Nacid@s tal día como hoy…20 de mayo: James Stewart, Constance Towers y Honoré de Balzac

Área de Cine y Audiovisual

Información complementaria a los ciclos del Área de Cine y Audiovisual (Cineclub universitario / Aula de cine) de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea. Universidad de Granada.
Nacid@s tal día como hoy es una sección en la que, a partir de los natalicios diarios de personalidades del mundo del cine (o del mundo de la cultura que hayan tenido presencia de algún modo en la gran pantalla), hablaremos sobre sus trayectorias profesionales, prestando especial atención a aquellas de sus obras que hayan pasado por la pantalla del CineClub.
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Presentación

JAMES STEWART, estrella del cine y espléndido actor, CONSTANCE TOWERS, poco conocida y muy destacable actriz, y HONORÉ DE BALZAC, máximo representante de la novela realista del XIX, conforman la terna de nombres para nuestra entrada de hoy.

James Stewart (1908-1997)

A JAMES STEWART nunca le gustó que le llamaran «Jimmy»: de hecho no permitió que su nombre apareciera así en ninguno de los créditos de sus películas. El vínculo de este magnífico actor y estrella rutilante del Hollywood  clásico con el mundo del cine fue, como en tantos otros casos parecidos, una casualidad: su gran amigo Henry Fonda lo llevó a la Meca de Cine cuando se mudó allí y así es como, tras probar en algunos de los estudios, éste oriundo de Indiana (Pennsylvania) nacido un día como hoy de hace 112 años, consiguió su primer trabajo en 1935 en una película de misterio de la Metro protagonizada por Spencer Tracy, «La voz que acusa».

A lo largo de su extensa carrera, medio siglo largo, ha habido varios «James Stewart» en la pantalla, varios «tipos» de personajes, muy diferentes en algunos casos, que a veces no se suelen tener en cuenta cuando se repasa su trayectoria profesional muy marcada, sin duda, por sus personajes del hombre sencillo, cercano y divertido. Pero hay otra serie de personajes, sobre todo los que realiza después de la 2ª Guerra Mundial, donde encontramos a un Stewart irreconocible, dando vida a individuos hoscos, resentidos, violentos, llenos de rabia y de una cínica amargura (por cierto que el actor, que fue uno de los primeros en alistarse (aviación), nunca quiso hacer una película bélica porque decía que no le gustaban: «eran falsas… no se parecían en nada a la guerra real que había conocido»).

El primer Stewart, el comediante y ese galán romántico, simpático, algo desgarbado y tímido, que transmite cercanía, honestidad, «verdad» -como se puede ver parece, y de hecho lo fue, una variante algo menos estilizada y sofisticada de los personajes a los que dio vida su gran  amigo Gary Cooper-, se «siembra y crece» durante los años 30 y 40. Es el Stewart que canta y baila (se defiende bien en ambas tareas) junto a Eleanor Powell en «Nacida para la danza» (de hecho él es el que estrena el luego mítico tema de Cole Porter, «Easy to love»); es el protagonista, su primer gran protagonista, en el espléndido remake del clásico silente de Borzage, ahora dirigido por el gran Henry King y con Simone «La mujer pantera» Simon como coprotagonista, «El séptimo cielo«; es también el protagonista de otro excelente melodrama, con fugas a la comedia, ahora con Carole Lombard, titulado «Lazo sagrado«; y sobre todo, y por un lado, es el protagonista de sus dos primeros encuentros con Frank Capra, de los tres que tuvo, dando vida al americano medio, idealista, positivo y luchador (como lo eran también  los personajes de Gary Cooper para este mismo cineasta) en la divertida y magnífica «Vive como quieras» y, muy especialmente, en la emocionante y magistral «Caballero sin espada«, su primera nominación al Óscar; y por otro lado, y sin abandonar esa  honradez, esa «verdad», es el lúcido comediante de las antológicas «El bazar de las sorpresas» e «Historias de Filadelfia» (su único Óscar). Hasta cuando se mete por vez primera en un género que luego visitará con mucha frecuencia (y que era su preferido), el western, no pierde ese mismo tono y trazo de personaje: lo hizo junto a Marlene Dietrich en la ligera y notable «Arizona«.

