EL VIENTO SE LEVANTA (2013)

Área de Cine y Audiovisual

Se alza el viento… ¡tratemos de vivir!

Paul Valéry

Presentación

Miyazaki    Hoy, Martes 31 de Enero de 2017, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima (Aula Magna de la antigua Facultad de Medicina (Av.de Madrid)), termina el ciclo Maestros de Animación (I): Hayao Miyazaki, con la proyección de “El viento se levanta (2013)“.

    El ciclo está organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cine Club Universitario / Aula de Cine) de La Madraza.Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada y cada una de las películas que lo componen se proyectan en versión original en japonés con subtítulos en español.

   El Precio normal de la entrada son 2 €; precio con carnet del Cineclub, 1,50 € y abono 10 sesiones, 9 €. Las entradas pueden recogerse en taquilla, ubicada en la mencionada Sala Máxima (Aula Magna de la antigua Facultad de Medicina), a partir de las 20:00 horas, aproximadamente.

Se alza el viento… ¡tratemos de vivir!

Kaze-Tachinu   El último trabajo de Hayao Miyazaki, EL VIENTO SE LEVANTA, reconstruye los pasajes más relevantes en la vida del ingeniero aeronáutico Jiro Horikoshi, aunque su realidad, profesional y sentimental, no es más que el pretexto para otro viaje plástico y melodramático a las raíces de la fantasía, los sueños y la superación.

   Miyazaki abre su film con esta cita extraída del final del poema de Paul Valéry “El cementerio marino” (1920): “Le vent se lève… iI faut tenter de vivre!” (Se alza el viento… ¡tratemos de vivir!). No es solo un comentario desde fuera, una citación del autor refrendando un posible motivo de inspiración para su película. En varios pasajes del film, especialmente en su primer bloque, el de formación y conocimiento del protagonista, tanto él como algunas de las otras figuras esenciales de la historia recitan, en francés original, este fragmento hasta convertirlo en una suerte de leit motiv: el viento se alza como se alza la miseria durante la depresión económica que asola Japón a mediados de los años veinte del siglo pasado, se hunden los cimientos de la tierra a causa del gran terremoto que aconteció en la región de Kanto en 1923 y se sume en la fragilidad de la tuberculosis la mujer amada por Jiro, mientras la entrada de Japón en la Segunda Guerra mundial se está gestando. A pesar de todas estas cosas evocadas en la película, siempre conviene alzarse y tratar de vivir.

Entre la realidad y la ficción: El viento se levanta

   Justo después de que Jiro conozca en un tren al gran amor de su vida, Nahoko, después de ese plano que muestra el engarce entre dos vagones opuestos, donde viaja la gente del pueblo, como Jiro, y en el que se encuentran acomodados los representantes de la clase burguesa, como Nahoko, un plano que avala una realidad física, la separación por clases y castas, pero que será dinamitado por la franqueza posterior en la historia de amor de los protagonistas, acontece el terremoto. Miyazaki, en uno de los mejores momentos de toda la película, nos hace participes del seísmo mediante el primer impacto (la tierra que se mueve, las vías que retumban, el tren que oscila, las casas que se derrumban en el horizonte), las posteriores cenizas en el aire que lo ensombrecen todo y el intermitente y sordo rugido, como procedente del interior de un monstruo cavernoso -el sonido de la inminencia de otro temblor-, que acompaña a la gente horrorizada que emprende el camino a pie hacia un lugar en el que guarecerse.

   Trar la debacle, los personajes se alzan; siempre lo hacen. Jiro lo hace en toda la dimensión de la palabra: ayuda a la doncella de Nahoko, que se ha fracturado una pierna al descarrilar el tren, poniéndosela a las espaldas, alzándola de su dolor, y caminando con ella hasta el paraje salvador del hogar familiar de la muchacha. A partir de este momento, y durante el bloque central del film, Miyazaki deja de lado la experiencia individual para centrarse en el trabajo como diseñador aeronáutico de Jiro. Solo después, en el reencuentro con Nahoko, más madura, pero también enferma, los sonetos de Valéry volverán a tener sentido aunque ya nadie los recite en el relato.

el_viento_se_levanta   Giovanni Battista Caprioni, conde de Taliedo, llamado Gianni, y Jiro Horikoshi, coincidieron en el tiempo aunque el segundo se inspiró en algunos trabajos aeronáuticos del primero. Caprioni nació en 1886 y falleció en 1957; se le considera uno de los principales artífices en el desarrollo de los aparatos biplanos y los aviones de transporte, asi como de los bombarderos militares en el periodo de entre guerras. Jiro Horikoshi, más joven, nació en 1903 y murió en 1982; aunque investigó en la creación de diversos prototipos de la aviación moderna, es conocido especialmente por diseñar los cazas de combate japoneses durante la Segunda Guerra mundial. Ambos eran miopes. En el caso de Jiro, según se nos cuenta en la película, la incapacidad para poder pilotar a causa de la miopia le llevó a diseñar aviones. El relato los hermana en todo momento. El aeronauta japonés reconoció haberse inspirado en la figura y los trabajos del inventor italiano, también ingeniero eléctrico, así que Miyazaki se toma la licencia de incluir a uno en los sueños del otro en toda la primera mitad del film, aunque en realidad se trata de dos sueños compartidos: Jiro tiene un primer sueño en el que se le aparece Caprioni, un italiano extrovertido, hedonista, de prominente bigote, y este le recrimina que en realidad se trata de su sueño.

