Maestro Chaplin (etapa Essanay): Programa 3

Área de Cine y Audiovisual

Introducción

El viernes, 24 de mayo de 2019, a las  21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid), el Área de Cine y Audiovisual (Cineclub universitario/Aula de cine) de La Madraza, finaliza el ciclo No necesitaban palabras, tenían rostros (joyas del cine mudo XI): maestro Chapin (etapa Essanay) , con la proyección de un tercer programa de cortometrajes de Charlot , de intertítulos en inglés con subtítulos en español, dirigidos e interpretados por Charles Chaplin, en los estudios Essanay, donde escribió, dirigió y actuó en 15 películas, producidas por Jesse T. Robbins.

El contenido de la tercera parte de dicho programa, cuya entrada es libre hasta completar aforo, es el siguiente:

  • Charlot marinero (Shanghaied, 1915).
  • Charlot en el teatro (A night in the show, 1915).
  • Carmen (Charlie Chaplin’s Burlesque on Carmen, 1915).
  • Charlot licenciado de presidio (Police, 1916).

Charlot marinero (1915)

El personaje del vagabundo se había aproximado al mar en Charlot en la playa pero en Charlot marinero sube por primera vez a un barco, experiencia que repetirá en otras ocasiones, como en Charlot emigrante (The immigrant, 1917). Aquí lo hace a la fuerza y, una vez más, como paso necesario para la supervivencia. Mediante una construcción dramática que tolera perfectamente la distorsión del tiempo, Chaplin introduce en Charlot marinero una escena que interrumpe la acción para dar paso al lucimiento del actor en un triple número coreográfico. Charlot trabaja como ayudante del cocinero y, en la misma olla donde se cuece la sopa del rancho, lava los platos que después tira distraídamente al suelo. El capitán y el capataz hacen ascos de la comida, descubren en ella una pastilla de jabón, tal como más tarde ocurrirá en Charlot héroe del patín (The rink, 1916), y se personan en la cocina para protestar. El cocinero es quien paga, literalmente, los platos rotos mientras Charlot disimula y, en un alarde poético, arranca a bailar con un jamón como estilizada pareja, anticipando la memorable danza del protagonista de El gran dictador (The great dictator, 1940) con la bola del mundo. Algunos de sus pasos anuncian los que repetirá en el antológico número musical en el cabaret de Tiempos modernos (Modern times, 1936) y también este film reutiliza el gag de la bandeja, que Chaplin retomaría en diversas ocasiones tras el ensayo general que supuso la escena de Charlot marinero en la que debe servir la comida en plena marejada. Es la cámara y no el barco quien se mueve pendularmente, mediante una técnica que después repetiría en Charlot emigrante, pero el efecto óptico es convincente y exige del actor un verdadero ejercicio de equilibrio con el que consigue interpretar un peculiar ballet.

Charlot en el teatro (1915)

Chaplin abandonó transitoriamente el personaje del vagabundo para retomar un argumento que procedía de “Mumming Birds” o “A Night in an English Music Hall”, sendos espectáculos de variedades que él mismo había interpretado cuando formaba parte de la troupe de Fred Karno. El resultado de este viaje hacia sus antecedentes profesionales fue Charlot en el teatro, un homenaje al mundo de las variedades que acoge, con benevolencia, la figura de un atípico Chaplin aristócrata que asiste, completamente bebido, a uno de esos espectáculos. Curiosamente, el cineasta se resistió a dejar totalmente de banda a su entrañable vagabundo y quizá por este motivo interpreta un doble papel. Por una parte, encarna al caballero que, a pesar de su avanzado estado de embriaguez, frecuenta la platea o los palcos, desde los cuales provoca el caos en el escenario. Pero, al mismo tiempo, también asume el papel del cockney que, desde la primer fila del anfiteatro, origina todo tipo de altercados. Chaplin repetiría esta doble interpretación en Vacaciones/Los ociosos y, naturalmente, al asumir en El gran dictador al temible Hinkel y al humilde barbero judío recluido en el ghetto. En Charlot en el teatro, ese desdoblamiento de la personalidad es mucho menos sutil y aunque ambos personajes jamás llegan a encontrarse, simplemente coinciden en el mismo local, el aristócrata posee inequívocos rasgos charlotescos. Chaplin quiso hacer un homenaje a sus propios orígenes profesionales y, al mismo tiempo, a los del nuevo espectáculo basado en la proyección de imágenes en movimiento, que él había visto nacer y ahora le encumbraba como una estrella.

