Aunque parezca todo lo contrario, existen numerosas similitudes entre el Hollywood de los felices años veinte y el actual. Ya entonces existían, por ejemplo, actores que, a semejanza de Will Smith hoy, o en un pasado no muy lejano Harrison Ford, podían determinar la realización o no de ciertos proyectos, además de decidir el tono narrativo de una película e influir sobre la elección del realizador y del resto del reparto, marcando, incluso, tendencias o modas.
Este es el caso de Douglas Fairbanks (1883-1939), actor, productor y pionero del cine -en 1916 ya cobraba diez mil dólares semanales, una cifra astronómica para la época-, además de uno de los 36 fundadores de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, su primer presidente y, junto a su esposa la actriz Mary Pickford, Charles Chaplin y D.W. Griffith, fundador de United Artists, primer estudio “independiente” que existió en Hollywood.
Fairbanks también convirtió el cine de aventuras y gran espectáculo en una forma de cultura popular y de éxito asegurado alejado de la gravedad moral y pomposidad estética del conocido Cecil B. DeMille. Sin películas como Robin de los bosques (Robin Hood, Allan Dwan, 1922), El ladrón de Bagdad (The Thief of Bagdad, Raoul Walsh, 1924), El pirata negro (The Black Pirate, Albert Parker, 1926), El gaucho (The Gaucho, F. Richard Jones, 1927), La máscara de hierro (The Iron Mask, Allan Dwan, 1929) y, sobre todo, LA MARCA DEL ZORRO y Los tres mosqueteros (The three musketeers, Fred Niblo, 1921), sería imposible entender a figuras como Errol Flynn, Tyrone Power, Burt Lancaster o, más próximas en el tiempo, el ya citado Harrison Ford y su Indiana Jones.
Fairbanks era un actor enérgico y vitalista, que realizaba él mismo muchas de las llamativas escenas de acción que pueden verse en sus películas. Cuidaba su cuerpo como si fuera un acróbata circense, coreografiando con cuidado peleas y caídas e, incluso, llegando a contratar a un maestro de esgrima llamado Harry J. Uyttenhove, cosa inédita en aquel momento, para entrenarlo a él y al resto de actores que participaban en LA MARCA DEL ZORRO. Pero lo que verdaderamente mantiene todavía intacto el encanto de sus films es el sentido del humor e ironía que destilan. Adelantándose a su tiempo, los héroes de Fairbanks, y más concretamente Don Diego Vega/el Zorro, se desmitifican a sí mismos con su socarronería, su torpeza y ese aire de bufón tan poco épico que liga perfectamente con el tono ligero y frívolo de LA MARCA DEL ZORRO, donde los villanos son demasiado bravucones –el sargento González (Noah Beery)- como para resultar amenazadores. De hecho, las numerosas alteraciones dramáticas del original literario en que se basa LA MARCA DEL ZORRO -según la novela “The Curse of Capistrano” (1919) de Johnston McCulley, muy célebre en Estados Unidos a raíz de su publicación por entregas en revistas literarias como “All-Story Weekly” o “Vintage Pulp Adventure”-, nos indican que Douglas Fairbanks no deseaba elementos sórdidos o trágicos que entorpecieran el ímpetu festivo del relato. Así pues, en LA MARCA DEL ZORRO, jamás se hace hincapié en el evidente conflicto político entre los “californios” -hijos de los españoles que colonizaron California- y las autoridades de la metrópoli, o se alude al subtexto masónico de la novela -la Z con que marca a sus víctimas el Zorro es el símbolo francmasónico Ziza, símbolo de la luz y la energía vital-. Quizá en la idea de Fairbanks pesaba su experiencia como actor de comedias urbanas contemporáneas -cf. Triunfa la vida (He Comes up Smiling, Allan Dwan, 1918)-, las cuales le facilitaron un contacto directo con los gustos del público. Público que acudía en masa a los cines para, simplemente, divertirse en armonía con el clima de confianza y despreocupación imperantes en los Estados Unidos durante los “Felices Años Veinte” (1922 -1929), uno de los mayores periodos de prosperidad económica vividos por el país.
