(…) ¿Nos estamos volviendo demasiado dependientes de la tecnología como forma de romper con la soledad de la sociedad individualista que nos rodea? ¿Confiamos en exceso en la (aparente) facilidad de comunicación que nos ofrecen las redes sociales y derivados? ¿No hay cada vez más personas que conectan con otras mediante redes sociales de citas on-line? Estas son algunas de las cuestiones fundamentales que propone HER. (…) Spike Jonze ha escogido reproducir un futuro tecnológicamente nada espectacular, más bien tirando a grisáceo, y en el que las pantallas no tienen ni mucho menos tanta presencia como en nuestro presente: el peso de las interacciones virtuales, tanto con los sistemas informáticos como con las personas, se produce a través de la voz, sea esta sintética o no. Una decisión que permite simplificar, y mucho, la planificación del largometraje -no son necesarios tantos planos detalle de las pantallas, y permite establecer conversaciones entre los personajes en plano secuencia-, pero además le da una mayor calidez al uso de la tecnología, al poner de por medio el trabajo vocal de los actores, sus intercambios lingüísticos. De alguna manera, esa verbalización es la que permite un desarrollo mucho más realista, más cercano al espectador, del personaje de la inteligencia artificial a la que Scarlett Johansson le pone voz: la humanidad que sabe imprimir a cada frase. (…) A medida que la relación entre Theodore y Samantha va desarrollándose y creciendo en intensidad, Jonze incluye en el fondo de los encuadres a cada vez más actores secundarios que también parecen estar intimando con sus respectivos sistemas operativos, planteando esa dependencia, que antes apuntaba, de la tecnología como forma de establecer comunicaciones funcionales con los demás. Ahí reside el matiz en el posicionamiento del director, que no intenta, en absoluto, ponerse moralista al respecto: al inicio de la narración, tanto el personaje de Phoenix como los que le rodeaban andaban con aire deprimido, melancólico, mientras que, gracias a inteligencias artificiales como la que interpreta Johansson, acaban sonriendo y desprendiendo optimismo… estamos tan confundidos, tan asustados, y tan desubicados, que hasta un ser sintético puede acabar siendo más humano, y sobre todo, teniendo una inteligencia emocional mucho más desarrollada, que la de cualquiera de nosotros. (…) Tras su envoltorio de ciencia ficción soft, HER oculta una especie de autoanálisis sentimental del propio Spike Jonze, una confesión personal en formato cinematográfico que intenta explorar la posición del hombre contemporáneo, que se ha visto obligado a aprender a lidiar con su propia sensibilidad, a bajar sus barreras testosterónicas, para recolocarse en una sociedad que, todavía tímidamente, intenta oxigenar la feminidad, librarse de generalidades y de ranciedades heredadas de nuestros antepasados (…).
Texto (extractos):
Tonio L. Alarcón, “Her: no quiero sentirme solo”,
en sección “En primer plano”, rev. Dirigido, septiembre 2014.