(…) Altman preparó en 1970 dos proyectos aunque solo el primero fructificó. Se trataba de una adaptación de la poco conocida novela de Edmund Naughton, “McCabe” (1959). Era una historia del oeste que había despertado anteriormente el interés de la industria de cine con varios guiones que terminaron en la papelera de las productoras. (…) Lo cierto es que, atendiendo a lo escrito por otros investigadores, este guion inicial, salvo algunos apuntes críticos, proponía un western tradicional. El propio Altman consideraba el mismo como un simple instrumento para conseguir financiación (…). Será Altman quien aporte en su revisión los elementos más significativos de LOS VIVIDORES: el punto de vista realista y desmitificador; la radiografía de una pequeña comunidad minera; la crítica a los grandes monopolios empresariales norteamericanos que protagonizaron el desarrollo económico del país, etc. Altman pretende alejarse del tópico: “Traté de recrearlo de un modo diferente. Tal como creía que probablemente era. Todas las ciudades del oeste parecían viejas, porque así lo son ahora. Pero no eran viejas cuando fueron construidas, por lo que dije que toda la madera ha de ser flamante y que todo ha de tener el mismo aspecto.” (…)
(…) LOS VIVIDORES supuso el primer contacto de Altman con el director de fotografía Vilmos Zsigmond, quien pone en práctica una técnica innovadora. Altman había comprobado, mientras fotografiaba las localizaciones con una Polaroid, que al hacer dobles exposiciones se conseguía una gama de colores velados que despertaron su interés. Según Tommy Thompson, el director insistió a Zsigmond para que utilizara esa técnica pese a las reticencias de éste. El iluminador tiene en cambio otra versión: “yo tenía un libro de Andrew Wyeth que había comprado en Vancouver. Se lo lleve a Bob Altman y le dije: ‘¿Qué te parece este tipo de imágenes pastel, desvaídas y suaves?’. Le gustaron. Seguidamente me llevé el libro al laboratorio y les expliqué que eso era lo que buscábamos”. Fuera quien fuera quien propusiera el sistema lo cierto es que iba en contra del concepto de iluminación cinematográfica convencional. (…) Los resultados son excepcionales en LOS VIVIDORES, que se convierte en una de las experiencias visuales más revolucionarias de la década. Algunos incluso llegan a considerar que el logro ocultaba los defectos del film. (…)
(…) Tras finalizar el rodaje, y durante una breve estancia en París, Altman decide utilizar para la película tres de las canciones incluidas en el álbum “The Leonard Cohen Songs” –“The Stranger”, “Winter Lady” y “Sisters of Mercy” -, el primer trabajo discográfico del cantautor canadiense Leonard Cohen (…). Igual que sucedía en El volar es para los pájaros, el director pretendía que las letras de las canciones sirvieran de contrapunto, a veces contradictorio, con la imagen. Una técnica que utilizará posteriormente también en Nashville o Vidas cruzadas. La idea fue discutida por algunos críticos, aunque todavía fue más polémica la experimentación con el sonido que intentó Altman: Lou Lombardo -que viajaba para editar los rushes diarios al mismo tiempo que se encargaba del montaje de El volar es para los pájaros– se quejó al director de los problemas del sonido debido a que los diálogos solapados eran difícilmente audibles (…).
(…) El protagonismo de Warren Beatty favorece una rápida introducción del espectador en el film y le permite, de paso, jugar con los estereotipos: “el público cree que McCabe será un héroe porque lo interpreta Warren Beatty, los hombres del pueblo le tienen por un hombre fuerte: esto me permite que tanto la gente de ese pueblo como el espectador de la sala se identifiquen más pronto y así crear más tarde la misma impresión de sorpresa para los dos”. (…) McCabe se define ante el espectador: “Soy un hombre de negocios. Un hombre de negocios”. Esta es la clave para comprender el resto de la película: la condición de empresario de McCabe es lo que diferencia a éste del resto de héroes del western. Esta condición le hace comprar en un pueblo vecino y traer a tres prostitutas al pueblo para forma una pequeña empresa floreciente: un prostíbulo. Es importante subrayar el lenguaje comercial que McCabe y el vendedor utilizan al hablar de las mujeres: “¿80 dólares por una furcia? ¡Un caballo vale 50!”. Este desprecio -similar al que todos los personajes tienen por los chinos en la película- refleja el escaso valor de la vida humana en un momento y entorno como aquel y vuelve a contrastar con los códigos morales del western clásico. (…)
(…) La secuencia que ilustra la llegada de las tres mujeres a la ciudad, parece reafirmar otro elemento clásico del western: el extrañamiento del elemento femenino en medio de un microcosmos puramente masculino. (…) Los planos que ilustran las miradas de los mineros hacia las prostitutas juegan con esta idea, pero siempre desde la voluntad realista de Altman, solo hay que observar la radical diferencia entre esta llegada y la histérica -y divertida- aparición de otro grupo de prostitutas en La leyenda de la ciudad sin nombre (Joshua Logan, 1969). (…)
(…) La película trata, entre otras cosas, de mostrar a un pequeño empresario que trata de defender su libertad al proteger su negocio. El enemigo será el monopolio. Naturalmente la posición de McCabe es débil y no puede detener un proceso que protagoniza el desarrollo económico de los Estados Unidos. Aquí encontramos una diferencia fundamental entre Altman y otro cineasta que trata de mostrar un mirada diferente del western por la misma época, Sam Peckinpah. Pese a las similitudes entre LOS VIVIDORES y La balada de Cable Hogue, una de las obras maestras del segundo, Peckinpah construye sus westerns bajo la dialéctica tradición-progreso. Son obras crepusculares que reflexionan sobre el conflicto entre el viejo oeste, y la revolución industrial y económica que experimenta el país. La anarquía y el idealismo, la fraternidad entre los viejos cuatreros y la libertad de las grandes praderas se enfrentan a las frías estructuras del brutal capitalismo. En cambio, Altman propone en LOS VIVIDORES una visión menos lírica. (…) LOS VIVIDORES es, por un lado, un resumen del capitalismo y sus contradicciones y por el otro la historia de una mujer fuerte que se destruye y de un hombre débil que se construye (…).
Texto (extractos):
José Manuel & Francisco Javier González-Fierro Santos,
Robert Altman, el independiente de Hollywood, Arkadin Ed., 2006