Asesino implacable (1971)

Publicado el 4 junio, 2019

“(…) Era una historia muy fuerte sobre un gangster londinense que se va a una ciudad rural del norte de Inglaterra para averiguar quién ha asesinado a su hermano y, por supuesto para vengar su muerte. Era mi ocasión de mostrar a los gangsters tal como son. Hasta entonces había sido tradición en las películas británicas que los gangsters fueran, bien gente divertida, o del tipo Robin Hood, que robaban a los ricos para dárselo a los pobres. No era un retrato realista (…)

Mike Hodges hizo un buen trabajo en la película, quizá demasiado bueno, pues cuando se estrenó casi todos los críticos nos vapulearon por su violencia. Era demasiado realista para aquella gente, acostumbrada a la coreografía sin sentido que se solía ver por entonces. Estoy convencido de que asesino implacable es una película excelente y me siento muy orgulloso de ella. No ganamos mucho dinero, pero tampoco lo perdimos, así que nadie salió perjudicado (…).”

Michael Caine

Introducción

El martes, 4 de junio de 2019, a las  21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid), el Área de Cine y Audiovisual (Cineclub universitario/Aula de cine) de La Madraza nos ofrece Asesino implacable (1971), tercera película del ciclo “Un rostro en la pantalla (V): Michael Caine (2ª parte: los años 70 – I)“, con el que el Cineclub universitario cierra su actividad este curso académico 2018/2019. Todas las películas que componen dicho ciclo serán proyectadas en versión original en inglés con subtítulos en español y la entrada a las mismas será libre hasta completar aforo.

La quintaescencia del film de gangsters británicos con sofisticación

Asesino implacable es la quintaescencia del film de gangsters británicos, el perfecto ejemplo del thriller tal y como se entiende en las islas y, en muchos aspectos, la medida: sordidez ambiental, violencia restallante, cutrez y anti-glamour. En compensación a una dura trama de cintas pornográficas y gangsters de segunda división pródiga en sexo puerco y asesinatos sin miramiento alguno, Michael Caine crea un personaje icónico, Jack Carter, que es la esencia del cool britannia. Caine había protagonizado algunos papeles dentro del thriller como este, incluso había hecho un personaje tan desagradable como Alfie (Lewis Gilbert, 1966), pero su imagen todavía no había sido puesta a prueba en un personaje enteramente negativo, que encima era protagonista absoluto del film y donde la tensión entre la presencia sofisticada del actor, su imperturbabilidad entre el naturalismo y la estilización, y el ambiente cochambroso que le rodea crean un efecto dialéctico que quizás sea lo mejor de toda la película.  Una estrella emergente que sostendría por si misma aquella producción de bajo presupuesto saturada de componentes bárbaros, depravados y brutales. La presencia mesmerizante del actor otorga al film una dimensión distinta, superior, que vacuna al film hasta contra sus contornos más toscos, otorgándole una dimensión icónica, perdurable.

Violentísima, más incluso en el plano (a)moral que en el gráfico, carismática en su conjunto y magníficamente ambientada; contando para ello con las localizaciones en Newcastle, ese Norte ominoso al cual se refieren enigmáticamente los personajes, que nuevamente, colabora a darle a la cinta su especial dimensión representativa, modélica. Newcastle es escenario vívido, simbolización del drama y prolongación atmosférica de la imagen de Jack Carter, con su gabardina negra y sus buenos trajes, clase fuera de lugar en el cuerpo de un obrero. Hodges afila el encuadre, siempre expresivo, en composiciones de belleza eficiente y no solo llamativa, rugosa siempre, a veces desmañada, enérgica y detallista, con una perfecta captación de un clima de deprimente miseria moral, que otra vez hace juego con el aspecto sucio y destartalado de la fotografía. Narrativamente elíptica pese a su aspecto directo, que hace que la trama, pese a ser lineal sea recibida de manera ligeramente distorsionada. A esto colabora una puesta en escena juguetona e inteligente, cuyas composiciones y triangulaciones relaciona unos personajes con otros, los oculta deliberadamente a la vista o establecen las posiciones de poder entre ellos.

Cierre

Voluntariamente vulgar y al tiempo prodigiosamente sofisticado, Asesino implacable supone el mejor trabajo de toda la carrera de Mike Hodges. Un film que sirve para comprobar donde estaban los estándares y la permisividad del cine de los 70 con respecto a la crueldad o la perversidad y, sobre todo, en cuanto a la libertad creativa y la posibilidad de mostrar personajes que se comporten como auténticos hijos de puta, sin ninguna necesidad de justificación más allá de la propia película y el mundo que esta crea.

Para más información acerca de esta película y del resto del programa, pulsa el siguiente enlace, en el que podrás descargarte, en pdf, el cuaderno con todo el contenido del ciclo “Un rostro en la pantalla (V): Michael Caine (2ª parte: los años 70 – I)“, organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cineclub universitario/Aula de cine) de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada. Espero que disfrutes del mismo. ¡Muchas Gracias y un saludo!

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