EL HÉROE SOLITARIO

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Poster de la película.
Año de estreno: 1957. Duración: 138 min. País: EE.UU. Género: Aventura.

Título Orig.- The Spirit of St. Louis. Director.- Billy Wilder. Argumento.- La autobiografía de Charles A. Lindbergh. Guión.- Billy Wilder, Wendell Mayes y Charles Lederer. Fotografía.- Robert Burks, J. Peverell Marley y Thomas Tutwiler (Warnercolor-Cinemascope). Montaje.- Arthur P. Schmidt. Música.- Franz Waxman. Productor.- Leland Hayward. Producción.- Hayward-Wilder Productions para Warner Bros. Intérpretes.- James Stewart (Charles A. Lindbergh), Murray Hamilton (Bud Gurney), Patricia Smith (la chica), Bartlett Robinson (B.F. Mahoney), Marc Connelly (padre Hussman), Arthur Space (Donald Hall), Charles Watts (O.W. Schultz), David Orrick (Harold Bixby), Robert Burton (comandante Lambert).
1 candidatura al Oscar: Efectos Especiales (Louis Lichtenfield).

 Temática: 

   El 20 de mayo de 1927 Charles Lindbergh despegó del Roosevelt Field, en Nueva York, para cruzar el Atlántico, por primera vez con éxito, en un avión: Treinta y tres horas y veinte minutos más tarde aterrizaba en París. A su regreso, fue agasajado en Nueva York con un extraordinario desfile de confeti. Desde entonces, el que había sido piloto de correo y acróbata aéreo, y más tarde un alto cargo militar, se convirtió en una de las más grandes leyendas estadounidenses, “El Águila Solitaria”. Después de 1932 volvió a aparecer en todos los titulares a causa del secuestro de su hijo, que conmovió a toda la nación.
   EL HERÓE SOLITARIO es un animoso intento heroico de Wilder de reproducir, en cinemascope y color, el heroico vuelo pionero de Lindbergh…con un protagonista agradablemente poco heroico. La mayor dificultad: Lindbergh estaba completamente solo. En el avión le acompañaba (hasta la costa estadounidense) una mosca: Puede percibirse cómo Wilder utiliza desesperadamente cualquier ocasión para el diálogo. Como en su momento en Si no amaneciera, George Iscocescu (Charles Boyer), que espera en la frontera, se dedicaba a conversar con una cucaracha al no tener ningún interlocutor, Lindbergh, en su cabina, cuando lucha contra las dudas, la soledad y el cansancio conversa con una mosca. A la película -una obra, pues, sobre la soledad de un héroe- solo le queda ayudarse de los flashbacks y de las casi caídas del avión. El momento culminante de la película es una conversación agnóstica con un sacerdote incapaz de volar. Y una chica que antes de despegar le regala a Lindbergh un espejo de bolsillo, para la navegación. Más no estaba permitido.
  