Carmen (1915)

El éxito obtenido por las versiones que Cecil B. De Mille y Raoul Walsh hicieron de Carmen, respectivamente protagonizadas por la cantante de ópera Geraldine Farrar y la exótica Theda Bara, impulsó a Chaplin para realizar una parodia del célebre mito hispánico recreado por la novela de Prosper Merimée y la ópera de Georges Bizet. El cómico la tituló explícitamente Charlie Chaplin’s Burlesque on Carmen y no dudó en reservarse personalmente el papel de Don José, el oficial del ejército español enamorado de la cerillera Carmen que, en cambio, prefiere los favores del torero Escamillo y, con ello, desencadena la tragedia. Chaplin pretendía tomar estos arquetipos únicamente para recrearlos a su antojo sin otras perspectivas que las de la parodia y sin ninguna pretensión de fidelidad al original. La película se estrenó en la versión de dos bobinas que Chaplin había entregado como definitiva en diciembre de 1915. Algunas copias de este montaje original tuvieron distribución internacional pero, en abril de 1916, cuando Chaplin ya estaba trabajando para la Mutual, la Essanay difundió una nueva versión que doblaba en metraje a la original y fue compilada por Leo White. El desaguisado incluía escenas que el realizador, de acuerdo con su método de trabajo consistente en ensayar e improvisar frente a la cámara, había desechado, pero también una historia paralela interpretada por Ben Turpin. Ésta fue rodada por manos anónimas a espaldas de Chaplin y, de hecho, puede apreciarse que ambos no llegan a coincidir nunca dentro de un mismo encuadre, aunque la presencia de otros personajes comunes establece los pertinentes raccords. En el resto de la película, patentes cambios de ritmo impropios de la minuciosidad con la que trabajaba el cineasta coinciden con otras huellas inequívocas de su talento y personalidad. Si bien Chaplin/Don José mata al otro oficial con una espada cuya punta se dobla sobre su pecho -en una muestra de sadismo con escasos parangones en el resto de la filmografía de Chaplin-, tras clavar una daga en el vientre de Carmen y suicidarse él mismo a su lado, inmediatamente después revela la farsa. La hoja de la supuesta arma asesina es flexible y la tragedia que el cineasta había rozado por imperativos del sustrato literario se  ciñe a las leyes de la comedia que todavía sujetan al realizador antes de que sea capaz de conjugar ambos lenguajes con la maestría que pondrán en evidencia sus posteriores largometrajes. Carmen fue una anécdota en la filmografía de Chaplin, la respuesta paródica desde la comedia a uno de los grandes clásicos de la tragedia. El realizador quiso combatir, desde su propio terreno, el éxito obtenido por Cecil B. De Mille, pero la codicia de sus productores diluyó la precisa carga satírica con la que su autor había cargado esta justificable excentricidad.

Charlot licenciado de presidio (1916)

El último cortometraje que Charles Chaplin realizó para la Essanay muestra al vagabundo obligado a enfrentarse al mundo una vez ha salido legalmente de la cárcel, como después también lo hará al fugarse en El aventurero (The adventurer, 1917). Mientras se halla entre rejas los problemas desaparecen pero, una vez en la calle, vuelve a ser pasto de uniformes de diversa índole. A diferencia de El peregrino (The pilgrim, 1923), donde adquiere los hábitos de un predicador cuando se evade de la cárcel, en Charlot licenciado de presidio es un supuesto pastor quien se acerca a él para indicarle el “recto camino” mientras le roba sus escasos bienes. Charlot licenciado de presidio traslada a los protagonistas hasta la casa de una indefensa muchacha que vive con su madre, gravemente enferma. La chica, interpretada por Edna Purviance, se asusta al oír el estropicio que organiza Charlot al derribar una mesilla llena de objetos de porcelana y llama por teléfono a la policía. Sin embargo, la absoluta anarquía que preside este film donde falsos curas roban a los pobres mantiene su coherencia con el retrato de unas fuerzas del orden absolutamente inoperantes. Cuando el protagonista oye, en boca de ella, la expresión “camino correcto”, se lleva las manos a los bolsillos, se levanta y se marcha. Conoce perfectamente las consecuencias que comporta seguir ese itinerario. No obstante, sus rasgos de caballerosidad le impulsan a impedir que su compañero de fechorías incumpla el pacto que ha establecido con la muchacha y ésta se lo agradece identificando al vagabundo como su marido en el momento en que llega la policía. El idilio sentimental entre el vagabundo y la chica resultaría, en este caso, excesivamente forzado. Pero el ladrón devuelve a la muchacha aquellos objetos domésticos que ha robado y ésta le recompensa con una moneda con la cual ya nunca más tendrá que dormir a la intemperie. Charlot sale a la calle y se dirige hacia el horizonte. Va solo, pero abre sus brazos. Es un  símbolo de esperanza que confirma que, por fin, ha encontrado el verdadero camino.

Cierre

Para más información acerca de este y del resto del programa de cortometrajes de Charlot, pulsa el siguiente enlace, en el que podrás descargarte, en pdf, el cuaderno con todo el contenido del ciclo «No necesitaban palabras, tenían rostros (joyas del cine mudo XI): maestro Chapin (etapa Essanay) » organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cineclub universitario/Aula de cine) de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada. Espero que disfrutes del mismo. ¡Muchas Gracias y un saludo!