ORSON WELLES NOS HABLA DE “CAMPANADAS A MEDIANOCHE (1965)” (II)

Publicado el 27 octubre, 2015

00.CARTEL CICLO OCTUBRE2-ORSON WELLES 2015 (50x70cm a 72 px)2PETER BOGDANOVICH: No haces un juicio sobre el príncipe Hal, en CAMPANADAS A MEDIANOCHE, pese a que se comporta terriblemente con Falstaff.
ORSON WELLES: Ocurre que no sucedió por casualidad que Hal se formara para ser el rey Enrique V. Desde el principio tuvo puesto el ojo en su futura gloria y dignidad. Eso es algo que nos comunica a lo largo de todo el relato, nos da un buen aviso. Nos encontramos con un joven complicado con una fantasmal y curiosa frialdad interior. Y tenemos también el encanto, ‘la joie de vivre’ de la camaradería… Todo eso forma parte de su vocación, el equipaje básico del perfecto príncipe de Maquiavelo. En otras palabras: de esa terrible criatura que es el gran hombre de poder.

Imagen de Campanas a MedianochePB: Ésa es la extensión de uno de los temas de toda tu cinematografía… Un examen del poder y de lo que el poder le hace al hombre.
OW: Ahí tenemos el triángulo: el príncipe, su padre, el rey y Falstaff, que es una suerte de padre adoptivo. En esencia, la película es la historia de ese triángulo. En oposición a Falstaff, el rey representa la responsabilidad. Pero lo que es tan fascinante en Shakespeare es que el propio rey es un aventurero. Y él, que ha usurpado el trono, defiende la legitimidad. Y Hal tiene que traicionar al único hombre bueno de la historia para proteger una herencia dudosa y realizar su destino, fríamente elegido, de héroe inglés. Y, naturalmente, Falstaff es en sí mismo un reproche y un rechazo de todas esas pretensiones reales y heroicas.

Imagen de Campanadas a Medianoche.PB: Tú le has llamado “el único hombre bueno”.
OW: Creo que él es el único gran personaje en toda la literatura dramática que es esencialmente bueno. Es bueno en el sentido en que los hippies son buenos. La comedia trata de todos los defectos de ese hombre, pero estos defectos son triviales: su famosa cobardía es un chiste -un chiste que Falstaff parece contarse a sí mismo contra él mismo-; pero podría defenderse firmemente su valor; y su bondad es básica, como el pan y como el vino. Resplandece de amor, pide muy poco y, al final, naturalmente, no consigue nada. Incluso si nunca existió el ‘mejor tiempo pasado’, el que podamos concebir un mundo así, es, de hecho, una afirmación del espíritu humano. El que la imaginación del hombre sea capaz de crear el mito de un tiempo pasado más abierto y más generoso no es un signo de nuestra locura. Cada país tiene su ‘Merrie England’, su Arcadia feliz, una época de inocencia, una mañana brillante de rocío en el mundo pasado. Shakespeare canta a ese mayo florido en muchas de sus obras y Falstaff -ese viejo pillo barrigudo- es su perfecta encarnación. Toda su pillería, su amor a la taberna, los embustes y jactancias no son más que una parte de él, como una breve canción que canta para acompañar su cena. Éstas no son las cosas que busca.

PB: Eso aparece con claridad en la película.
OW: Y, naturalmente, para ello sacrifica algunos de los grandes efectos de la comedia. Lo sé. Deliberadamente renuncié a algunos de los chistes más importantes para permitir que hiciera su papel a su modo.

PB: Ahí está presente ese soñar el pasado…
OW: Está maravillosamente representado por esos dos viejos, Shallow y Silence. Nos muestran la gran capacidad de atracción que tiene la idea de pensar en el pasado y de cómo Falstaff odia oír hablar de ello. ‘Hemos oído las campanadas de medianoche’. (…)

PB: Hay un momento en CAMPANADAS A MEDIANOCHE que recuerda la escena de la chimenea de Richard Bennett en El cuarto mandamiento.
OW: ¿Cuándo estamos sentados junto al fuego?

