(…) La película TOCANDO EL VACÍO trata de Joe Simpson y Simon Yates, dos británicos de veintitantos años decididos a escalar la imponente cara oeste de una montaña llamada Siula Grande, en los Andes peruanos. Estaban en forma y bien entrenados, y se atrevieron a probar el método de escalada a “un asalto”, en el que llevaban todo su equipo consigo en lugar de establecer escondites a lo largo de la ruta. Limitaron sus provisiones para reducir peso y planearon subir y bajar rápidamente. Pero no fue así. Las tormentas de nieve les ralentizaron y cegaron. La ascensión era factible, pero en el descenso, las tormentas les desorientaron y los ventisqueros ocultaron el peligro de grietas y caídas ocultas. Encordados, trabajaron con un hombre siempre anclado, por lo que Yates pudo sujetar la cuerda cuando Simpson sufrió una caída repentina. Pero fue desastrosa: se rompió la pierna, clavándose el hueso de la pantorrilla en la cuenca de la rodilla. Ambos sabían que una pierna rota en una escalada de dos hombres, con rescate imposible, era una sentencia de muerte, y de hecho Simpson cuenta que le sorprendió bastante que Yates decidiera quedarse con él e intentar bajarle. Sabemos que Simpson sobrevivió porque la película muestra a los Simpson y Yates reales, filmados sobre fondos lisos, mirando directamente a la cámara, recordando su aventura con sus propias palabras. (…) Llegado a este punto en TOCANDO EL VACÍO, su director Kevin MacDonald (autor de Un día de septiembre, el documental sobre la Olimpiada de 1972 ganador de un Oscar) ha conseguido que dejemos de tener en cuenta las reflexiones sobre la utilidad del formato pseudodocumental – o de preguntarnos sobre cómo la cámara estaba casualmente esperando en el fondo de la grieta cuando Simpson cae dentro-. Fascinación y terror dominan ya la pantalla. (…) TOCANDO EL VACÍO es una experiencia inolvidable, dirigida con una franqueza y sencillez brutales que nunca trata de añadir suspense o dramatismo (no es necesario), sino que se limita a contar la historia, mientras nosotros la contemplamos incrédulos (…)
Texto (extractos):
Roger Ebert, Roger Ebert.com, febrero 2004.