El Metaverso, mi avatar y yo: cómo interpreta cada generación su identidad virtual

Escrito por
Pavel Sidorenko Bautista @psbaut

El metaverso, esa extensión virtual de la socialización, productividad y entretenimiento de las personas, se ha convertido en un nuevo espacio en expansión donde los usuarios de internet interactúan a través de representaciones virtuales: los avatares. Estas identidades digitales son la puerta de entrada a todas esas posibilidades ya descritas, pero ¿interpretan todas las generaciones de la misma manera este reflejo virtual de sí mismos? ¿Existen diferencias significativas entre las audiencias más digitales, es decir, Millennials, Centennials (Generación Z) y la Generación Alfa en cómo conciben y utilizan sus avatares?

Un estudio del grupo Adecco en 2022 afirma que el 62 % de los Centennials ha oído hablar del metaverso y el 46 % considera que formará parte de su trabajo en el futuro. Y mientra los Millennials comparten opiniones similares, existe un marcado contraste con las de las generaciones anteriores, como los X y los Boomers, menos relacionados con estas tecnologías.

Entrando al Metaverso (nuestros otros ‘yoes’ digitales)

El metaverso es un conjunto de mundos virtuales (aún no interoperables), construidos por empresas tecnológicas, donde los usuarios pueden informarse, trabajar, jugar y socializar en línea, en tiempo real. A estos entornos se puede acceder a través de navegadores, dispositivos móviles, videoconsolas o visores de realidad virtual y mixta (del tipo Meta Quest, por ejemplo), permitiendo experiencias interactivas -e incluso inmersivas según el caso- sin importar la ubicación geográfica, aunque sí siempre con acceso a una conexión a internet de banda ancha.

Y pese a que su origen ‘mainstream’ lo podemos ubicar en 2003 con Second Life, aún se encuentra en sus primeras etapas de desarrollo, con un potencial de crecimiento con estimaciones que alcanzan los 5 billones de dólares para 2030, según la consultora McKinsey. En este entorno digital emergente, los avatares se erigen como el pilar fundamental en lo que a representación digital del usuario se refiere, ofreciendo posibilidades ilimitadas para la expresión, la comunicación y la la identidad. Son, en esencia, el elemento que permite a las personas proyectarse en este nuevo universo, transformándose en quien deseen con unos pocos clics y satisfaciendo una necesidad de fluidez identitaria.

La magnitud del crecimiento proyectado para el metaverso subraya la creciente relevancia de comprender cómo las personas se representan a sí mismas dentro de este espacio. Los avatares no son meras imágenes virtuales, sino la encarnación digital del usuario, el medio a través del cual experimentan e interactúan en el entorno virtual, otorgándoles un significado personal profundo. Así, la proyección de la identidad en el metaverso cobra una importancia relativa según generaciones que merece atención para comprender sus posibles desarrollos posteriores.

Los Millennials, quienes vivieron los albores de los mundos virtuales, especialmente a partir de 2003, abordan la identidad de sus avatares con una perspectiva particular. Según aporte de GWI, los usuarios nacidos entre 1981 y 1996 tienden a preferir avatares que contrastan con su apariencia real, o la mejoran, incluso incorporando elementos de marcas del mundo físico, aunque con la lógica del gemelo digital.

Esto sugiere una visión del metaverso como un espacio para la innovación y la creación de experiencias inmersivas. Antecedentes como el ya referido Second Life, considerado uno de los primeros “proto-metaversos”, ofrecieron a los individuos, incluyendo a la comunidad LGBTQ+, la oportunidad de experimentar con identidades y observar las reacciones de otros ante sus representaciones digitales.

Esta experiencia temprana probablemente ha moldeado su comprensión de los avatares como herramientas para el juego de identidades y la interacción social, sentando las bases para su participación actual en el ámbito virtual. Si bien los Centennials sienten mayor autenticidad en el metaverso, los Millennials también han encotrado en él un espacio para la autoexploración: perciben un lienzo para la experimentación lúdica con la identidad, creando avatares que representan versiones aspiracionales o alternativas de sí mismos, en lugar de reflejos directos de su realidad física.

Su familiaridad con los mundos virtuales precedentes, como Second Life, ha influido en su percepción de los avatares como instrumentos para la exploración de la identidad y la conexión social, lo que proporciona un contexto para su actual compromiso con el metaverso.

En el caso de la Generación Z, los avatares representan extensiones de sus identidades del mundo real, por lo que prefieren avatares que reflejen su ser verdadero y único a través de modificaciones estilísticas, buscando construir redes sociales y priorizando la equidad y la diversidad.

Esta preferencia contrasta con la tendencia Millennial hacia avatares idealizados. De hecho, los Centennials son los primeros en sentirse más auténticos en el metaverso que en la vida real, utilizando sus avatares para la autoexploración y ganandoautoconfianza, como bien señala el estudio de Razorfish y Vice Media. Los jóvenes de esta generación, especialmente aquellos que se identifican como BIPOC (negros, indígenas y personas de color), son aún más propensos a sentir esta conexión y a diseñar avatares que los representen.

