“…la risa procede de las inhibiciones que pesan sobre cada uno de nosotros, y que aquí son extirpadas súbitamente por el rejuvenecimiento; era una buena historia. Quizá estiramos las cosas un poco […] para el espectador; desde este punto de vista, resulta menos divertido que La novia era él o La fiera de mi niña: el film fue demasiado lejos, y resultó demasiado fantástico y no lo bastante gracioso. Eso es lo que creo”.
Howard Hawks en AA.VV., La política
de los autores, col. “La memoria del cine” nº 17, Paidós, 2003
“Quizás entonces, en 1952, cuando se rodó la película […] ME SIENTO REJUVENECER se apreciara como una obra más fantástica que graciosa, desconectada del público. Hoy mantiene en perfecta armonía ambos elementos y destaca sobre el panorama general, sin duda notable, de las comedias de la época”. Quim Casas
ME SIENTO REJUVENECER comienza con el sabio despistado (Barnaby Fulton: Cary Grant) y su esposa comprensiva y acogedora (Edwina Fulton: Ginger Rogers), en una secuencia inicial, con un toque de ternura y nostalgia. En dicha secuencia la pareja está preparándose para asistir a una fiesta. Barnaby lleva tiempo obsesionado por sus investigaciones químicas, pero recuerda que hace varios años dejaron de ir a una fiesta de similares características por motivos bien distintos: simplemente deseaban estar solos y cariñosos.
Al elemento nostálgico de la escena se le añade una nota cómica. Barnaby, casi oculto en sus gruesas gafas de miope, es incapaz de hacer bien lo que le pide su esposa, algo tan sencillo como apagar la luz del apartamento, encender la del porche y cerrar la puerta con llave: lo hace todo al revés y se encierra por dentro. La puntilla la pone su director, Hawks rubrica el gag desde el exterior del relato: Barnaby intenta salir de su casa y una voz en off, la del propio director, le dice que aún no puede hacerlo, ya que no han terminado los títulos de crédito.
Siguiendo los hilos de un guión escrito por Ben Hecht, Charles Lederer e I.A.L. Diamond, y recogiendo algunos ingredientes aislados de La fiera de mi niña -las parejas cuarentonas, el carácter despistado de los dos protagonistas masculinos (científicos e interpretados por Cary Grant), las escenas de travestismo, etcétera-, ME SIENTO REJUVENECER es, en palabras de Antonio Santamarina, una de las comedias más acabadas y mejor cohesionadas de Hawks o, en palabras de Robin Wood en su célebre libro sobre el cineasta, una de la más orgánicas, donde la comedia roza tangencialmente los limites de la tragedia.
Desde un punto de vista narrativo, ME SIENTO REJUVENECER presenta una organización bastante cerrada, estructurada en torno a un prólogo, un epílogo y tres actos -las tres regresiones sucesivas a la infancia, primero de Barnaby, luego de su mujer Edwina y, por último, de la pareja-, que adopta, finalmente, la forma de un círculo de sabor amargo, como la droga que devuelve a los protagonistas a su juventud. Aprisionado entre las paredes de ese círculo, Barnaby parece despreciar el afán de libertad propio de los héroes de Hawks y, ante el temor a lo desconocido y al irracionalismo de sus propios impulsos, prefiere encerrarse, con Edwina, en la rutina conformista de su matrimonio y en la vida sin sobresaltos de la edad adulta.
ME SIENTO REJUVENECER puede verse como una variación del “Doctor Jekyll y Mister Hyde” y demás historias sobre científicos que se sitúan más allá del bien y del mal en busca del misterio de la vida, la comprensión de los instintos amorales o la fuente de la eterna juventud. Barnaby está absorto en el estudio de una droga que sea capaz de rejuvenecer y dar más vigor al ser humano. Cuando cree haber hallado todos los componentes y temperaturas necesarias, le comunica el descubrimiento a su jefe, el doctor Oxley (Charles Coburn), y aplica la sustancia a un viejo chimpancé de más de ochenta años de edad, creyendo que se trata de una mona joven llamada Esther. Barnaby y sus colaboradores se dan cuenta del error y abandonan el laboratorio. La pequeña chimpancé escapa de su jaula e, imitando los actos de los científicos, mezcla una serie de ingredientes y arroja el resultado de su inocente experimento en el recipiente de agua potable. Al día siguiente, Barnaby prueba personalmente su fórmula. Tiene un gusto horrible y bebe rápidamente un vaso de agua de dicho recipiente. Entonces empieza a cometer auténticas locuras de adolescencia.
