LA GRAN ILUSIÓN

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Fecha y Hora: MARTES  5 – 21’30 h.  Entrada libre (hasta completar aforo).  

Lugar: Salón de actos de la E.T.S. de Ingeniería de Edificación.

MAESTROS DEL CINE CLÁSICO VI: JEAN RENOIR (2ª parte). Centro de Cultura Contemporánea Cine Club. Universidad de Granada.  

Introducción de Jean Renoir

Año de estreno: 1937. Duración: 114 min. 
País: Francia. Género: Drama.

Poster de la película.

Título Orig.- La grande illusion. Director.- Jean Renoir. Argumento y Guión.- Jean Renoir y Charles Spaak. Fotografía.- Christian Matras & Claude Renoir Jr. (B/N). Montaje.- Marguerite Renoir & Marthe Hughet. Música.- Joseph Kosma. Canciones.- “Tipperary”, “Die wacht am Rhein”, “La Marseillaise” / “Si tu veux Marguerite” de Vincent Telly & Albert Valsien, interpretada por Frou- Frou. Productor.- Frank Rollmer & Albert Pinkovitch. Producción.- Réalisation d’Art Cinématographique (R.A.C.). Intérpretes.- Jean Gabin (teniente Maréchal), Pierre Fresnay (capitán De Boeldieu), Erich von Stroheim (capitán Von Rauffenstein), Marcel Dalio (Rosenthal), Dita Parlo (Elsa), Julien Carette (Cartier), Gaston Modot (el ingeniero), Jean Dasté (el profesor). v.o.s.e.
 
Música de sala: Darling Lili (Darling Lili, 1970) de Blake Edwards.  Banda sonora original de Henry Mancini.


Temática:
  
   «Tal como se indica en una de las múltiples replicas ingeniosas que puntuan la película, LA GRAN ILUSIÓN de Jean Renoir cuenta la historia de una serie de niños que juegan a los soldados en los patios exteriores de un campo de prisioneros, mientras que, en los espacios interiores una serie de soldados prisioneros juegan como niños. Los soldados alemanes, que en la película asumen el papel de vigilantes, llevan a la práctica, mediante sus rituales marciales, los artificios preliminares al juego de la guerra, mientras que en el interior de la cárcel los prisioneros alemanes confraternizan con sus compañeros franceses y preparan una representación.

   Dentro de la obra de Jean Renoir, podríamos llegar a emparentar LA GRAN ILUSIÓN con esa comedia cuartelera, con aires de vodevil frívolo, rodada al final de su periodo mudo titulada Escurrir el bulto. No obstante, a pesar del tono ligero con que nos es presentada la situación de encierro durante la guerra, el cineasta intenta articular desde la ligereza uno de los más profundos y contundentes manifiestos sobre la absurdidad de las fronteras nacionales, sobre los vínculos de clase y la inutilidad de las guerras. La diversión y la aparente frivolidad que marcan el tono de la película son los elementos que enmascaran el sentimiento trágico que acompaña a la condición humana, son los rasgos estilísticos que sirven para diluir la tragedia de la división política de la que son víctimas todos los miembros del heterogéneo grupo de prisioneros protagonistas. Renoir revela la tragedia de forma puntual, mediante una serie de subrayados poéticos que sirven para unificar la estructura abierta que dispone el relato.

   En LA GRAN ILUSIÓN, Jean Renoir pretende situarse más allá de los acontecimientos históricos que puntuaron la tragedia colectiva de la Primera Guerra mundial para componer su película como un discurso humanista contra la ilusión de la guerra y una reflexión sobre la difícil convivencia de las existencias individuales cuando son forzadas a asumir la experiencia de la vida en una colectividad. En el momento de afrontar el tema de la guerra, Renoir no concibió LA GRAN ILUSIÓN como una película sobre los horrores del frente, sino sobre las consecuencias que esta guerra puede tener en una serie de tipologías sociales, que funcionan como arquetipos de Francia durante el período. El mensaje antimilitarista, que con los años se ha convertido en uno de sus principales reclamos, no se pone de manifiesto a partir de la creación de una serie de procedimientos maniqueistas que culpan a los alemanes y redimen a los soldados franceses, ni mediante la búsqueda de la adhesión del público a unos postulados antibelicistas y anticapitalistas propios de lo que podría ser el pensamiento de izquierdas en la Francia del periodo, sobre todo si tenemos en cuenta que en el momento en que se realiza la película Jean Renoir estaba involucrado activamente en las acciones del Partido comunista. Renoir evita toda denuncia dogmática y prefiere llevar a cabo una disección milimétrica de la conducta de sus personajes. El cineasta parte de la observación de los lazos existentes entre los personajes, para observar de qué modo existe más proximidades electivas entre dos aristócratas -uno alemán y otro francés- o entre dos carpinteros de los respectivos países, que entre los seres de un mismo país. Todo el peso de LA GRAN ILUSIÓN radica en el análisis minucioso de cómo las barreras impuestas por los Estados se alzan como barreras ficticias, mientras que la solidaridad puede ser posible entre los seres de una misma clase social».

