(…) ¿Cómo puede amar, y ser amado, un robot? (…) Stanley Kubrick estaba seducido por los ordenadores y fue uno de los primeros usuarios de una calculadora electrónica Hewlett Packard en 1970, además de utilizar en la época un ordenador colectivo de IBM. Desde entonces era consumidor compulsivo de tecnología punta, adquiriendo todas las novedades del mercado. Seguidor de las teorías de Hans Moravec y Marvin Minsky en torno a la inteligencia artificial, Kubrick tenía un concepto positivo de la misma a pesar de haber presentado en 2001: Una odisea del espacio a un ordenador homicida como era HAL 9000. Por todo ello, Kubrick buscó durante años una buena historia sobre la evolución de la inteligencia artificial y la encontró en 1982 cuando adquirió los derecho del cuento de Brian Aldiss “Los superjuguetes duran todo el verano” (Supertoys last all summer long, 1969) en torno a un niño androide que desarrolla una inteligencia emocional. Kubrick chocó con Aldiss por su interés en incorporar a la historia elementos procedentes de la obra “Pinocho”, de Carlo Collodi, y desistió del proyecto a causa de que consideraba que necesitaba un mayor desarrollo de los efectos especiales para abordar la historia.(…) INTELIGENCIA ARTIFICIAL pudo haber sido un proyecto de Kubrick pero el film, tal y como lo conocemos, responde en todos sus aspectos al estilo más característico de Spielberg, quien ha adoptado una postura ante el mismo cuya inteligencia y honestidad le honran: no solo ha puesto un cuidado escrupuloso a la hora de no imitar a Kubrick sino que, además, ha retomado el material de este último y lo ha llevado a su terreno, asumiéndolo como propio y firmando el guion definitivo, algo que no hacía desde la magistral Encuentros en la tercera fase. (…) INTELIGENCIA ARTIFICIAL es un film muy áspero, donde Spielberg teoriza, en un riguroso sentido fantástico, lo que podría o no ser, el hoy o el mañana. En contra de lo que pueda parecer, esta presunta película “para niños” -o peor aún, una cinta “familiar” – es uno de sus cuentos (crueles) más complejos, ambiguos, despiadados y fríos. Crónica casi onírica sobre la brutalidad humana, la insensibilidad y la codicia, (…) I.A. es una de las visiones menos sentimentales de la Humanidad vistas en el cine contemporáneo, donde un humanoide-niño, David, explotado por sus creadores, víctima de la desconfianza de su padre, atormentado y engañado por su hermano, traicionado y abandonado por su madre, es perseguido, enjaulado y casi ejecutado para el entretenimiento de masas. (…) Esta no es la misma vieja historia acerca de un niño que se convierte en humano, sino sobre la muerte de la Humanidad misma. (…) Steven Spielberg volvió a ser acusado de revolcarse en el sentimentalismo, pero la película sobre David no es nada melindrosa. INTELIGENCIA ARTIFICIAL es el adiós a la infancia spielbergiana, sublimada, poetizada. (…) Más allá de todas las lecturas que se puedan hacer, resulta particularmente atractivo lo que la película tiene de compendio del cine de su realizador y, al mismo tiempo, de renovación de su propio estilo. Muchos momentos del film remiten directamente a algunos de los films más populares de su autor (…). Todo este cúmulo de referencias que, así planteado, puede parecer una mera complacencia de su autor, acaba resultando la pieza fundamental que distingue y dota de personalidad propia este gran trabajo de Spielberg. El firmante de El Imperio del Sol ya tiene más de cincuenta años y parece haber llevado a cabo una reflexión, extremadamente lúcida sobre su manera de entender el cine. (…) INTELIGENCIA ARTIFICIAL, una obra maestra y una de las mejores películas de su director, está inevitablemente abocada a suscitar esa polémica que solo provocan aquellos títulos que constituyen un punto y aparte en la Historia del Cine (…).
Texto (extractos):
Tomás Fernández Valentí, “Inteligencia Artificial: el complejo de Pinocho”,
rev. Dirigido, septiembre 2001.