ESTA TIERRA ES MÍA

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Fecha y Hora: VIERNES 8. 21’30 h. Entrada libre (hasta completar aforo). Lugar: Salón de Actos de la E.T.S. de Ingeniería de Edificación.
MAESTROS DEL CINE CLÁSICO VI: JEAN RENOIR (3ª parte). Centro de Cultura Contemporánea Cine Club. Universidad de Granada.  

Año de estreno: 1943. Duración: 100 min. 
País:
EE.UU. Género: Drama.

Cartel de la película.

Título Orig.- This land is mine.  Director.- Jean Renoir.  Productores, Argumento y Guión.- Jean Renoir y Dudley Nichols.  Fotografía.- Frank Redman (B/N).  Montaje.- Frederic Knudtson.  Música.- Lothar Perl. Producción.- R.K.O.  Intérpretes.- Charles Laughton (Albert Lory), Maureen O’Hara (Louise Martin), George Sanders (Georges Lambert), Walter Slezack (mayor Von Keller), Ken Smith (Paul Martin), Una O’Connor (Emma Laurie), Philip Merivale (profesor Sorel). v.o.s.e.

1 Oscar: Sonido (Stephen Dunn)
Música de sala: Los mejores años de nuestra vida (The best years of our lives, 1946) de William Wyler. Banda sonora original de Hugo Friedhofer.
    Temática: «La comparación entre la imagen, a la par realista y estilizada, que ESTA TIERRA ES MÍA  ofrece de la Segunda Guerra Mundial con la vertida por el propio Renoir, pocos años antes, de la Primera Guerra Mundial en La gran ilusión (1937), desde una perspectiva plenamente autorizada por la participación personal del autor en ambas contiendas, sugiere dónde radican las diferencias políticas, ideológicas, económicas y morales que diferenciaron los dos conflictos bélicos. Y la finura ética y artística que esta gran película revela mientras dibuja la fricción entre dos conceptos tan equívocos (y relativos, y pueriles, y hasta folletinescos en la acepción más peyorativa del término) como Valor y Cobardía, así como en su reflexión sobre la dicotomía entre soluciones individuales y responsabilidad colectiva, sin lugar a dudas basta para asegurar a ESTA TIERRA ES MÍA un puesto de honor en la obra de Jean Renoir».

Texto:
Carlos Aguilar, “Esta tierra es mía”, en Jean Renoir,
rev. Nosferatu, nº 17-18, marzo 1995.
Vídeo de «Esta tierra es mía (1943)«

Análisis:
   «Debido a una fascinante coincidencia, dos de las mejores películas (si no las mejores, por lo menos las de mayor vigencia actual, y en todos los órdenes) pertenecientes al ciclo anti-nazi producido en Hollywood durante la Segunda Guerra Mundial, Los verdugos también mueren y ESTA TIERRA ES MÍA, datan del mismo año, 1943, están ambientadas en sendas ciudades imaginarias que representan metafóricamente la Francia ocupada por tropas alemanas, y fueron realizadas por cineastas europeos instalados en Estados Unidos a consecuencia de su incompatibilidad ideológica con las consignas del Tercer Reich, respectivamente Fritz Lang y Jean Renoir. Este parentesco se estrecha, desde detrás de la cámara, cuando advertimos que el coguionista y coproductor de ESTA TIERRA ES MÍA, Dudley Nichols, había escrito ya otra película de Lang de signo anti-nazi, El hombre atrapado (Man Hunt, 1941) -con la cual ESTA TIERRA ES MÍA además comparte un actor, George Sanders- y, delante de la cámara, a causa de ciertas analogías argumentales, rítmicas y visuales. Difuminándose, por el contrario, en virtud de la mirada específica que cada cineasta arroja sobre el material dramático: mientras que Lang imprimía a Los verdugos también mueren el tono de angustiada paranoia que recorre y hermana su filmografía, por encima de épocas o países, Renoir aportaba a ESTA TIERRA ES MÍA la pluralidad de perspectivas humanas que, entre otros rasgos de consideración, caracteriza el cine de éste, igualmente sin distinciones cronológicas o geográficas. Una diferencia de enfoques que también puede apreciarse cotejando las películas francesas de Renoir La golfa (1931) y La bestia humana (1938) con los remakes Perversidad (Scarlet Street, 1945), y Deseos humanos(Human Desire, 1954), respectivamente, realizados en Estados Unidos por Lang, lo cual implica un vínculo más entre dos cineastas paradójicamente casi antitéticos.

   Centrándonos ya en ESTA TIERRA ES MÍA, es obligado indicar, antes que nada, que con ella finalizó la relación profesional entre Renoir y el referido Dudley Nichols, iniciada precisamente en el “debut” del realizador francés en la cinematografía norteamericana, con la película Aguas pantanosas (1941), de interés muy inferior a ésta la segunda experiencia en Hollywood del autor de La regla del juego (1939). A la sazón prestigioso sobre todo por su larga y fecunda colaboración con el fabuloso John Ford, traducida en la friolera de quince guiones, Nichols creyó en ESTA TIERRA ES MÍA hasta el extremo de formar con el realizador una sociedad, la efimera Renoir-Nichols Productions, que posibilitara llevar a cabo la película sin injerencias ni concesiones, propósito que llegó a buen puerto en el seno de la entonces muy personal y contrastada productora RKO-Radio Pictures. Por añadidura, la incorporación del director artístico habitual de Renoir, el admirable Eugène Lourié (que, con los años, tan poco afortunado se mostraría en sus contadas incursiones en la realización) a buen seguro proporcionó al emigrado director francés seguridad y confianza en la calidad del resultado.

   Mal recibida en su momento, sobre todo y significativamente en Francia, ESTA TIERRA ES MÍA en nuestros días sólo chirría y decae en las dos últimas secuencias, sendos speechs acaso conseguidos a nivel emocional pero que empobrecen la tremenda riqueza de los noventa minutos anteriores, al rozar la banalidad coyuntural del libelo. Por lo demás, desde el primer momento y a lo largo de una narrativa densa y sin altibajos, en ocasiones aligerada por bien dosificadas pinceladas humorísticas, el film se mantiene sólido e irreprochable, reuniendo magistralmente la turbiedad psicoanalítica que gira alrededor del complejo personaje protagonista -tan afín al universo de Alfred Hitchcock y precedente de otra inolvidable creación de Charles Laughton, la que legó al año siguiente en El sospechoso (The Suspect, 1944), quizá no por casualidad realizada por otro gran cineasta europeo emigrado a Hollywood por causa del nazismo, Robert Siodmak- con el reflejo de un férreo compromiso de concienciación, sin incurrir en tentaciones simbólicas o alegóricas ni introducir tópicos o cualquier clase de demagogia, y sirviéndose, con absoluta licitud, de unas magníficas interpretaciones de todo el reparto, sin excepciones». 

Texto:
Carlos Aguilar, “Esta tierra es mía”, en Jean Renoir,
rev. Nosferatu, nº 17-18, marzo 1995.