(…) Resulta inevitable dada su proximidad en el tiempo, el tener que hacer mención a Truman Capote (Capote, 2005, Bennett Miller) a la hora de referirse a HISTORIA DE UN CRIMEN (Infamous, 2006, Douglas McGrath), y más teniendo en cuenta que ambas películas explican prácticamente lo mismo, es decir, el proceso de elaboración de la novela “A sangre fría” por parte de su autor. Dejo la comparación entre ambos films a quien le interese hacerlo. Tan sólo me limitaré a decir al respecto que, en sus líneas generales, Truman Capote aporta una visión cerrada en torno a la figura del famoso escritor norteamericano y de las motivaciones, artísticas y egoístas (a veces, indisociables), que le condujeron a la elaboración de “A sangre fría”, mientras que HISTORIA DE UN CRIMEN ofrece un retrato abierto sobre Capote, dado que da voz a algunas personas de su entorno. Es posible que ello se deba a las fuentes literarias que inspiran las dos películas, dado que la de Bennett Miller parte de “Truman Capote: la biografía definitiva”, de Gerard Clarke (Ediciones B), mientras que el film de Douglas McGrath se inspira en otra biografía de Capote, salvo error del que suscribe inédita en España y escrita por George Plimpton (co-autor, junto con Jean Stein, de un libro sobre la famosa musa de la Warhol Factory Edie Sedgwick: “Edie”, Circe Ediciones); según parece, esta última adopta una construcción narrativa similar a la que emplea a ratos HISTORIA DE UN CRIMEN, recogiendo declaraciones de personas que se relacionaron con Capote en vida, fueran o no amigos suyos, que en la película se traduce en la inserción de una serie de (falsas) entrevistas a diversas personalidades, aunque a falta de un conocimiento directo de aquélla es algo que no puedo corroborar.
En cualquier caso, HISTORIA DE UN CRIMEN es un film que se erige sin pretenderlo en un título a contracorriente de muchas tendencias de un cine, el actual, que cada vez es más bipolar y oscila entre dos extremos aparentemente irreconciliables: la superproducción-más-grande-jamás-rodada y la película-más-minoritaria-jamás-rodada. De un tiempo a esta parte uno tiene la sensación de que todo aquello que se relaciona con el cine (desde las películas a los festivales, pasando por la distribución, la exhibición y, por descontado, la propia crítica de cine) se halla sometido a una especie de esquizofrénica división entre facciones enfrentadas que en nombre de no se sabe exactamente qué idea de la cultura se llenan la boca con declaraciones de principios tan pomposas como huecas, pues normalmente suelen ser excusas o tapaderas para no pocos intereses particulares, de tal manera que cada film que se estrena tiene que ser obligatoriamente brillante, llamativo, especial, diferente, provocativo, trasgresor, innovador, espectacular, apabullante, adrenalítico (sic), definitivo … y resulta imposible ponerse de acuerdo sobre qué sentido darle a todos y cada uno de esos adjetivos. De ahí que películas como HISTORIA DE UN CRIMEN, producciones medias que no encajan ni dentro del cine más descaradamente comercial ni del más radicalmente minoritario, resulten para ciertas mentalidades más “molestas” que Transformers o que Last Days. Parece que se ha perdido la noción de que cada film puede (incluso, debe) construirse a sí mismo con independencia de modas y modismos, ofrecer su propio discurso sin importarle el qué dirán los de un bando o los del otro.
HISTORIA DE UN CRIMEN hace gala de unas virtudes que no hace tantos años atrás hubiesen sido consideradas, digamos, “normales” en cualquier película: un guión construido con solidez; un reparto bien conjuntado de excelentes intérpretes (incluida una aquí sobria y contenida Sandra Bullock) en el papel de la escritora Nelle Harper Lee, autora de la extraordinaria “Matar un ruiseñor; un relato que se toma su tiempo para ir desarrollando personajes atractivos y situaciones interesantes; y un trabajo tras la cámara más que correcto y, en ocasiones, inspirado, que conoce la fuerza que tiene un plano que, cuando es necesario, dura más allá del tope de cinco segundos de rigor en el cine comercial que se practica hoy en tras día, pero tampoco se alarga a capricho de un “autor” con ganas de hacerse notar: hay que anotar al respecto el momento en que un granjero describe a Capote (Toby Jones) y Harper Lee cómo halló los cadáveres de la familia Clutter (en una imagen, en plano general y con los tres personajes a contraluz, que confiere una atmósfera siniestra a la tétrica explicación del granjero: una bonita forma de expresar reconstrucción de hechos verídicos y la emoción que se desprende de los mismos, lo cual sería precisamente la opción de Capote a la hora de plantearse “A sangre fría”); o la secuencia retrospectiva del asesinato del sr. Clutter y su hijo en el sótano a manos de Perry Smith (Daniel Craig), resuelta en un plano fijo cuya desnuda sencillez hace más terrible lo que muestra. Douglas McGrath, en cuyo haber hallamos trabajos nada desdeñables, como su colaboración en el guión de Balas sobre Broadway (Bullets over Broadway, 1994, uno de los mejores libretos de Woody Allen), adaptaciones de obras de Jane Austen -Emma (ídem, 1996)- y Charles Dickens -La leyenda de Nicholas Nickleby (Nicholas Nickleby, 2002)-, y una sátira política algo gruesa -Lío en La Habana (Company Man, 2000)-, brinda un film que también parece gravitar en torno a otra esquizofrenia: la que convierte a Capote es alguien incapaz de separar su anhelo de escribir “la gran novela americana” y su atracción hacia el asesino Perry Smith: la tragedia de un hombre obsesionado por alcanzar el éxito aun a costa de descender a lo más profundo y desagradable de su propia alma (…).
Tomás Fernández Valentí, “Historia de un crimen”,
en sección “Críticas”, rev. Dirigido, julio-agosto 2007 (extracto)