(…) Resulta difícil catalogar a LAS MANOS DE ORLAC como un simple ejercicio oportunista por el que Wiene intentó recuperar los elementos que provocaron el éxito de El gabinete del doctor Caligari. En realidad, fue la película más personal del director al partir de una elección tan coherente con la época como rompedora como resultaba la novela de Maurice Renard. Y esos rasgos de personalidad se definían también en la elección de un tono visual y atmosférico que, lejos de rendirse a los meros esquemas exhibicionistas o formales del expresionismo, se combinaban de manera hábil con incipientes códigos genéricos del noir, el horror o la propia ciencia ficción, sin olvidar el propio contexto del folletín gótico o la pulsación psicoanalítica del relato (…). El afamado pianista Paul Orlac (Conrad Veidt) recibe, tras un accidente ferroviario, las manos de un asesinoejecutado en la guillotina. La operación es un éxito, pero el convaleciente Orlac comienza a sufrir horrendas pesadillas y alucinaciones. (…) Wiene narra el proceso alucinatorio con deliberada ambigüedad. Al menos durante parte del relato, el espectador puede dudar de la salud mental del pianista y pensar que el obsesivo personaje que lo acosa no es más que la materialización hacia la esquizofrenia, es decir, el miedo a la pérdida de la identidad (…). La película contiene alguna de las secuencias más atmosféricas y aterradoras del periodo, como la del accidente ferroviario o la de la taberna. (…) Pero sin duda lo que más sorprende es la aproximación a la ciencia ficción a través de un tema tan sorprendente para el público del período como era el de los trasplantes de órganos (…).
Raúl Acín, rev. Dirigido, octubre 2010 (extracto).
Ángel Sala, rev. Dirigido, septiembre 2022 (extracto).