El sueño reparador elimina los efectos de la droga, y Barnaby está convencido de que sus experimentos han tenido por fin éxito. Ahora es Edwina quien prueba la sustancia y, acto seguido, bebe un vaso de agua. Los resultados son los mismos que los experimentados por su marido: un proceso de regresión infantil que vence todas las inhibiciones y traumas del personaje. La progresión humorística lleva del monólogo al diálogo infantil: Edwina prepara café con el agua del recipiente y ahora son ella y Barnaby los que se convierten en chiquillos que corretean por el laboratorio y huyen alocadamente. Barnaby empieza a jugar a los indios con un grupo de niños, mientras que Edwina entra en una casa del vecindario y se estira en la cama. Instantes después de quedarse dormida, un niño de apenas dos años se acuesta junto a ella. Al despertar, Edwina cree sinceramente que el pequeño es su propio marido, pensando que ha abusado de la sustancia mágica hasta retornar a la infancia física. Paralelamente, Oxley y el resto de científicos han vuelto también a la niñez al beber del recipiente contaminado por la fórmula secreta de la pequeña chimpancé: los efectos de la poción adquieren al final proporciones corales.
Esta comedia hilarante y divertida, donde un mono actúa como un científico y donde los ancianos y los adultos se comportan como críos, esconde la triste constatación de la escasa esperanza para ninguna de las edades: la juventud es arrogante, exhibicionista y engreída, los cuarentones son individuos resignados, aburridos y tristes, y los ancianos (representados por el personaje de Oxley) resultan más infantiles que los propios jóvenes.
El círculo se cierra, así, de forma definitiva y el ser humano (debatiéndose constantemente, como es habitual en el cine de Hawks, entre la civilización y la barbarie, la racionalidad y el irracionalismo) vuelve, en el recodo final de su vida, a su estado primigenio. Sin posibilidades de redención alguna, más allá de la aceptación de la realidad tal y como es y en aprender a convivir con uno mismo, que es precisamente lo que proponen Edwina y Barnaby en la última secuencia de ME SIENTO REJUVENECER.
Toda esta reflexión acerca de la naturaleza humana, del individuo y de la sociedad va desgranándose entre los pliegues de una comedia que no deja tampoco demasiado tiempo al espectador para la reflexión, sumergido en el tobogán sinuoso de unos personajes y de unas situaciones delirantes. Y reside, igualmente, en la capacidad del cineasta para jugar con el propio género a la hora de construir la puesta en escena, de forma que la película se desliza por los cauces refinados de la “screwball comedy” cuando los personajes son adultos, mientras que salta al territorio más elemental de la “slapstick comedy” cuando los protagonistas regresan a la infancia.
Con ello se revela la homogeneidad de una película que conjuga argumento y estructura con el diseño funcional de sus personajes y con una puesta en escena deliberadamente fría, que acentúa las aristas amargas de esta disección sobre el alma humana, sobre la dualidad que alimenta algunos de los mejores mitos de la humanidad, llámense éstos el doctor Jekyll y mister Hyde, Fausto o Dorian Gray.
Ficha Técnica:
- Año.- 1952
- Duración.- 97 minutos.
- País.- EE.UU.
- Género.- Comedia.
- Título Original.- Monkey business.
- Director.- Howard Hawks.
- Argumento.- Harry Segall.
- Guión.- Ben Hecht, I.A.L. Diamond y Charles Lederer.
- Fotografía.- Milton Krasner (B/N).
- Montaje.- William B. Murphy.
- Música.- Leigh Harline.
- Productor.- Sol C. Siegel.
- Producción.- 20th Century Fox.
- Intérpretes.- Cary Grant (Barnaby Fulton), Ginger Rogers (Edwina Fulton), Charles Coburn (Oliver Oxley), Marilyn Monroe (Lois Laurel), Hugh Marlowe (Hank Entwistle), Henri Letondal (dr. Siegfried Kitzel), Robert Cornthwaite (dr. Zoldeck), Larry Keating (G.J. Culverly), Kathleen Freeman (sra. Branningan), Harry Carey Jr. y Jerry Sheldon (los detectives), Howard Hawks (voz en off inicial).
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=JEhHQh2fyDE]
Fuentes:
- Antonio Santamarina, “Me siento rejuvenecer”, en dossier “La comedia clásica norteamericana”, rev. Dirigido, abril 2003.
- Dossier del Cine Club Universitario. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Deporte. Universidad de Granada.
- FILMAFFINITY.
- Lluís Satorras, “Me siento rejuvenecer”, en dossier “Howard Hawks”, rev. Dirigido, 2013.
- Quim Casas, Howard Hawks, Libros “Dirigido por…”, 1998.
- Robin Wood, Howard Hawks, ediciones JC, col. “Directores de cine” nº 9-10, 1981.
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Muchas Gracias.
Adrián De La Fuente Lucena