Año 2200. En el planeta Altaïr 4 el profesor Morbius (Walter Pidgeon), su hija Alta (Anne Francis) y su robot Robby reciben la visita inesperada de una misión de expedicionarios. La atmósfera confortable del planeta se verá interrumpida por la violencia desatada por una “negra fuerza misteriosa” que ataca a los miembros de la misión. El argumento de PLANETA PROHIBIDO se lo planteó Allan Adler, que colaboró con el técnico de efectos especiales Irving Block con el propósito de vender la idea a un estudio pequeño. Sin embargo, Irving Block le ofrecería el argumento a Nicholas Naytach, de la Metro. El guión fue desarrollado por Cyril Hume y, presumiblemente, el film se pensó para un público adolescente y por eso se encargó su dirección a Fred McLeod Wilcox, que había debutado con Lassie Come Home (1943), una sentimental y llena de convencionalismos “película para todos los públicos”. El trabajo de McLeod Wilcox quizá no fue muy personal –PLANETA PROHIBIDO no es, ciertamente, un film de autor-, pero sí que resultaría competente y suntuoso en algunos momentos.
El Edén de Morbius, Alta y Robby se encuentra sobre los vestigios de la desaparecida ciudad de los Krels. Entre los restos de esta antigua civilización desaparecida está su computadora gigante: Los Krels desaparecieron no sólo porque se liberaron con su computadora de las restricciones materiales, sino porque fueron destruidos por la materialización de sus propias pesadillas.
PLANETA PROHIBIDO es una obra mucho más rica de lo que aparentan sus propuestas tras su apariencia de film de ciencia ficción para adolescentes y se estructura como una paráfrasis de “La tempestad” de William Shakespeare, y, al mismo tiempo, es una obra de carácter psicoanalítico: El deseo incestuoso de Morbius por su hija es puesto a prueba por la presencia de los expedicionarios liderados por Leslie Stevens, ante los que la muchacha, pizpireta, se deja atraer a un juego de coquetería. Cuanto más se avanza en la insinuación erótica de la hija, más crece en proporciones y en furia destructora la entidad invisible. Inversamente, y de manera muy irónica el computador de los Krels que materializa el subconsciente del doctor Morbius no tiene nada que hacer con los soldados, éstos son tan mentalmente planos que carecen de subconsciente.
PLANETA PROHIBIDO es una extravagancia de estudio en la que cada plano se rodó bajo luces artificiales. Sus efectos especiales son notables y tiene momentos tan logrados como el del travelling de la gigantesca criatura andando antes del primer ataque. A pesar de la primariedad de las descripciones de los soldados y de la rigidez de los intérpretes, se trata de un film notable que marcó época y que en aspectos como su utilización de la música electrónica fue un claro precursor de muchos otros films posteriores. La MGM encargó a los Estudios Disney las secuencias de animación, recabando así un apoyo en una producción que para la más característica de las majors de Hollywood era sumamente compleja.
El primer borrador del proyecto cinematográfico en sí data de 1954 y responde a los deseos de modernización de la MGM. PLANETA PROHIBIDO (ex-“Fatal Planet”) sirvió como respuesta contundente a la moda de la serie B ciencia-ficcionera de la época. Superproducción al uso, la película cuenta con la colaboración de competentes actores (la estrella es el canadiense Walter Pidgeon), un buen realizador de encargos (McLeod Wilcox) y algunos de los mejores técnicos del Estudio. Además de una historia que mezcla con soltura inyección de adrenalina, calentura sensual y aventura del conocimiento (ésta es la película donde se dice aquello de “¡Preparen sus mentes para una nueva escala de valores, señores!” ), lo más destacable de PLANETA PROHIBIDO es su empaquetado futurista.
El veterano Cedric Gibbons se encargó de dirigir a un equipo de decoradores curtidos en todo tipo de musicales y dramas históricos. Se reutilizó parte del set de Grand Hotel y se construyeron cicloramas de ciento diez metros de longitud. Para la escena de la maquinaria Krell, se montaron maquetas de diez metros de alto. Walter Plunkett, otro mago del musical, diseñó los trajes astronáuticos de los chicos, y Helen Rase se encargó de los espectaculares vestiditos cortos con brillantes de Anne Francis.
Los efectos especiales contaron con la supervisión general del pionero en la materia A. Arnold Gillespie, que pudo trabajar al lado de Warren Newcombe (que se encargó de los mate-paintings) y Joshua Meadar, un genio de la animación Disney (suyo es el diseño del Monstruo del Id, a medio camino entre el León de la Metro y el Demonio de Tasmania).
El otro aspecto imperecedero de PLANETA PROHIBIDO es su ambientación musical. El trabajo de los hermanos Louis y Bebe Barron, indicado en créditos bajo el epígrafe “Electronic Tonalities”, se encuentra en la base de la posterior evolución de la música electrónica. Las veleidades discotequeras de Giorgio Moroder, los Mantras atmosféricos de Tangerine Dream y el estallido de creatividad House de finales de los ochenta tienen una deuda pendiente con los Barron, quienes, al parecer, se inspiraron en ¡¡auténtica música Krell!! para componer su banda sónica.
Trailer de “Forbidden Planet (1956)“.