(…) STRESS ES TRES, TRES se entronca con La caza, con una parecida unidad temporal, el rodaje en exteriores (esos escuetos paisajes abrasados) y las tensas relaciones entre los personajes, aunque aquí se haya añadido una mujer de carne y hueso, no limitándose al maniquí y las fotografías. En el caso de STRESS… hay, sin embargo, una importante evolución respecto a La caza y es que, a tenor de los cambios producidos en el país, se pasa de un tono objetivista y de realismo más opaco y naturalista a un estilo más “publicitario”. Elías Querejeta ha recordado lo bien que funcionaba la película en la moviola y cómo perdía al ser sonorizada, ya que una de las contradicciones de STRESS… es el haber pretendido hacer una película “a lo que salga” teniendo que doblar luego los diálogos (…). Ya el juego de palabras del título orienta sobre las dos ideas directrices que intentan gobernar este film errático, sin conseguir articularse entre sí ni vertebrar la película. Por un lado está el stress, noción absolutamente nueva en España por aquel entonces y que Saura introdujo antes de que se convirtiera en un cliché de la jerga para ejecutivos. (…) Por otra parte está el triángulo protagonista (es decir, es tres) en el que se interiorizan esas catástrofes externas a través de tres individuos de una gran inmadurez afectiva, que se expresan con diálogos de una intencionada banalidad y se ven inmersos en un proceso de regresión hacia un estadio casi infantil (…). STRESS ES TRES, TRES se vencía de un lado “moderno” con su haiga por las carreteras y su tono entre spot publicitario parodiado y el Godard que ese mismo año se había ocupado en Week-end del infierno de las carreteras atiborradas de domingueros. (…)
Texto (extractos):
Agustín Sánchez Vidal, El cine de Carlos Saura,
Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 1988.