Texto:
Ángel Quintana, “La gran ilusión”, en “50 obras maestras del cine europeo, 3ª parte”,
rev. Dirigido, noviembre 2005.

   «Un diálogo ilustrativo sobre enfermedades de clase. Fue uno de los temas predilectos en el cine de su autor, de Los bajos fondos (1936) a La regla del juego. La diferencia de clases está presente siempre en LA GRAN ILUSIÓN, apartando por momentos la contemplación del hecho bélico del primer plano al que parecía abocado sin que nada pudiera hacerle sombra. Boeldieu, es obvio, se entiende mejor con su enemigo, Rauffenstein, unidos por la oficialidad de carrera, la aristocracia de sus respectivos linajes y el recuerdo de las noches parisinas, pero no duda ni un momento en sacrificar su vida para que dos oficiales de su ejército, que prefieren el vino de taberna al champagne de los clubes, consigan evadirse de la fortaleza comandada por su aliado de clase. Renoir se esfuerza en todo momento en mostrar los rasgos distintivos de cada personaje, pero es en ese diálogo sobre las enfermedades donde los concretiza mejor. “La gente bien suele tener viruela”, comenta Maréchal, a lo que Boeldieu contesta: “Sí, antes era un privilegio, pero hasta eso se democratiza. La gota y el cáncer no son enfermedades de obreros, pero lo serán”. Alguien pregunta por los intelectuales: “¿Nosotros? La tuberculosis”, responde el oficial que se pasa el día leyendo al poeta griego Píndaro. “¿Y los burgueses?”. “Hígados, intestinos, comen demasiado. En resumen, cada uno moriría de su enfermedad de clase si la guerra no reconciliara a todos los microbios”, sentencia Rosenthal«.

 Texto:
Quim Casas, “La gran ilusión”, en Jean Renoir, rev. Nosferatu, nº 17-18, marzo 1995.

Valoración:

   «En el momento de analizar de qué modo los destinos individuales chocan frente a las forzadas comunidades impuestas en situaciones excepcionales, el cineasta parece prolongar la reflexión de su película anterior Los bajos fondos, apócrifa adaptación de una pieza de Gorki, centrada en la observación de un grupo. En LA GRAN ILUSIÓN, los principales protagonistas son presentados como miembros de una colectividad artificial. Dentro del campo de prisioneros, los seres humanos luchan para poder llegar a afirmar el peso de propia individualidad. El campo de prisioneros es visto como si fuera una Torre de Babel en la que conviven unos seres representativos de la diversidad, en la que los pocos vínculos de unión -entre ellos, el más fuerte sea quizás el deseo de fuga y de libertad- son menos significativos que los rasgos que los separan. Las clases sociales reunidas en el espacio de la prisión son muy divergentes. Entre los principales personajes arquetípicos que nos muestra Renoir están un aristócrata, un burgués rico, un obrero, dos profesores y un actor. Una serie de personajes que pretenden crear una clara identificación con el espectador. Unos arquetipos que no funcionan según una voluntad de demostración ideológica, sino muchas veces a partir de un deseo de articulación estética de un universo.

Imagen de la película.