Sin embargo, su contacto -y el de los directores para los que va a trabajar- con la 2ª Guerra Mundial, acontecimiento que marcará de forma imborrable al Hollywood clásico, va a «oscurecer» las narraciones y, por ende, los siguientes protagonistas de Stewart. Su regreso al cine tras el final del conflicto es, en este sentido, paradigmático. La magistral «¡Qué bello es vivir!«, su tercer y último encuentro con Capra y su segunda nominación, no deja de ser un Capra optimista, con Stewart en la quintaesencia de la bonhomía, pero… pero hay algo que «ennegrece» el relato y a su personaje de «George Bailey» -desesperación, soledad, resentimiento, decepción-, algo que no se olvida aunque el film acabe de manera épica, fraternal y conmovedora. Desde ese momento, 1946, Stewart va a ir trabajando con personajes, que sin perder esos valores positivos que el público ha identificado con la estrella, muestran paulatinamente zonas de «sombra»: personajes como el del periodista en una de sus pocas presencias en el género negro/policiaco, la magnífica «Yo creo en tí«; o el del profesor de filosofía en su primer encuentro , de los cuatro que tuvo, con el maestro Hithchcock en la magistral «La soga» -un personaje inicialmente pensado para Cary Grant; años después, el de»Con la muerte en los talones» estaba pensado para Stewart y lo acabó haciendo Grant-.

Pero sin duda la gran transformación, la fractura de la máscara del noble héroe bajo la cual surge, tenebroso, el hombre con todas sus pasiones e impulsos más despiadados, tiene lugar cuando, junto al maestro Anthony Mann, se embarca en una serie de maravillosos westerns, muchos de ellos tocados de elementos de tragedia -enfrentamientos fratricidas, turbias relaciones paterno-filiales, ambición sin límite, rencores enconados, implacable deseo de venganza…-, que cambiarán para siempre la imagen del afable intérprete y de su «encantador tipo». La magistral «Winchester 73«, la excelente «Horizontes lejanos«, la magistral «Colorado Jim«, la antológica «Tierras lejanas«, la magistral «El hombre de Laramie«, y la sobresaliente (que Mann no llegó a acabar) «La última bala«, conforman un sexteto de obras imprescindibles, no solo para el género y para la carrera de Mann, sino también para desmontar la imagen que el espectador tenía de Stewart, abriendo al intérprete nuevas posibilidades actorales.

Obviamente, el anterior «tipo» de Stewart no desaparecerá: entre el primero de estos westerns, 1950, y el último, 1957, Stewart dará vida en su -casi- línea habitual, por ejemplo, al protagonista del fundacional western pro-indio, la excelente «Flecha rota«, al soñador e incomprendido «héroe» de la fabulosa y poco conocida «El invisible Harvey» (tercera nominación al Óscar), al payaso de la espléndida «El mayor espectáculo del mundo«, al petrolero de «Bahía negra«, a los dos angustiados protagonistas de sus nuevos encuentros con Hitchcock, las antológicas «La ventana indiscreta» y «El hombre que sabía demasiado«, o al mítico Glenn Miller en la magnífica «Música y lágrimas«, también un film de Mann y quizás su único personaje sin «claroscuros», como su «Charles Lindbergh», al que admiraba profundamente, para el excelente film (y poco conocido) de Billy Wilder, «El héroe solitario«. Y es que esos «claroscuros» o ese «casi» que arriba dejábamos caer, marcan incluso a estos, en apariencia, personajes stewartianos de «primera generación»: el protagonista de «Harvey» es en realidad un alcohólico, el payaso del film de DeMille se esconde de la policía acusado de asesinato, sus personajes para Hitchcock ponen en peligro, por su obstinación y obsesión, a ellos mismos y a sus seres queridos…

Los años 60 nos ofrecen más ejemplos de esta doble línea de «tipos» en la filmografía del actor: a la del comediante/héroe sin fisuras pertenecen la estupenda «Me enamoré de una bruja«, las notables «La Conquista del Oeste» y «El valle de la violencia», o «FBI contra el imperio del crimen«. A la del «hombre bajo la máscara», llamativamente, cuatro obras maestras, a saber, su último trabajo con Hitchcock, «Vértigo«, su único trabajo con Preminger, «Anatomía de un asesinato«(cuarta y última nominación) y dos de sus tres films con Ford, «Dos cabalgan juntos» y «El hombre que mató a Liberty Valance«.Y además dos films sobresalientes: el último con Ford, «El gran combate«, en el divertidísimo y episódico personaje del «sheriff Wyatt Earp», y en su único film con Robert Aldrich, «El vuelo del Fénix«.