Por otra parte, sería injusto no reconocer el importante papel jugado por el realizador Fred Niblo (1874-1948) en la consolidación de ese (nuevo) modelo de cine de aventuras pergeñado por Douglas Fairbanks. Antiguo actor cómico y de vaudeville, Niblo, quien debutó en la dirección de películas en 1916, se especializó, no obstante, en dramas –Fuss and Feathers (1918), Happy Though Married (1919), Mother o’ Mine (1921)-, hasta que su contacto con Fairbanks lo catapultó como uno de los realizadores más cotizados del momento. De ahí su trabajo para varias de las estrellas del cine silente americano: Rodolfo Valentino –Sangre y arena (Blood And Sand, 1925)-, Ramón Novarro –Ben-Hur (Ben-Hur: A Tale of the Christ, 1925), Norma Talmadge –Margarita Gautier (Camille, 1926)- o Greta Garbo –The Mysterious Lady (1928)-. Cuando se retiró, en 1932, a causa de su manifiesto rechazo hacia el cine sonoro, la misma industria a la que sirvió con tanto celo ya lo había olvidado, relegándolo a dirigir westerns de serie B como Way Out West (1930) o insípidas comedias al servicio de Adolphe Menjou.
A tenor de lo que se desprende de LA MARCA DEL ZORRO y Los tres mosqueteros, Fred Niblo era un cineasta de escasa personalidad -a diferencia de Allan Dwan o Raoul Walsh, colaboradores de Fairbanks-, pero con un conocimiento del oficio muy notable. Es cierto que en sus películas apenas se mueve la cámara y utiliza a menudo el plano general para incluir a los personajes en el decorado -la secuencia inicial de la taberna-, confiando el ritmo de la narración a un montaje y planificación un poco estáticos, lineales, sin matices, incluso para los criterios estándar de la época, y considerando, por otra parte, que títulos de semejantes características solían permitir cierto grado de experimentación técnica. Niblo se siente más cómodo organizando las idas y venidas de los actores, las persecuciones y los duelos según las normas del slapstick -la trepidante, y absurda, caza del Zorro que emprenden los hombres del gobernador, mientras el héroe salta y trepa paredes como una araña-, y prestando una especial atención a los movimientos de los intérpretes dentro del plano, en ocasiones de manera teatral. Aún así, Niblo consigue en LA MARCA DEL ZORRO y Los tres mosqueteros una curiosa textura que mezcla lo bufonesco con lo épico, e interrelaciona, a veces, un costumbrismo que confiere a los personajes una grata familiaridad, haciéndolos, más que creíbles, entrañables, con una visión de lo melodramático que roza lo delirante.
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Ficha técnica:
- Fecha de estreno: 27 de Noviembre, 1920.
- Duración: 88 min.
- País: EE.UU.
- Género: Cine Mudo.
- Título Orig.- The Mark of Zorro.
- Director.- Fred Niblo.
- Argumento.- La novela “The curse of Capistrano” (1919) de Johnston McCulley.
- Guión.- Eugene Miller & Douglas Fairbanks.
- Fotografía.- William C. McGann y Harris Thorpe (B/N tintado).
- Montaje.- Fred Niblo.
- Música. (para el estreno en 1920) William Axt / (para la restauración de 1970) William P. Perry.
- Productor.- Douglas Fairbanks.
- Producción.- Douglas Fairbanks Pictures para United Artists.
- Intérpretes.- Douglas Fairbanks (Diego Vega / El Zorro), Marguerite De La Motte (Lolita Pulido), Noah Beery (sargento Pedro González), Charles Hill Mailes (don Carlos Pulido), Claire McDowell (doña Catalina Pulido), Robert McKim (capitán Ramón), Walt Whitman (fray Felipe), George Periolat (el Gobernador), Tote Du Crow (Bernardo).
Fuentes:
- Fichero del AULA DE CINE CLUB UNIVERSITARIO. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Deporte. Universidad de Granada.
- ¿Quién necesita voces?, 2012. http://www.licordegranadas.es/index/licuadora/03-17%C2%B702%C2%B712-no-necesitaban-palabras-tenian-rostros-joyas-del-cine-mudo-ix-cine-club-universitario/ [Consulta: domingo, 23 de marzo de 2014]
- La Marca del Zorro (The Mark of Zorro), 1920, 2009. http://www.demasiadocine.com/el-afiche-del-dia/la-marca-del-zorro-the-mark-of-zorro-1920/ [Consulta: domingo, 23 de marzo de 2014]
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Gracias por leer.
Por Adrián de la Fuente Lucena y Lidia Fernández Hidalgo.