 40, tras unos inicios al lado del mítico David O. Selznick, y nacido en Yalta un día como hoy hace 116 años, es tan breve como, en su mayoría, genial e imprescindible. La historia de Vladimir Leventon, VAL LEWTON (1904-1951) en el cine americano clásico es la demostración de una máxima que ejemplifica las posibilidades expresivas, plásticas y artísticas de este medio: «menos es más». Contratado, como decíamos, por la RKO en 1942, a Lewton se le encarga que ponga en marcha un departamento para la producción de films fantásticos y de terror, género en horas bajas en el Hollywood de la 2ª Guerra Mundial debido tanto al agotamiento absoluto del filón de los «monstruos» desarrollado desde los años 30 por el productor Carl Laemmle Jr. al frente de la Universal, como por el propio ambiente bélico: además de la necesidad de una «evasión ligera» frente a la guerra (comedias, musicales) o de una salutífera sacudida a las emociones con melodramas sobre el efecto de la guerra en casa (los «homefront dramas») o, por supuesto, los films de propaganda bélica para seguir en la lucha, ¿qué miedo iban a dar los «monstruos» del cine en comparación con los muy reales que arrasaban Europa o el Pacífico?. La propuesta de RKO no podía ser más clara y precisa: llenar ese vacío con películas baratas y que dieran beneficios: cómo y con quién hacerlo era tarea de Lewton. Con este objetivo, decide contactar con algún ya «veterano» del estudio como el maestro Jacques Tourneur y, sobre todo, con una serie de jóvenes creadores y técnicos bajo contrato -en especial montadores como Mark Robson y Robert Wise (el responsable de, como pudisteis ver en el primer documental sobre Welles, de hacer el montaje, sin el consentimiento del cineasta, de «El cuarto mandamiento») y a los que tienta con la posibilidad de dirigir. Las «reglas del juego» son claras: hacer películas que «den miedo» pero sin poder gastar en efectos, maquillajes, etc, etc. La genialidad que surge de la unión de todos estos talentos -y a los que hay que añadir la de guionistas como Ardel Wray, DeWitt Bodeen o Curt Siodmak y, muy especialmente, la de maestros de la luz como los inconmensurables Nicholas Musuruca y Robert De Grasse- debería estudiarse, si no se hace, en las escuelas de cine, y se resume en la máxima arriba indicada. Pero además quedaba antológicamente reflejada y homenajeada por el propio Hollywood y, en concreto, por el maestro Vincente Minnelli, apenas una década más tarde, en una escena de su magistral «Cautivos del mal«: ambientada en el mundo del cine, la escena muestra como un joven y ambicioso productor (Kirk Douglas) y un joven director (Barry Sullivan), ante la necesidad, para hacerse un hueco en el estudio para el que trabajan, de hacer una película de terror casi sin presupuesto, titulada «La maldición de los hombres pantera» -ojo ya al guiño a la película inicial del proyecto Lewton «La mujer pantera»-, y ante las desastrosas imágenes que hasta ahora han rodado, se devanan la cabeza para ver cómo arreglarlo; entonces el productor tiene una idea en forma de pregunta: «¿qué es lo que da más miedo? Lo que no se ve… la oscuridad…porque en ella puede estar escondido todo. Por tanto, no enseñemos nunca a los hombres pantera, y en su lugar ¿qué ofrecemos al espectador, con qué llenamos la pantalla? Con «sugerencias»: unas plumas arrancadas; unas gotas de sangre; un perro asustado que ladra y enseña los dientes; el rostro de una niña que grita de pánico mientras mira hacia fuera del plano…» O un gato que bufa y eriza la cola ante una joven; el sonido de unos pasos sobre los adoquines de una calle en el silencio de la noche y que, de improviso, desaparece; sombras en las paredes de una oscura piscina y el ahogado rugido un felino («La mujer pantera«) (octubre 2012, CLÁSICOS RECUPERADOS XXVIII). O el ulular del viento en un siniestro y solitario cañaveral bañado por la luz de la luna en una lejana isla caribeña donde el vudú manda; los lastimeros lloros al final de una oscura escalera y una blanca figura que allí espera («Yo anduve con un zombie«). O un feroz rugido y unos gritos tras una puerta y un reguero de sangre por debajo de ella («El hombre leopardo«). O la voz de una joven que canta por la calle y que al doblar una esquina y perderla de vista, queda ahogada («El ladrón de cadáveres«). O el crujir de un ataúd, en mitad de la noche y en una isla asolada por la peste -¿o es otra cosa lo que mata a la gente?-, como si alguien quisiera salir del mismo («La isla de los muertos«). O… Es la filosofía cinematográfica de un artista como Lewton, es el «no muestres, sugiere», es el «deja que el espectador complete lo que queda fuera del plano o en medio de la más negra oscuridad». Y el resto es (gran) Historia del Cine. Una historia que algunos han aprendido muy bien -Spielberg, Shyamalan, los primeros cineastas de la ola de terror japonés de los 90 («The ring», «El grito», Dark water»), y que tiene, además de los títulos citados y gracias al trabajo de Val Lewton y su equipo, otros claros hitos hasta hacer un total de nueve largometrajes: «La séptima víctima«, «El barco fantasma«, «La venganza de la mujer pantera» y «Bedlam«.

Un tributo a VAL LEWTON y su sello.

Cierre: Tony Leblanc (1922-2012)

Nos despedimos aunque sea de forma casi telegráfica, recordando a ese gran actor de comedia y showman que fue el madrileño TONY LEBLANC (1922-2012) nacido un día como hoy hace 98 años. Tony Leblanc fue otr@ de es@s intérpretes españoles mucho mejor que las películas en las que participó y capaz de, con su sola presencia, salvar una escena (y, a veces, la película entera). Leblanc fue mucho, pero mucho más, que «Torrente» -y que conste que está maravilloso en el film de Santiago Segura, nada despreciable por cierto-. Pero hay que verlo en la excelente «Los tramposos» con su antológica secuencia de la «estampita», todo un clásico de nuestro cine -y de nuestra idiosincrasia-, junto a unos magníficos Antonio Ozores (el «religioso») y Francisco Bernal («el paleto») y filmada, de manera admirable, en varios planos largos con movimientos de cámara, por Pedro Lazaga. O andando por el techo de su casa, desafiando a la gravedad como «buena astronauta», en la más que simpática «El astronauta«. O, más atrás en el tiempo, como el joven soldado de la estupenda «Los últimos de Filipinas«, como «dependiente» o «chófer» en las brillantes «Manolo, guardia urbano» e «Historias de la radio«, o como «carterista» o «timador» en las desconocidas y muy reivindicables «Entierro de un funcionario en primavera«o «Don Lucio y el hermano Pío«… Solo así podremos descubrir el arte de la interpretación y de la identificación directa y precisa de un actor con el público, que lo ve y entiende como «uno de ellos» -eso también lo tenía Gary Cooper-. Nuestro cine ha estado sobrado de grandes intérpretes, mujeres y hombres, capaces de esto sin que casi se les notara. Y Tony Leblanc, sin la menor duda, fue uno de los más representativos.

TONY LEBLANC en sus películas. Un breve recorrido.

La famosa y brillante secuencia de LOS TRAMPOSOS.

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