Desde este film, 1965, y durante la década siguiente, Stewart aparecerá casi exclusivamente en westerns, aceptables la mayoría, a excepción del más brillante que rueda con Don Siegel, «El último pistolero» junto a otras grandes glorias como John Wayne, Lauren Bacall o John Carradine, y que acabará siendo -aunque trabaje en algún que otro largometraje más e incluso en televisión, donde aparece en la serie «Norte y Sur»- un buen cierre para una filmografía grandiosa e inolvidable, sellada en 1985 con un merecidísimo Óscar de Honor.

James Stewart ha pasado por la pantalla del CineClub en un buen número de ocasiones: «Vive como quieras», «Historias de Filadelfia», «¡Qué bello es vivir!», «Winchester 73», «Colorado Jim», «La soga», «Vértigo», «El héroe solitario», «Anatomía de un asesinato», «Dos cabalgan juntos», «El hombre que mató a Liberty Valance» y «El gran combate». Además el próximo viernes en nuestra 12ª sesión de CINECLUB/AULA DE CINE LES PRESENTA lo podremos ver, por partida doble, en «El séptimo cielo» y en «Flecha rota».

Otro documental sobre la trayectoria artística de JAMES STEWART, que complementa el que tuvisteis ayer en la 11ª sesión de CINECLUB/AULA DE CINE LES PRESENTA…

Óscar por HISTORIAS DE FILADELFIA.

Óscar de Honor.

Constance Towers (1933)

No nos alejamos mucho ni del western ni del maestro Ford, ya que dos de los mejores trabajos de esta interesantísima y poco reconocida actriz que es CONSTANCE TOWERS fueron en dicho género y junto a él: hablamos de las extraordinarias «Misión de audaces», y que ya citamos a propósito del único trabajo de William Holden con Ford, y de ese curioso y apasionante thriller/película de juicios, además de western (y film contra el racismo y el conservadurismo y la mojigatería y…) que es «El sargento negro» (ambas vistas en CineClub en el ciclo dedicado en 2014 al gran maestro estadounidense).

Pero además de con Ford, la filmografía de esta intérprete que hoy cumple 87 años, y a la que sobre todo se ha podido ver en series de televisión, de «Perry Mason» a «La ley de los Ángeles», de «Mentes criminales» a «Caso abierto» u «Hospital central», quedó también señalada por sus dos encuentros con el gran Sam Fuller en dos rotundos, lacerantes y controvertidos thrillers de los años 60, «Corredor sin retorno (octubre 1996, EL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN) y «Una luz en el hampa«, y en los que se trataban temas como el racismo, el fascismo, la voracidad de los medios de comunicación o la prostitución y la pederastia.

De esos mismos años es también su presencia, en un papel secundario, en un poco conocido y muy brillante thriller ambientado en el mundo de la aviación comercial, «Los pasos del destino«, que sería un antecedente de films similares y tan recientes como «El vuelo» o «Sully«. En el cine contemporáneo, la hemos podido ver, por ejemplo, en «The relic» o «Un crimen perfecto».

Fragmento de MISIÓN DE AUDACES.

Fragmentos de EL SARGENTO NEGRO.

Fragmentos de CORREDOR SIN RETORNO.

Fragmentos de UNA LUZ EN EL HAMPA.

Cierre: Honoré de Balzac (1799-1850)

Y acabamos la entrada de este miércoles 20 de mayo con este prolífico e imprescindible maestro francés de la literatura, nacido un día como hoy en Tours hace 221 años. La obra de HONORÉ DE BALZAC ha sido llevada a las pantallas, la del cine y la de la televisión, en infinidad de ocasiones y, como suele ocurrir, con especial predilección por algunos textos sobre otros caso de, por ejemplo, «El coronel Chabert» o «Eugenia Grandet». Precisamente, vamos a destacar una de las adaptaciones de esta última, realizada en la época muda y que sirvió para afianzar, ya de forma definitiva, la figura y el mito de Rodolfo Valentino. Sin ser tan redonda ni tan influyente como otros films del actor, caso de la inmediatamente anterior, y también dirigida por Rex Ingram, «Los cuatro jinetes del Apocalipsis«, esta «Eugenia Grandet«, qué duda cabe, allanó el camino para films tan importantes y míticos en su breve carrera como «La dama de las camelias», «El Caíd» o «Sangre y arena». En este enlace tenéis una completísima bibliofilmografía de la presencia de Balzac en el cine.

EUGENIA GRANDET. Rex Ingram, 1921. Con Rodolfo Valentino y Alice Terry. Completa, restaurada y con música. Intertítulos en inglés.

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