La Naranja Mecánica (1971)

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“ (…) Leí ‘La naranja mecánica’ de un tirón. (…) Me parecía ver una única y maravillosa obra de imaginación y, tal vez, incluso genial. La imaginación narrativa resultaba mágica, los personajes eran paradójicos y excitantes, las ideas estaban brillantemente desarrolladas e, igualmente, el relato poseía un calibre y densidad que podía adaptarse al cine sin simplificarse demasiado. (…) Me he documentado sobre la psicología del comportamiento (conductismo de J. B. Watson) y la terapia de reflejos condicionados, y fue casi todo lo que necesité en términos de cierto fondo serio y técnico para el relato. (…)

(…) Las aventuras de Alex son como una especie de mito psicológico. Nuestro subconsciente encuentra una liberación con Alex, exactamente igual que la encuentra en los sueños diurnos. Se resiente de que Alex sea suprimido y reprimido por la autoridad, por mucho que nuestra mente consciente reconozca la necesidad de hacerlo así. (…). Sin duda, la narración actúa a otro nivel, como una sátira social, ocupándose de la cuestión de si la psicología del comportamiento y el condicionamiento psicológico constituyen nuevas y peligrosas armas para en un gobierno totalitario, a fin de emplearlas en imponer excesivas fiscalizaciones sobre sus ciudadanos y convertirlos en poco menos que autómatas. ”

Penelope Houston, “Entrevista a Stanley Kubrick” rev. Sight and Sound, 1972.

“(…) es un film de Kubrick, técnicamente brillante, inteligente, pertinente, poético y que abre perspectivas al espíritu».

Anthony Burguess

Introducción

Con La Naranja Mecánica (1971) el CineClub Universitario / Aula de Cine prosigue el ciclo «Maestros del cine moderno (VI): Stanley Kubrick (y 2ª parte)«. Cada una de las películas que integran el mismo se proyectarán, en versión original en inglés con subtítulos en español, todos los Martes y Viernes, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid). Entrada libre hasta completar aforo.

Sobre el título de la película

La experiencia docente de Anthony Burgess con jóvenes en Inglaterra, su viaje a Leningrado en 1961 -donde conoció a jóvenes delincuentes llamados stilyagi– y las nuevas corrientes aparecidas en el campo de la psiquiatría y la etología, aplicables al sistema educativo y penitenciario, entre otros estamentos, dieron forma y contenido a esta fábula literaria titulada ‘La Naranja Mecánica’. La peculiaridad añadida de establecer el lenguaje nadstad, una especie de jerga para adolescentes, cumplimentaron el carácter singular de la obra de Burgess. Tanto la creación de este diccionario formado por unos doscientos vocablos, como el título original de la obra, se deben a la vertiente políglota de Burgess. En el primer caso, proviene de su conocimiento de las lenguas eslavas con la inclusión de algunos términos de origen románico y del slang británico. Por su parte, la denominación de ‘A Clockwork Orange’ procede de un juego de palabras entre orang (que significa ‘hombre’ en malayo, un idioma que conoció al escribir ‘The Malayan Trilogy’) y clockwork (‘mecánico’), pero su primer origen presenta una historia llena de misterio para el propio autor:

“En 1945 al regresar del ejército, oí a un viejo cockney de ochenta años en un pub londinense decir que alguien era ‘tan loco como una naranja mecánica’. La frase me intrigó con esa desagradable fusión entre demótico y surrealista. Durante casi veinte años la oí varias veces más (…) pero siempre de procedencia de adultos cockneys, nunca de los jóvenes. Era un tropo tradicional y me preguntaba cómo utilizarla en un trabajo que combinara un interés por la tradición y la técnica bizarre. La oportunidad para usarla vino cuando concebía la noción de la escritura de una novela sobre lavados de cerebro. El Stephen Dedalus de Joyce Ulises se refiere al mundo como una ‘naranja oblata; el hombre es un microcosmos o un mundo pequeño; éste tiene un crecimiento tan orgánico como una fruta, dotada de color, fragancia y dulzura; al entrometerse en él, al condicionarlo, éste gira hacia una acción mecánica’”.