Valoración:
   Casi exactamente treinta años después del vuelo transoceánico de Lindbergh, en abril de 1957, se estrenaba la película EL HÉROE SOLITARIO, de hecho una película inusual para Billy Wilder, pero su protagonista era un héroe a quien Wilder admiraba, aunque Lindbergh, de hecho, debía de resultarle bastante extraño: El piloto, un hombre recto y reservado (Wilder recuerda que Lindbergh fue a visitarlo una vez e hizo el trayecto con el autobús de Pasadena; el resto del camino desde la estación de autobuses hasta la casa de Wilder, un recorrido de casi una milla, aquella reliquia nacional lo hizo a pie), era un estimado patriota, un conservador, cuya actitud impresionaba a Wilder aunque Lindbergh, además, era antisemita.
   Una vez, durante los preparativos de la película, ambos volaron juntos desde Nueva York a Washington, donde Lindbergh quería mostrarle a Wilder, en el museo, su avión: The Spirit of St. Louis. Poco antes de llegar a Washington fueron sorprendidos por una tormenta bastante fuerte, el avión fue sacudido con fuerza y saltaba en el aire de un lado para otro. Wilder se inclinó hacia Lindbergh, que estaba sentado a su lado, y le dijo: “Señor Lindbergh, ¿le resultaría penoso que nos estrellásemos y mañana apareciera en los titulares de los periódicos: El Águila Solitaria, junto con su amigo judío, se han estrellado?
    Lindbergh se limitó a sonreír. Había comprendido perfectamente a Wilder.
   Lindbergh, que en 1936 y en 1938 hizo una visita de cumplido al Berlín de Hitler, era considerado por muchos estadounidenses como simpatizante de los nazis. Wilder lo dudaba: “Más bien creo que en aquella época quiso utilizar la oportunidad de averiguar para Estados Unidos el estado de la aviación alemana. Para mí, sus viajes a Berlín son algo así como una acción de espionaje”.
   Leland Hayward produjo la película, basada en la autobiografía -distinguida con el premio Pulitzer- del piloto transoceánico, en la que Wilder y su coautor Wendell Mayes no solucionaron de una manera muy brillante el problema de traducir aquel famoso vuelo transoceánico en un argumento dramático.
   Y es que lo que además era una cruz para Wilder en la película era que aquella historia autobiográfica no le dejaba ningún margen a él; el libro de Lindbergh resultó ser un corsé demasiado rígido y estrecho: 
 “Me habría gustado subrayar la soledad de Lindbergh en su vuelo, atribuyéndole una chica en su última noche antes de su despegue en Nueva York. Había pensado una escena en la que un par de periodistas hablan de la aventura tan peligrosa y solitaria que este joven va a emprender. Y durante una cena, mientras se imaginan y piensan que quizás el día siguiente Lindbergh esté muerto sin haber amado a una mujer, se les ocurre la idea de que seguramente sería agradable para él no tener que pasar la última noche completamente solo con su miedo. Así que convencen a una camarera joven y guapa para que vaya a su casa y se quede con él esa noche. Probablemente era la última cosa buena que iba a sucederle a aquel pobre diablo que iba a morir al día siguiente. La chica va a casa de Lindbergh. Al día siguiente él parte hacia su aventura sobre el océano. Cuando más tarde vuelve a Nueva York triunfalmente, una enorme y entusiasmada multitud espera al nuevo héroe nacional. Y en medio de aquellos dos millones de personas vitoreantes que lo reciben a su regreso a casa, con un júbilo frenético, está también un rostro solitario entre la multitud: La camarera, y naturalmente él no la ve.
 Pero lamentablemente no se podía ni siquiera pensar en eso. Una escena así, que habría ayudado mucho a la película desde el punto de vista ambiental, la habría enriquecido en momentos humanos, fue imposible que Lindbergh la autorizara. Creo que los productores ni siquiera se atrevieron a preguntárselo. El contrato decía que había que mantenerse estrictamente fiel a la autobiografía”.
   También con el reparto hubo algunos problemas. Warner y Hayward le habían echado el ojo al joven John Kerr, que iba camino de convertirse en estrella (en aquella época tenía treinta y seis años y en 1956 había actuado en Té y simpatía, bajo la dirección de Vincente Minnelli), pero Kerr rechazó el papel: No quería interpretar a Lindbergh, el simpatizante de los nazis.
   Por el contrario, el conservador James Stewart quería encarnar a su ídolo de juventud y puso en marcha todos los resortes posibles para conseguirlo, aunque Hayward, su antiguo amigo y agente, se lo desaconsejó:
Eres demasiado viejo; Lindbergh tenía veinticinco años cuando realizó su vuelo, tú tienes
treinta y ocho
.
   De nuevo Wilder tenía el problema de un reparto demasiado viejo, como en Ariane, pero el hecho de que la película fuera un fracaso no se debía en primer lugar a eso. En todo caso, Jack Warner perdió los seis millones de dólares que supusieron los costes de producción a pesar de las artimañas profesionales de Wilder y no salía de su asombro:
Nunca he comprendido por qué nos estrellamos.
   EL HÉROE SOLITARIO no solo trata de un estadounidense marcadamente conservador, sino que además es interpretado por un actor marcadamente conservador, por James Stewart, a quien Wilder aprecia mucho.
   Así que no resulta sorprendente que, todavía hoy, hable de Lindbergh con todo respeto, aunque no tenía prácticamente nada que ver con el héroe de su película. Aparte de la broma en el avión, entre ellos dos no hubo ningún tema interesante de que hablar.
Fuente de Información: Fichero del AULA DE CINE/CINE CLUB UNIVERSITARIO. Universidad de Granada. Con fines divulgativos.
  
Trailer de «The Spirit of St. Louis (1957)»