Un 32 de agosto en La Tierra (1998)

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Introducción

Información complementaria al ciclo Cineastas del siglo XXI (V): Denis Villeneuve. Ciclo que el Cineclub universitario / Aula de cine, del Área de Cine y Audiovisual de La Madraza, nos ofrece durante el mes de noviembre, más una sesión especial la primera semana de diciembre, todos los martes y viernes, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario. Las películas se proyectarán en versión original, con subtítulos en español, y la entrada a las mismas es libre hasta completar aforo. Si bien, en esta sala y durante las proyecciones, NO ESTÁ PERMITIDO comer ni hacer uso de dispositivos móviles. Os agradecemos vuestra colaboración.

Una singular comedia romántica con un aura de irrealidad

Con guión del propio Denis Villeneuve, su director,  en Un 32 de agosto en La Tierra (1998) ya queda claro que los personajes femeninos en la mayor parte de su cine contienen mayor relevancia, y profundidad, que los masculinos, sujetos a elementos más universales. El film propone una muy singular comedia romántica, una historia de amor entre un hombre y una mujer, muy buenos amigos desde siempre, pero que Villeneuve sabe dotar de un aura de irrealidad donde cualquier cosa es posible.

Simone (Pascale Bussières) se duerme al volante de su coche, sobreviviendo a un accidente que en el fondo no ha sido más que un buen susto. El haber tenido la muerte tan cerca, al tener esos días “regalados”, empezando por el 32 de agosto, decide dar un vuelco a su vida y toma una muy determinante decisión: Tener un hijo, algo que juró que nunca haría. Para ello recurrirá a su mejor amigo Philippe (Alexis Martin), que ha estado enamorado de Simone casi toda su vida. Ante la extraña y repentina petición, éste recurre a “encargar” el niño en un desierto, eligiendo Utah para realizar tan comprometido deseo. Comenzará así un viaje no sólo físico, sino emocional, entre los dos amigos, arrastrando Simone a Philippe a un forzoso replanteamiento de su vida y principales intereses. En estos días adicionales (se llega hasta el “35 de agosto”), el director canadiense se las arregla para imbuir ideas sobre la importancia del destino y del determinismo, hablando de la manera en que nuestras decisiones tienen consecuencias y cómo éstas afectan a nuestras vidas.

Cierre

La historia de amor de UN 32 DE AGOSTO EN LA TIERRA no es típica a pesar de establecerse entre los sempiternos “mejores amigos”; el inesperado periplo los muestra como diminutos seres en un mundo loco, perdido, que va hacia la deriva, y con él los aún más perdidos personajes. Ya en su ópera prima Villeneuve construye su laberíntico film a partir de una desgracia, ya sea un accidente, un asesinato o un secuestro, e invita al espectador a cerrar el viaje propuesto.

Puede que peque de demasiado trascendental, con cierto halo poético que a veces no le queda bien a la película, por excesivo, pero acierta de lleno con su poder de sugestión, sin necesidad de narrar, o explicar, algunos de los acontecimientos, además de mostrar un gusto por los finales abiertos, o no terminados de forma convencional. Un último convite a utilizar el cerebro. A pensar.

Fuente: Cuaderno del ciclo Cineastas del siglo XXI (V): Denis Villeneuve.