 

Los diferentes puntos de vista de La Naranja Mecánica

La naranja mecánica admite ser analizada desde diferentes puntos de vista. Que Kubrick es un escéptico pesimista, que no tiene excesiva confianza en el porvenir del género humano parece fuera de discusión. La pervivencia del individualismo, en una sociedad mecanizada, con la creciente intrusión del Todopoderoso Estado -auxiliado por la ciencia- en la vida particular, aparece seriamente amenazada. ¿Cuáles pueden ser los puntos de contacto entre el católico Burgues y el agnóstico -de origen judío- que es Kubrick? El punto de coincidencia radica en la necesidad del libre albedrío, aunque por razones diferentes. La moral católica precisa del libre albedrío para que un hombre pueda ser merecedor de premio o de castigo, mientras que Kubrick defiende el libre albedrío como consecuencia de su individualismo liberal, que pretende que el hombre no renuncie a ninguna de sus posibles capacidades y opciones. Alex, en la primera parte lleva a cabo una serie de acciones consideradas perniciosas para la sociedad. Resulta curioso que nadie haya concedido importancia a la forma en que se lleva a cabo la reeducación -lavado de cerebro o curación- de Alex por medio del tratamiento Ludovico. El tratamiento Ludovico no elimina los impulsos violentos de Alex, programándolo exclusivamente para hacer el bien, sino que las inclinaciones de Alex subsisten, y el tratamiento, lo que hace, es crear una serie de reflejos de náuseas y dolores en su cuerpo que le impiden golpear y violar como era su primera intención. El tratamiento Ludovico no elimina las causas, únicamente reprime los efectos. La trascendental importancia de este hecho se hará más evidente en el análisis de las diversas lecturas que el film permite.

Una primera lectura que vería el film como sátira social, se centraría en la importancia del libre albedrío para la supervivencia del individuo. Haría hincapié sobre la mayor peligrosidad -o mayor maldad- del ejercicio colectivo de la violencia y de la coacción, sobre el ejercicio individual de la misma. Sería la sátira de un Estado que se arroga el monopolio de la violencia no dudando en utilizar -en provecho propio- la de los peores elementos de la sociedad –Dim y Georgie formando parte de la policía, único lugar donde pueden ejercer legalmente la ultraviolencia-, y pactando finalmente (a través de su Ministro del Interior) con Alex, sancionando y bendiciendo su comportamiento, a cambio de que les ayude a ganar las próximas elecciones.

En un segundo nivel el hecho de que Alex encuentre, en la segunda parte, a los mismos personajes que antes de que sufriera el tratamiento Ludovico configuran una estructura de fábula o cuento de hadas. Se trata de una fábula sobre la justicia y el castigo, y es necesariamente irónica. Alex cuando obra “mal” se ve recompensado, y cuando obra “bien”, cuando está incapacitado para hacer el mal, será víctima de la violencia de los demás, del mendigo borracho, del escritor, de sus padres, y de sus antiguos camaradas. El rechazo explícito del cristianismo, del que Kubrick hace gala, con su ineficaz robot cristiano que pone inútilmente “la otra mejilla”, funciona como un perverso e inteligente “boomerang” de Kubrick contra la conciencia católica del novelista. Una tercera lectura permite contemplar el film como mito psicológico, siendo Alex la representación del inconsciente y el film una especie de aventuras del “id” o impulsos instintivos del individuo. El tratamiento Ludovico vendría a ser el equivalente psicológico del proceso de civilización de la humanidad, y las nauseas que sufre Alex se corresponden con la neurosis que la civilización provoca en el hombre. La civilización actual no ha logrado que el hombre supere sus impulsos primarios, sino que le ha obligado a reprimirlos. El hombre se ha desarrollado científica e intelectualmente pero no lo ha hecho, ni moral ni sentimentalmente, lo que provoca un desequilibrio que culmina en la neurosis.

Cierre

Por todo lo dicho se puede concluir que La Naranja Mecánica ofrecía un brutal contraste formal y estético con la pulcra y serena anterior película de Stanley Kubrick, 2001: Una odisea del espacio, haciéndola parecer, si cabe, más “dura” de lo que es.

Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario / Aula de Cine.