   Jiro toma las decisiones definitivas después de soñar encuentros con Caprioni y visualizar algunos de sus inventos o proyectos aeronáuticos; Miyazaki filma esas vívidas imaginaciones como viñetas casi idílicas, con grandes aviones de sofisticada construcción repletos de gente feliz, de muchachas y niños. El italiano es quien le dice que los aviones no son para la guerra ni para hacer dinero, sino que se trata de bellos sueños que un aeronauta debe hacer realidad. Es entonces, al no poder pilotar (en la primera secuencia del film se juega bien con el enfoque y desenfoque producto de la miopía del protagonista), cuando Jiro, despertando de uno de tantos sueños reveladores, decide convertirse en diseñador de aviones.

   En esta primera parte, construida alternativamente entre el plano real (la evolución de Jiro como ingeniero) y la irrealidad de los sueños filmada con más intensidad que esa misma realidad, se nos proporcionan imágenes sofisticadas, vintage o dantescas de la primera aviación, de la evolución en la conquista de los cielos, con aparatos que existieron y otros, tan modernos como imposibles, que aparecen solo en la imaginación del joven Jiro.

El color en El viento se levanta

Critica-El-viento-se-levanta-de-Hayao-Miyazaki   Junto a su capacidad para la fantasía y la hibridación de lo real con lo sobrenatural y un lirismo dramático que se apuntala tanto en la emotividad de los rostros animados como en el componente musical, otro de los rasgos básicos del cine de Miyazaki, y no es ninguna revelación asegurarlo aquí, consiste en su paleta de colores. Títulos como La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro y, en especial, El castillo ambulante, son claros ejemplos de los experimentos plásticos que desarrolla el cineasta en sus estudios Ghibli.

   En su última película domina una preciosa gama de verdes, de todos los tonos posibles: un mismo encuadre puede estar concebido, a partir de la inmensidad del verde del campo con una bandera, de otro tono verde, justo en el centro del plano, y que ese verde destaque produndamente sobre el resto como si se tratara de un rojo carnal o un amarillo fulgurante. Es pues una paleta de tonalidades extremadamente contenida a partir del uso mayoritario de un solo color. Incluso en las escenas en interiores (el pequeño apartamento de Jiro, las instalaciones y oficinas de la fábrica Mitsubichi en las que diseña sus aparatos, la vivienda de su protector Kurokawa o los oscuros hangares y callejuelas del episodio en la ciudad alemana de Dessau), hay pequeños detalles de color verde que armonizan el conjunto y parecen querer conectar con esa realidad edénica y hedonista presente en los sueños en los que Jiro comparte vivencias y descubrimientos con su homólogo italiano.

   Algunos estados de ánimo del film quedan evidenciados por la quietud de los fondos. Por ejemplo, el humo de las chimeneas no se mueve, está fijado sobre el cielo, en los planos que corresponden al primer desconcierto del protagonista cuando abandona su mundo para trabajar en la gran ciudad. Este estatismo contrasta poderosamente con, por ejemplo, las pisadas sobre la nieve y el vaho que sale de la boca de los personajes en el gélido invierno alemán, las manchas de aceite expelidas en los rostros de Jiro y Kurokawa al explotar el motor del biplano en pleno vuelo, el paso lento de las nubes durante las pruebas de aviación en la campiña, las sombras de las mismas nubes en el rostro de Nahoko cuando está pintando en lo alto de una colina antes de que se levante el viento y salga volando su sombrilla, el fluir del agua en un riachuelo, la lluvia cayendo sobre el paraguas mientras empiezan a despejarse las nubes, el humo de un cigarrillo revoloteando en la noche o las primeras nieves que caen mansamente en el sanatorio para tuberculosos donde está internada Nahoko.

   El verde regresa en la última secuencia, pero no es más que para desvanecerse en una bella elipsis. Jiro contempla cómo aterriza uno de los aviones que ha diseñado. Mientras el aparato toma tierra en el margen derecho del encuadre, Jiro mira hacia el izquierdo. Es un plano voluntariamente descentrado, asimétrico. La cámara inicia entonces una panorámica desde el cuerpo del protagonista hacia ese punto indeterminado en dirección al cual está mirando. No hay nada, solo la inmensidad del paisaje sin contaminar. Es un movimiento que encierra un doble fuera de campo (el avión que queda al margen del encuadre y aquello que Jiro no puede ver pero si intuir) que deviene a la vez elipsis, la de la muerte de Nahoko -su alma se levanta con el viento que empieza a agitarse en el campo- justo en el momento en que Jiro alcanza, por fin, la plenitud como diseñador aeronáutico.

Ficha Técnica

 

  • el_viento_se_levantaAño.- 2013.
  • Duración.- 126 minutos.
  • País.- Japón.
  • Género.- Animación.
  • Título Original.- Kaze tachinu.
  • Director.- Hayao Miyazaki. 
  • Argumento.- La novela corta “El viento se levanta” de Tatsuo Hori y el manga homónimo de Hayao Miyazaki.
  • Guión.- Hayao Miyazaki. 
  • Montaje.- Takeshi Seyama. 
  • Música.- Joe Hisaishi. 
  • Productor.- Toshio Suzuki.  
  • Producción.- Studio Ghibli / Nippon TV Network.
  • Intérpretes.- Hideaki Anno (Jirô Horikoshi), Hidetoshi Nishijima (Honjô), Miori Takinoto (Naoko Satomi), Masahiko Nishimura (Kurokawa), Mansai Nomura (Giovanni Battista Caproni), Jun Kunimura (Hattori), Mirai Shida (Kayo Horikoshi), Shinobu Ôtake (esposa de Kurokawa), Morio Kazama (Satomi), Keiko Takeshita (madre de Jiro).
  • Premios.- 1 candidatura a los Oscars: Largometraje de animación.

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    Fuentes: Cuaderno del Cine Club Universitario.