BOUDU SALVADO DE LAS AGUAS

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Fecha y Hora: MARTES  22 – 21’30 h.  Entrada libre (hasta completar aforo).  

Lugar: Salón de actos de la E.T.S. de Ingeniería de Edificación.

MAESTROS DEL CINE CLÁSICO VI: JEAN RENOIR (1ª parte). Centro de Cultura Contemporánea Cine Club. Universidad de Granada
 

Poster de la película.

Año de estreno: 1932. Duración: 83 min. 
País: Francia. Género: Comedia. 

Título Orig.- Boudu sauvé des eaux.  Director.- Jean Renoir. Argumento.- La obra teatral homónima (1919) de René Fauchois.  Guión.- Jean Renoir & Albert Valentin.  Fotografía.- Marcel Lucien (B/N).  Montaje.- Marguerite Renoir & Suzanne de Troye.  Música.- Jean Boulze & Édouard Dumoulin.  Productor.- Michel Simon.  Producción.- Société Sirius (Les Productions Michel Simon).  Intérpretes.- Michel Simon (Boudu), Marcelle Hainia (Mme. Lestingois), Séverine Lerczinska (Anne-Marie), Charles Granval (Lestingois), Jean Gehret (Vigour), Max Dalban (Godin), Jacques Becker (el poeta). v.o.s.e.

Música de sala:
La música cinematográfica (I) de François de Roubaix

 Temática: Un vagabundo se tira al Sena desesperado por la desaparición de su perro, pero un librero le salva de morir ahogado y le acoge en su casa. (FILMAFFINITY)


Valoración:

   «Resulta difícil no ver BOUDU SALVADO DE LAS AGUAS como consecuencia directa de La golfa (1931), aun al margen de que Renoir, en sus memorias, afirme que esté hecha a la medida de Michel Simon. En la secuencia final, suerte de coda, de la anterior película, veíamos a Simon convertido en vagabundo, un clochardnada infeliz que bien podría ser el que advertimos en el arranque de BOUDU.

   Un mismo actor, un mismo personaje, en una película que comienza con un prólogo que subraya, igual que en La golfa, el carácter de representación que tiene la película: unos decorados evidentes ante los que se desarrolla una pantomima de clara resonancia mitológica y que acabará, para mayor evidencia, con la caída de la tramoya teatral.     

   En La golfa Simon era un honrado oficinista que, a causa de una mujer, acababa convirtiéndose en asesino y permitía, sin mayores escrúpulos, que otro cargara con la culpa del crimen. Esta misma libertaria ausencia de sentido de culpa es la que preside todos los actos de un personaje, Boudu, que pasa de la tentativa de suicidio por una causa aparentemente banal a una desinhibida satisfacción inmediata de sus sentidos.       
   Afirma Renoir que “Boudu anunciaba, con mucha antelación, el movimiento hippy”. No seremos nosotros quienes le llevemos la contraria, pero esta asimilación del personaje a un modelo de los años 70, cuando escribe el cineasta estas palabras, resulta quizás algo reduccionista. Porque, en definitiva, el modelo de Boudu sería un modelo clásico, que puebla toda la literatura bohemia decimonónica. Sólo que en Renoir este personaje parece carecer de toda connotación moral e ideológica: no parece enfrentarse a nada por convicciones o ideas, sino que se mueve a través del deseo.
Escena de la película.
   Como Moisés, al ser salvado de las aguas Bouducomienza una nueva vida, que, en este caso, lleva un sentido inverso al del arquetipo a que responde: no desciende en la escala social, sino que entra en un mundo burgués bastante peculiar. Si Renoir quiso poner en solfa los valores pequeñoburgueses hay que reconocer que eligió como modelo a unos pequeñoburgueses harto peculiares: un librero que regala libros a los estudiantes pobres, una criada complaciente y una esposa que tolera las aventuras del marido. Tampoco hay en la mirada del cineasta ningún reproche, ningún adjetivo: como en la commedia dell’arte los personajes responden a arquetipos, sólo tienen sentido en relación con unas figuras literarias perfectamente codificadas. Si algo transgrede Boudu no son los estrictos valores burgueses (como podrían transgredirlos, o jugar a transgredirlos, los hippies de los años 60), sino las propias reglas del relato.

   Frente a las reglas, algo relajadas, de los burgueses, Boudu impone su propia lógica y solamente cuando está a punto de ser atrapado por aquellas reglas es cuando se rebela. Porque no era rebeldía limpiarse el betún con la colcha de raso o tirarle vino a la sal derramada. Era una simple satisfacción espontánea de una necesidad. Y la huida de Boudu es también una respuesta inmediata, no el producto de una toma de conciencia o de una reflexión. BOUDU SALVADO DE LAS AGUAS es, sobre todo, una película libre y gozosa, llena de estas imperfecciones que contribuyen a darle, precisamente, intensidad. Y, por supuesto, es la exaltación de un actor irrepetible».
Texto:
Francisco Llinás, “Boudu salvado de las aguas”,
en Jean Renoir, rev. Nosferatu, nº 17-18, marzo 1995.

Trailer de «Boudu sauvé des eaux (1932)«


  
(Fuente: Vicerrectorado de Extensión Universitaria y deporte de la Universidad de Granada).