Para el segmento Centennial, el metaverso es una extensión de su mundo real, un lugar para la conexión social con intereses compartidos y una oportunidad para experimentar con identidades sin los prejuicios del mundo físico. Buscan representación, experimentación y aspiración en sus avatares, impulsados más por necesidades hedónicas (autoexpresión) que cognitivas.

La identidad del avatar Centennial está profundamente entrelazada con su identidad del mundo real, con un fuerte énfasis en la autoexpresión auténtica, la representación y la conexión social. El metaverso ofrece un espacio valioso para que los más jóvenes exploren y se expresen aspectos de su identidad que podrían sentirse subrepresentados o limitados en el mundo físico, lo que contribuye a su autoconfianza y disposición a asumir riesgos sociales.

Por su parte, la Generación Alfa (2010-2024), ha crecido inmersa en espacios digitales, y cómo no, interactúa con los avatares de forma natural. Su participación en el metaverso es cada vez más evidente, reimaginando los videojuegos como lugares de encuentro social y plataformas de aprendizaje. Han llegado a la mayoría de edad con “proto-metaversos” muy populares y establecidos como Roblox, Minecraft y Fortnite, donde los avatares les permiten expresar su identidad y relacionarse sin sentirse cohibidos en entornos diversos e inclusivos.

Se les considera los posibles “beta testers” del metaverso. Los niños, los de la Generación Alfa, son usuarios significativos de los metaversos a través de videojuegos del tipo sandbox, utilizándolos tanto para la presencia en línea como fuera de ella, estrachando relaciones y reconociendo marcas dentro de estos universos.

Como verdaderos nativos digitales, la Generación Alfa considera el metaverso y los avatares como una parte inherente de su panorama social y recreativo, con expectativas de representaciones digitales altamente personalizables y socialmente interactivas. La inclusividad y la autoexpresión a través de los avatares probablemente sean expectativas fundamentales para la Generación Alfa en el metaverso, moldeadas por sus experiencias en entornos de juegos en línea diversos.

Hacia puentes intergeneracionales: interpretaciones contrastantes

Al comparar las tres generaciones más digitales hoy en día, se observan diferencias clave en sus motivaciones y percepciones sobre la identidad de los avatares. Los Millennials tienden a experimentar con versiones idealizadas de sí mismos, influenciados por sus experiencias en mundos virtuales tempranos.

Por su parte, los Centennials buscan autenticidad y una conexión directa entre su identidad en línea y fuera de línea, priorizando la representación y la inclusión. Mientras que los Alfas, han lograod integrar el metaverso y los avatares como una extensión natural de su vida social y recreativa, tal como planteaba Neil Stephenson en su novela Snow Crash (1992), esperando una alta personalización e interacción social en sus representaciones digitales.

Los datos revelan que las generaciones más jóvenes tienen mayor conocimiento e interés en el metaverso en comparación con las generaciones mayores. Esta diferencia en la familiaridad y el interés se traduce en diferentes formas de interactuar con los avatares y el metaverso en general.

Tabla 1. Relaciones de los usuarios con sus avatares, por grupo etario

La interpretación de la identidad del avatar es una compleja interacción de necesidades psicológicas internas, contextos sociales y culturales externos, y las herramientas tecnológicas disponibles para la representación.

Factores psicológicos como la autoexpresión, la teoría de la identidad social y el deseo de evitar la disonancia cognitiva influyen en la elección del avatar en todas las generaciones. Los aspectos sociales, como la necesidad de pertenencia, singularidad y estatus, así como el impacto del compromiso social y la construcción de comunidades en el metaverso, también juegan un papel crucial.

Las normas y valores culturales, junto con el deseo de representación e inclusión, moldean la identidad del avatar para diferentes generaciones. Los avances tecnológicos en realidad virtual y aumentada, los avatares impulsados por inteligencia artificial generativa –como el caso de los Neo-NPC-, y las opciones de personalización influyen en cómo los usuarios pueden expresar y percibir sus identidades digitales.

El futuro de la tecnología de avatares y la representación de la identidad probablemente evolucione hacia avatares cada vez más avanzados y realistas, impulsados por la inteligencia artificial. Se espera que las opciones de personalización se expandan en proporción a una eventual y muy deseada interoperabilidad de los metaversos, y podría haber una tendencia hacia estándares de avatares universales que permitan la interoperabilidad entre diferentes plataformas, como ya viene proponiendo Ready Player Me. Además de los juegos, los avatares tendrán un papel cada vez más importante en diversas aplicaciones del metaverso, como el trabajo, la educación y el comercio. Estos avances tecnológicos probablemente desdibujen aún más las líneas entre la representación física y digital, impactando la forma en que las personas perciben sus propias identidades y las de los demás en el metaverso.

Ya ha quedado en evidencia que la forma en que los públicos más digitales y emergentes hoy interpretan sus identidades a través de los avatares en el metaverso revela diferencias generacionales significativas. Estas diferencias seguirán afianzándose conforme los Alfas incrementen su actividad digital, a la espera de la irrupción de la Generación Beta (nacidos a partir de 2025) que están determinados en gran medida por la inteligencia artificial generativa en diferentes ámbitos.

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