00.CARTEL CICLO OCTUBRE2-ORSON WELLES 2015 (50x70cm a 72 px)PB: Sí, dos ancianos contemplando su muerte. Desde el principio -como en todas tus películas- percibo una marcada preocupación por la edad avanzada.
OW: No es una buena preocupación que un dramaturgo pueda permitirse, en ninguno de los medios de comunicación a su servicio, porque se trata del tema que a la gente menos le gusta. Pero siempre me fascinó, tanto cuando sólo tenía veinte años como ahora, cuando los hechos futuros empiezan a ensombrecerse… Odio pensar que me estoy repitiendo a mí mismo, pero es posible que tengas razón. Allí estaba aquel fuego… El único lugar de aquella habitación en el que nos podíamos sentar era junto a la chimenea. Originalmente se pensó que aquella escena debía filmarse en los restos de un huerto de árboles frutales, con los esqueletos de unos pocos árboles negros destacando sobre la nieve. Los dos ancianos sentados al Iado de Falstaff iban a asar algunas aves pequeñas sobre las ascuas de un brasero, una horrible escena de ancianos con los dedos pringososo. Decidimos trasladarla y hacerla a cubierto, dentro de la casa, porque no pudimos conseguir la nieve. (…)

PB: ¿Cuál es el significado de ese intercambio de miradas entre el príncipe Hal y Falstaff por encima del cuerpo de Percy?
OW: Si eso no queda claro, habla muy mal de mí. Porque la escena de la película no es realmente de Shakespeare. Como recuerdas, Falstaff se ha adelantado para proclamar (quién sabe con qué intención, quizá porque quiere gastar una broma macabra) que ha matado a Hotspur. Cuando se hace obvio que está mintiendo, el rey mira a Hal, como si quisiera decirle: ‘Este es el tipo de amigos que tienes…’. El príncipe pudo haber dicho: ‘No, fui yo quien le mató’, pero se niega a hacerlo. ¿Por qué? Por pura terquedad, la propia de las relaciones entre padre e hijo.

PB: Fascinante…
OW: Gracias a John Gielgud, que es extraordinario. Creo que es un gran papel y él lo realiza de modo soberbio.

PB: Ese personaje es bastante ambiguo.
OW: Está obsesionado con la legitimidad y con toda la mística de la corona precisamente porque él mismo no es el auténtico heredero de ella. La corona, como es concebida en la obra de Shakespeare, lleva consigo un tipo especial de magia. Cuando muere el último de los Plantagenet esa magia desapareció de Inglaterra. La caballería murió con ellos. El mismo momento de la muerte de la caballería es el de la muerte de Hotspur, el último de los auténticos caballeros.

PB: También le das a Hotspur una cualidad ridícula.
OW: Ése es Shakespeare, no se trata de una distorsión. En ocasiones nos reímos de Hotspur pero sabemos con seguridad que nunca podría traicionar una amistad.

PB: En cierto sentido Hal podría ser considerado como un símbolo del moderno…
OW: ¡Oh, es un hombre moderno! El hombre del Renacimiento, el Tudor, el nuevo tipo de príncipe (…).

PB: ¿Cuál fue ese actor que no podía hablar?
OW: Walter Chiari.

PB: No creo que el personaje fuera escrito de ese modo en Shakespeare.
OW: No, pero se llamaba Silencio y ese me pareció un buen motivo para hacerlo prácticamente incapaz de hablar a causa de una horrible tartamudez.

PB: Le diste también un extraño aspecto visual usando una lente de gran angular, ¿no fue así?
OW: Y también con maquillaje: nariz falsa, algodón en el interior de los carrillos. Realmente es un guapo ex jugador de fútbol. Un soberbio comediante y una gran estrella en la ‘rivista italiana’. (…)

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Texto: Peter Bogdanovich & Orson Welles, Ciudadano Welles, Grijalbo, 1994.

Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario. Área de Cine y Audiovisual. Centro de Cultura Contemporánea. Universidad de Granada.

http://https://www.youtube.com/watch?v=9y3YkhJoauM

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