“Me resulta difícil establecer diferencias entre el sueño y la realidad (…)
Menos improvisado, menos intuitivo, así se presentará, supongo, el cine del mañana. Pero para llegar a esta nueva forma de expresión, habrá que evitar un gran peligro: el de la idea que tenemos en la actualidad del realismo, es decir, la fe en la representación cinematográfica de una realidad cazada al azar. Querer ‘parecer verdad’ es un error colosal; el arte debe ser artificial y estar constantemente recreado. Esta facilidad de recreación era la razón de ser del cine y, al olvidarla, se pierde a sí mismo”.
Jean Renoir
“Para Visconti, un film como NOCHES BLANCAS debería ser verdadero; pero en el momento en que el público tenga la sensación de que es verdadero, debe sentir que es falso. Y en el momento en que tenga la sensación de que es falso, debe sentir que es verdadero (…) Todo fue hecho de manera muy artificial, en estudio, lluvia, nieve, viento, bruma, todo fue hecho con la luz. Con velos que recogían la luz, y que yo dirigía creando un itinerario para el actor”.
Giuseppe Rottuno
Retomando el tema de la soledad, tan grato a Dostoievski, NOCHES BLANCAS se mueve entre la ensoñación y el realismo, el cine y el teatro, la literatura y la ópera: Es un espectáculo total que bebe tanto en las fuentes del escritor ruso como en el cine poético francés de años anteriores, en el existencialismo galo e incluso en la música impresionista. Ello no sólo significa que Luchino Visconti concentró en este film muchos de sus intereses culturales sino que hizo una apuesta radical en el cine de autor de los años cincuenta, mirando de frente la amargura de la existencia, casi a la manera del primer Fellini, y de soslayo la envoltura social en forma de apuntes visuales que incrementan la naturaleza fantasmagórica de NOCHES BLANCAS y, a veces, consuman la ruptura formal con el realismo para abrazar la causa de la ensoñación: Oscuras figuras dibujadas detrás de los cristales de los bares y rostros que asoman tras el vaho que empaña otros, el deambular de una prostituta, sombras reflejadas en las paredes de las oscuras calles, hombres y mujeres que van y vienen por la Via del Corso, ancianas que parecen adheridas al decorado formando parte de él, una función de ópera sin escenario, unos instantes tañidos de campanas sin iglesia, una estación de servicio donde los empleados apagan todas las luces y cierran el servicio como si ya no esperaran recibir más clientes en ella, unos motoristas que aparecen y desaparecen en la noche, unas calles que siempre confluyen en el mismo puente, unos bailarines que dan la sensación de haber surgido en el decorado de un bar sólo para actuar en un número que tiene algo de pantomima, un vendedor ambulante que puede cambiar de ciudad de un día a otro dejando tras él sólo unos estúpidos muñecos danzarines, un individuo (Jean Marais) que adopta poses de estatua y nadie sabe se dónde procede ni a dónde ha ido…; incluso cuando Natalia (Maria Schell) y Mario (Marcello Mastroianni) unen sus soledades para pasear en barca por el canal del llamado barrio veneciano de Livorno, un Livorno artificial, con el deseo de estar a solas, descubren que la orilla está llena de vagabundos, de pobres gentes sin techo para quienes la nieve, que ellos reciben con ingenuo alboroz, no significa más que frío y mayor desamparo. Con el avance de la noche cesa la vida y únicamente hay lugar para las soledades, las sombras y las ensoñaciones; el ensueño de Natalia no deja de ser otra fantasmagoría unida a la de la ciudad, como lo es también el de Mario: Natalia espera encontrar a un hombre a quien amar y que estuvo viviendo como inquilino en la casa de su abuela, y un año después de su despedida acude noche tras noche al puente donde acordaron reunirse una vez transcurrido ese plazo de tiempo; Mario pasea por el mismo lugar y desea que el recuerdo del ausente se desvanezca del todo, aun a riesgo de la amargura de la decepción. Natalia encuentra el puente desierto y Mario recibe siempre una avalancha de recuerdos desordenados unidos entre sí por un deseo amoroso que le provoca dolor. El puente se convierte así en la figura representativa de la presencia del ausente, obsesiva en la relación que mantienen Natalia y Mario, en algo que reúne el sueño y la frustración en un mismo decorado y un mismo plano. Visconti convierte el decorado en un escenario en el que la alianza de teatro y cine deja un espacio para el respiro de la ópera: Si en la representación de “Il barbiere di Siviglia” no se ve el escenario y sólo se oye a los cantantes es porque la función tiene lugar en el palco donde se encuentran los personajes, sin hablar (Natalia y el inquilino intercambian miradas: también las estatuas miran) y las voces de quienes cantan podrían ser las suyas en sustitución de las palabras. No puede ser más hermoso y consecuente que, en la escena del reencuentro final de Natalia y el inquilino, que puede ser vista como un triunfo y, al mismo tiempo, como una derrota del deseo amoroso, e incluso de la utopía (Natalia en un caso, Mario en el otro), el espacio escénico aparezca encuadrado desde dos perspectivas diferentes, si bien complementarias: en una, en plano general, Natalia y Mario ven a lo lejos la figura empequeñecida del inquilino que espera en el puente; en la otra, un plano general construido a la inversa, la pareja Mario y Natalia es encuadrada desde el lugar donde está el inquilino. Unos se alejan, unidos (al menos temporalmente); el otro deja atrás un decorado que ya no tiene razón de existir.
Ficha Técnica:
- Año.- 1957.
- Duración.- 100 minutos.
- País.- Italia-Francia.
- Género.- Drama.
- Título Original.- Le notti bianche.
- Director.- Luchino Visconti.
- Argumento.- La novela homónima (Belye nochi, 1848) de Fedor Dostoievski.
