“Todo comenzó en 1915. Yo era una chica entusiasta cuya única habilidad consistía en recortar siluetas, pero que quería trabajar en el cine desesperadamente. Al cumplir dieciséis años, asistí a una conferencia de Paul Wegener, que en aquel momento era el principal precursor del cine fantástico en Alemania (…). Me presentó a un grupo de jóvenes muy interesantes que, según me explicó, estaban a punto de abrir un estudio de animación experimental. Les dijo ‘por el amor de Dios, libradme de esta loca de las siluetas. Las hace muy bien y están pidiendo a gritos que alguien las anime. ¿No podéis hacer una película con esas siluetas, de la misma forma que se hacen las de dibujos animados?’. Y lo hicieron.
Aquellos señores eran: el doctor Hans Cürlis, el jefe de un grupo que iba a denominarse Institut für Kulturforschung [Instituto de Innovaciones Culturales], que había estudiado historia del arte y frecuentaba el entorno de Wegener. Su amigo Carl Koch, que había estudiado la misma materia, y se había convertido en un famoso autor de libros de arte, especializado en el Lejano Oriente. También formaba parte del grupo Berthold Bartosch, un animador recién llegado de Viena, donde había trabajado con el profesor Hanslick. El profesor Hanslick ya había fundado un instituto parecido en Viena, donde había hecho varias películas cartográficas; sus trabajos resaltaban las diferencias entre las condiciones naturales de los países de Oriente y Occidente. Había venido para formar un grupo con ambiciones semejantes en Berlín. Crearon un grupo de animación en Berlín y me permitieron trabajar en él con mis siluetas. Primero ayudé a Bartosch en algunas películas geográficas, para aprender las técnicas de la animación. Hice mi primera película con siluetas el 12 de diciembre de 1919. Era una especie de ‘pas de deux’ con dos figuras y un decorado móvil, que acompañaba los estados de ánimo de los bailarines. Se llamaba EL ADORNO DEL CORAZÓN ENAMORADO. La reacción del público fue tan favorable que seguí trabajando sin interrupción (…).”
(…) En los años siguientes, Reiniger realiza seis cortometrajes, todos ellos con producción y fotografía de su marido, Carl Koch, con el que se casa en 1921 y que colaborará con ella en casi todas sus películas. Al mismo tiempo, trabajó en anuncios publicitarios (por ejemplo, EL SECRETO DE LA MARQUESA, encargo de la agencia de Julius Pinschewer para la crema “Nivea”). El encanto de su trabajo y su interés por encontrar nuevas formas de expresión en el medio fílmico llegó a oídos de la UFA, la gran industria nacional de cine alemán, y el mismo Fritz Lang, como se ha indicado, la invitó a crear, junto a Walther Ruttmann, el sueño de Krimilda en la primera parte de LOS NIBELUNGOS. (…) Aunque no eran judíos, Lotte y Carl estaban estrechamente identificados con la política de izquierdas (Bertold Brecht los contaba entre sus mejores amigos) y rechazaban el ascenso del nazismo. En 1933 intentaron abandonar Alemania, pero no consiguieron visados de emigración a otros países europeos. Lotte trabajó en DON QUIJOTE, una película de Pabst en Francia, en 1933, pero tuvo que regresar a Alemania, donde rodó seis películas más, entre frecuentes “vacaciones” a Inglaterra, Grecia y otros lugares en busca de asilo. En 1936, Carl y Lotte decidieron abandonar Alemania para siempre –estaban muy mal vistos por el régimen de Hitler-, aunque ello significara una existencia viajera, como así fue. Jean Renoir contrató a Carl en París, mientras que Lotte encontró cierto respaldo para sus películas de siluetas en Inglaterra, pero ambos tenían que abandonar el país donde se encontraban cada pocos meses y volver a entrar con un nuevo visado de turista, a veces solo coincidiendo en las terminales de Dover y Calais. (…) Antes de la Segunda Guerra Mundial, la pareja realizó veintiséis películas; entre ellas, PAPAGENO, probablemente su trabajo más conocido, basado en “La flauta mágica” de Mozart, y el fragmento de animación de LA MARSELLESA, de Jean Renoir. (…)
Texto (extractos):
Giannalberto Bendazzi, Cartoons. 110 años de cine de animación,
Ocho y medio-Libros de cine, 2003.
Enrique Martínez-Salanova Sánchez, “Lotte Reiniger”, educomunicacion.es/cineyeducacion