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17 diciembre 2024 | 21:00
  • Sala Máxima | Espacio V Centenario

“Enrique es un hombre común que siempre ha trabajado para ofrecer un nivel de vida aceptable a su familia. Pero un día, se compra un televisor a color, un placer personal. A partir de ese momento, vive obsesionado por la pequeña pantalla.” (…) EL TELEVISOR no fue un episodio de Historias para no dormir sino un especial producido por TVE, de esos que hacía en ocasiones, tales como La cabina (…) Fue el trabajo favorito de Chicho, emitido en julio de 1974. Poco antes había dimitido como director de programas del ente público. (…) El tiempo le ha conferido un carácter visionario y refrendado su condición de alegato nihilista contra la televisión del régimen (…).

Textos (extractos):
Carlos Díaz Maroto,
cuaderno “Notas para edición en DVD de HISTORIAS PARA NO DORMIR”, 2015.

(…) EL TELEVISOR no solo es un relato redondo que nos arrastra sin tiempos muertos hacia el abismo de la locura de su protagonista, sino que el tiempo le ha conferido un carácter visionario y refrendado su condición de alegato nihilista contra la televisión del régimen. Narciso Ibáñez Menta, padre del realizador y presencia habitual en Historias para no dormir, protagoniza esta mordaz crítica hacia el propio medio donde trabajaba Chicho, cuyo calado político no supo advertirlo la censura de un franquismo que agonizaba. (…) Un mar de antenas en los tejados con el sonido de fragmentos de programas de la época dan inicio a este mediometraje con suntuosa banda sonora de Waldo de los Ríos. La voz en off del propio Chicho nos presenta a su protagonista, un ciudadano ejemplar, un españolito medio de la época, que se mata a trabajar. Como nos informa con crueldad el narrador, una vida mediocre de la que este buen hombre no se da cuenta. Su sueño es que llegue el día en que pueda comprarse un televisor a color y a tocateja. Enrique, “enamorado de su familia, de la televisión y de los números”, empezará a entrar en barrena cuando descubra fascinado todo lo que la tele puede ofrecerle.  Como Alonso Quijano, empezará a no distinguir entre ficción y realidad. “La televisión se ha metido en mí, me ha dado muchas vidas”, confiesa. Y en su locura llegará a la lucidez de resolver que la tele es una máquina alienante y dañina. “Todo lo que sale por aquí es mentira o maldad”, advierte a su esposa. “Hasta la misa es mentira”, observa histérico en una obsesión que hoy adquiriría proporcionales siderales con la oferta audiovisual de las plataformas y la vida paralela que nos proporcionan las redes sociales. “Ya no sé imaginar”, concluye el protagonista antes de un final en el que Chicho se sumerge sin complejos en el más puro fantastique. (…) Y todavía no se había inventado la telebasura (…).

Textos (extractos):

Oskar Belategui, “El televisor”, diario El Correo, 10 de junio 2019.

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