(…) En 1965, con el “Swinging London” en ebullición, Richard Lester define el genio del cine pop con la película ¡Help! (…). Ese mismo año, Bob Dylan transformó su sonido de forma radical: del folk tradicional pasó a una instrumentación eléctrica. Tres meses antes, D.A. PENNEBAKER lo había grabado y convertido en el protagonista de su primer documental: un relato de la gira por Inglaterra del cantautor, de 11 días y 8 conciertos. El paso del tiempo y las diferentes modas en el cine no han logrado eclipsar la originalidad, energía y efervescencia del documental de Pennebaker, ni el carisma de Dylan, a veces beligerante y siempre impredecible.
(…) NO MIRES ATRÁS es un fascinante ejercicio de autorrevelación llevado a cabo por Bob Dylan y sus amigos. El retrato que emerge no es nada halagüeño. De hecho, aquellos que consideran a Dylan una figura solitaria y ética que se enfrenta a los farsantes descubrirán, tras ver esta película, que han perdido a su héroe. Dylan se revela, por desgracia, como un ser humano con pies de barro como el resto de nosotros. Es inmaduro, mezquino, vengativo, carece de sentido del humor, está excesivamente impresionado con su propia importancia y no es muy brillante. Lo más sorprendente es que Dylan aparentemente aprobó esta película. (…) En una escena particularmente cruel, por ejemplo, vemos a Dylan siendo entrevistado por un periodista de un periódico estudiantil y luego menospreciando sin piedad al pobre chico. La sala está llena de seguidores de Dylan, que ríen y se burlan cuando Dylan acusa al estudiante de ser de clase media y estúpido. “No te necesito”, se jacta Dylan. “Lo he conseguido sin los periódicos”. Algunos podrían suponer que si Dylan realmente lo hubiera conseguido, no necesitaría crucificar a unos desgraciados estudiantes para demostrarlo. (…) Aunque Dylan no es famoso por sus apariciones en los medios, casi siempre se muestra relajado ante la cámara, un efecto que Pennebaker consigue al convertirse en una presencia constante. Esto le permitió grabar también a otras personas mientras trabajaban, como al astuto mánager y el agente publicitario de Dylan, su amigo Bob Neuwirth y el cantante Alan Price. (…) Pennebaker rodó sobre la marcha con equipo portátil ligero, a veces con malas condiciones de iluminación. Casi invisible, perfeccionó su deseo de ser una presencia no reconocida. Como él mismo señaló: “No estábamos en el centro del proceso; apenas éramos visibles. Queríamos mostrar la vida real, no traicionar el proceso. Si no conseguías captar algo, ese algo se perdía”. (…).
(…) Las canciones de Dylan dan una impresión más profunda y honesta de su autor. Y esta película no debe restarles mérito. Cuando Dylan canta, tiene algo precioso entre manos. Solo su patética vida privada, tal y como la ha revelado en esta película, es lo que debería descartarse o lamentarse (…).
Texto (extractos):
Roger Ebert, rogerebert.com, march 21, 1968
Ramón Alfonso, “D.A.Pennebaker: las imágenes del American Dream”, Dirigido, septiembre 2019.
Ian Haydn Smith, Cine documental, Libros Cúpula, 2023