En el año de 1922 por iniciativa de Manuel de Falla con el apoyo de Federico García Lorca, el escultor y pintor Miguel Cerón organizaría el célebre Concurso de Cante Jondo en los Aljibes de la Alhambra. Se trató de un evento que concitó a un buen número de intelectuales y artistas de la época quienes colaboraron desde sus saberes disciplinares o dieron aliento al evento conformando un ambiente cultural de extremo valor alrededor del concurso. Junto a los anteriores, Fernando de los Ríos, Ignacio Zuloaga, Manuel Ángeles Ortiz, Hermenegildo Lanz, Santiago Rusiñol, Andrés Segovia entre otros, acompañados de ilustres del flamenco como Pastora Pavón o Antonio Chacón generaron en aquel Corpus del año 22, pero de manera más extendida en los meses de preparación y en los ecos siguientes del concurso, un espacio de reflexión y creación poroso entre las distintas esferas de la cultura y entre los muchos lenguajes de la creación plástica, musical y literaria.
El interés por el arte flamenco de este grupo de artistas, músicos y literatos forma parte de una corriente intelectual y creativa en la época que conectaba las experimentaciones formales propias del clima vanguardista de primeros de siglo XX con los recursos culturales de la tradición, el folclore, el patrimonio y las singularidades del paisaje granadino, más allá del ánimo esencialista y ciertamente idealizado que pudieran tener de lo flamenco.
José Val del Omar, puente perfecto entre vanguardias, es quizás paradigma de un modo de entender la creación como territorio de encuentros. Su Tríptico Elemental de España es una obra que ejemplifica con claridad los objetivos que puede proponer un programa como Los Tientos: es una obra conectiva, poética, transdisciplinar y profética. En ella, como en otras producciones suyas, se deja notar la influencia que la inteligencia y sensibilidad flamenca de un artista inicialmente experimental como Vicente Escudero aporta a una creación radical para su época y para la actualidad.
Poesía 70, con el liderazgo de Juan de Loxa –y su contacto con Mario Maya y José Heredia– y desde presupuestos disruptivos con la escena literaria nacional, desbordan los lugares comunes de la poesía para agitarla y hacerla vibrar en el espacio público, en el escénico, en el audiovisual y, por supuesto, en el editorial. La participación del grabador Julio Espadafor y de otros artistas dieron una dimensión plástica a este movimiento renovador convirtiéndose también en una plataforma de creación multidisciplinar.
A mediados de los años noventa Jesús Arias entregaría a Enrique Morente lo que sería el borrador que conceptualizaba Omega, una de las grandes obras de la cultura artística española de las últimas décadas, en las que la música, la poesía y la plástica se maridarían aproximando distintas esferas culturales. El universo del flamenco experimental, la música popular de Cohen y el rock de Lagartija Nick, encontrarían en los textos lorquianos la inspiración para generar una obra paradigmática para la creación musical contemporánea que entiende el flamenco como una práctica artística netamente urbana y, por tanto, sujeta a un contexto transversal, transnacional y multidisciplinar.
Todos estos ejemplos, junto a otros más recientes como el del artista multidisciplinar Flamante -que se ubicaría en una suerte de flamenco noise– y muchos otros que podríamos introducir, marcan itinerarios por los que Los Tientos quieren transitar para contribuir a la emergencia de nuevas escenas culturales en la ciudad.