   Mediante una serie de elementos significativos como las ropas, los movimientos del cuerpo, el lenguaje y los objetos que decoran los pequeños espacios individuales que los seres se forjan dentro de lo colectivo, Renoir no cesa de acentuar las diferencias. De este modo, del interior de LA GRAN ILUSIÓN acaba emergiendo uno de los grandes temas del cine de Renoir: en un universo marcado por la diferencia el orden no puede imponerse desde la ley -desde los principios propios del mundo apolíneo- sino que siempre debe surgir desde abajo, desde el desorden de la existencia y sobre todo desde el respeto hacia la alteridad. LA GRAN ILUSIÓN a la que se refiere el título es, sobre todo, la lucha por conseguir la tolerancia, para llegar a crear la armonía colectiva.

   A pesar de haber sido rodada en 1937, LA GRAN ILUSIÓN no es una película vieja, sino al contrario. Unos años después de su estreno continúa siendo un claro reflejo de una modernidad y de una apertura, que acaba cuestionando muchas de las propuestas del cine contemporáneo -sobre todo de determinado cine español- que pretenden ser modernas cuando sus estructuras narrativas no cesan de remitir a lo viejo y lo convencional. En la película, Renoir destruye la dramaturgia tradicional orientada a convertir a los personajes en el elementos claves del desarrollo narrativo de las acciones. Ningún personaje se constituye en el centro de la representación, sólo el teniente Maréchalestará presente durante todo el metraje, pero su función no es siempre central ya que en algunos momentos el centro de atención de la escena recae en otros personajes. Renoir no se siente satisfecho con la creación de seres perfectamente definidos como arquetipos, sino que ofrece a todos los personajes, incluso a los secundarios, la posibilidad de realizar una evolución psicológica, a partir de un proceso constante de reequilibrio entre las acciones. La estructura narrativa se desarrolla en tres partes, con un prólogo y un epílogo. Las dos primeras partes transcurren en campos de concentración -el campo de Hallsbach y la fortaleza de Winersbon- mientras que la tercera, que se desarrolla después de la fuga de los dos principales protagonistas, tiene como escenario una granja donde vive una mujer, torturada por el dolor de la pérdida de sus seres queridos. Cada una de las partes del relato se estructura en torno a una celebración -el teatro, el concierto de cacerolas y una celebración navideña-. Esta celebración se presenta como momento de fusión de esa comunidad integrada por seres dispares, después de cada celebración se nos muestra un plan de fuga. En LA GRAN ILUSIÓN no existe una intriga frontal sino un juego de puesta en escena, en torno a diferentes instantes observados como momentos de vida, como partes dispersas de una realidad que desde la dispersión acaba dando coherencia al relato. A pesar de ser una película que habla de unos seres encarcelados, la puesta en escena de Renoir está llena de aperturas hacia el exterior. La cámara no cesa de cruzar puertas y ventanas, como si quisiera afirmar su poder para diluir los espacios fronterizos que separan los seres de ejércitos diferentes. En determinados momentos parece como si este deseo de reencuadrar los mundos a través de puertas y ventanas acabara convirtiendo el acto de puesta en escena en una invitación a la evasión, como una invitación a la ruptura de las barreras arquitectónicas para privilegiar la fuga».

Texto:
Ángel Quintana, “La gran ilusión”, en “50 obras maestras del cine europeo, 3ª parte”,
rev. Dirigido, noviembre 2005.

  «La escritura de Spaak y Renoir en LA GRAN ILUSIÓN es tan ágil y envolvente como lo son los constantes movimientos de cámara. En el campo de prisioneros se vive al día, lento e inexorable. La rutina se impone, pero los personajes agudizan el ingenio, y no lo hacen solamente para depositar en el jardín exterior, sin ser vistos por las guardias, la tierra del túnel que acumulan durante la noche en el barracón. Otra muestra de la sabiduría popular. Uno de los oficiales que comparte dormitorio con Maréchal, Boeldieu y Rosenthal, asegura estar en esta situación por el hecho de ser vegetariano: “Mi hermano y yo estábamos enfermos del estómago. Un médico nos dijo que moriríamos si comíamos carne. Yo me hice vegetariano y me curé. Mi hermano continuó comiendo carne y le licenciaron por inútil…”. La guerra es inútil».

 Texto:
Quim Casas, “La gran ilusión”, en Jean Renoir, rev. Nosferatu, nº 17-18, marzo 1995.

Tráiler de  «La grande illusion (1937)»



 (Fuente: Vicerrectorado de Extensión Universitaria y deporte de la Universidad de Granada).