- Guión.- Luchino Visconti y Suso Cecchi D’Amico.
- Fotografía.- Giuseppe Rotunno (B/N).
- Montaje.- Mario Serandrei.
- Música.- Nino Rota.
- Productor.- Franco Cristaldi y Jean-Paul Guilbert.
- Producción.- Vides – Intermondia.
- Intérpretes.- Marcello Mastroianni (Mario), Maria Schell (Natalia), Jean Marais -doblado por Giorgio Albertazzi- (el inquilino), Marcella Rovena (la patrona), Clara Calamai (la prostituta), Maria Zanoli (la criada), Elena Fancera (la cajera), Corrado Pani (el joven motorista), Dirk Sanders (el bailarín).
- Premios.- León de Plata en el festival de Venecia.
Apuntes y Curiosidades:
- En el momento de su estreno, NOCHES BLANCAS fue recibida con hostilidad, sobre todo en Italia. No gustó ni al público ni, sobre todo, a la crítica. El público, en general, la veía como una obra muy lúgubre y sombría, algo por otro lado no demasiado alejado de las primeras propuestas -y ulteriores- de Visconti; para la crítica, NOCHES BLANCAS era un total retroceso en su carrera y una traición a los postulados neorrealistas que el propio Visconti había ayudado a consolidar con OBSESIÓN o LA TIERRA TIEMBLA. Pero NOCHES BLANCAS no es la ruptura total con respecto a sus anteriores obras que quisieron ver en su momento. En realidad, se trata de una reformulación de su cine anterior, o bien, una repetición o reelaboración de temas y obsesiones que Visconti había ido trabajando hasta ese momento.
- “Noches blancas” es una novela corta que durante mucho tiempo fue considerada una obra menor y en cuya reivindicación, es posible, tuviera mucho que ver la adaptación cinematográfica de Visconti. En todo caso, en ella Dostoievski quiso elaborar más el personaje del, como él mismo lo denominaba, ‘soñador’, el cual había aparecido ya en su anterior novela, “La patrona”, y había recibido no pocas reseñas negativas. Para ello, Dostoievski se volcó en el personaje del narrador en un relato equisciente cuyo ánimo y experiencia del momento quedan plasmados en cada página. Visconti y Cecchi d’Amico respetaron el original literario tanto en su narración y en su estructuración como en su atmósfera, trasladando la acción de la fría San Petersburgo a una ciudad italiana en cuyo paisaje es patente aún la guerra.
- Uno de los elementos más llamativos de NOCHES BLANCAS es el abandono deliberado por parte de Visconti de paisajes reales para su rodaje. Con ello llevó a cabo un movimiento claro hacia lo artificial. En SENSO las localizaciones naturales eran manipuladas a través del trabajo de fotografía de Giuseppe Rotunno para otorgarle a las imágenes una extrañeza que las situara en un terreno ambiguo, al tratarse de una película de época elaborada con procedimientos realistas y cuya trama hablaba del presente desde el pasado. A este respecto, NOCHES BLANCAS y su artificialidad no es sino la consecuencia lógica de lo emprendido en SENSO, película en la que se apreciaba una gran ruptura con respecto a Bellísima que, junto a OBSESIÓN, son las dos únicas obras de estilo puramente neorrealista. LA TIERRA TIEMBLA presentaba un trabajo visual más cercano al expresionismo que la convierte en un trabajo realista más sui generis de lo que parece a primera vista. De este modo, NOCHES BLANCAS, en su forma, es la lógica consecuencia del proceso de trabajo de Visconti, director que después dejó claro que la artificialidad puede ser una manera de realismo como otra cualquiera, quizá, incluso más interesante y más incisiva que el realismo puro. De hecho, tanto SENSO como NOCHES BLANCAS, en su trabajo de fotografía y en su tratamiento de la realidad, se acerca mucho al cine que un par de décadas antes crearan los cineastas del llamado realismo poético.
- Visconti fue siempre un cineasta atento a la realidad. Otra cosa es que buscara representarla tal y como la vemos -o como supuestamente creemos verla-. El soñador que creara Dostoievski para ironizar o para criticar ciertas ideas y ciertas personas que le habían dañado en su pasado más reciente y la joven Natalia le sirven a Visconti para trabajar sobre la apreciación de la realidad a través de unos personajes cuyos sueños e ilusiones chocan constantemente contra aquello que les rodea. De este modo, son dos personajes que se enfrentan a sus ilusiones aunque éstas apenas parezcan poder materializarse. Visconti les rodea de un paisaje artificial que en su belleza -pero también, en sus extensiones nevadas y frías- enfatiza aún más esa contraposición. La historia entre los dos jóvenes se encamina hacia un final desolador en cuya tristeza se percibe una mirada hacia su momento, y aquí podríamos señalar NOCHES BLANCAS como una película realista: Italia ha dejado atrás una guerra y aún parece levantarse sobre sus ruinas en un ambiente de tristeza y melancolía. Lo onírico y lo real conviven en perfecta unión, porque es posible, según Visconti y antes de él Dostoievski, que haya dos realidades, la que nos rodea y la ideal, y que ambas, en dos niveles diferentes, son posibles.
Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario.
Si os ha gustado este post os animamos a compartirlo para que el mayor número de personas posible asistan y disfruten hoy de esta película, perteneciente al Ciclo Maestros del Cine Clásico (IX): Luchino Visconti (en el 110 aniversario de su nacimiento), organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cine Club Universitario) de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias, a las 21:00 horas. Versión original en italiano con subtítulos en español.
Precio normal de la entrada: 2 €; Precio con carnet del Cineclub: 1,50 €.; Abono 10 sesiones: 9 €.
¡Muchas Gracias por leer!