LA HEREDERA (1949)

Publicado el 21 octubre, 2016

Presentación

cartel-oct-nov-2016-recuerda-i-a-72b   Hoy, a las 21:00 horas, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, prosigue el ciclo Recuerda (I): Grandes películas olvidadas de la Historia del Cine con la proyección de La heredera (1949), celebrando el 100º cumpleaños de Olivia de Havilland.

   El ciclo está organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cine Club Universitario / Aula de Cine) de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada y cada una de las películas que lo componen se proyectan en versión original en inglés con subtítulos en español.

   El Precio normal de la entrada son 2 €; precio con carnet del Cineclub, 1,50 € y abono 10 sesiones, 9 €.

Washington Square” (1880) de Henry James: Obra en que se basa LA HEREDERA

la_heredera   Henry James (1843-1916) no es únicamente uno de los grandes cronistas literarios del tiempo que le tocó vivir, sino un sutil analista psicológico de conductas y caracteres envueltos, por regla general, en dos preceptos básicos: la perversión como estímulo de la seducción y la inocencia como muestra indiscutible de la doble moral anidada en la sociedad. El conflicto constante entre ambos es extrapolable a las características de dos mundos: el representado por el Continente Americano, cuya juventud muestra la flaqueza de una idiosincrasia todavía en formación, perdida entre los vínculos con su origen y sus deseos de prosperidad, y la Vieja Europa, oscura y ambigua; culta, refinada y, en ocasiones, corrupta. James presenta las vicisitudes de sus personajes como clara metonimia de dos universos en continuo cambio que, a fin de cuentas, expone la contraposición entre la tradición y la modernidad.

la_heredera   Amén de ello, la inmersión psicológica de sus obras alcanza unos niveles de intimismo muy personales. Los retratos femeninos que ofrece son visiones profundamente heterodoxas que reflejan la condición de la mujer en un marco no especialmente estimulante para su desarrollo particular. Un mundo cerrado, con profusión de descripciones, como base determinante para entender la psicología de sus personajes. Ello provoca que las maneras que dichos personajes tienen de conducirse muestran una clara rebelión contra la claustrofobia cotidiana, cuyos condicionantes sociales afectan, de manera determinante, a uno de los núcleos más sutilmente tratados por el escritor: la sexualidad.

   Concretamente, “Washington Square” retoma toda la claustrofobia mencionada. Es el ambiente social en el que vive Catherine el que presiona sobre sus deseos íntimos y sus reprimidas ansias de liberación. Mediante una educación completamente servil e, incluso, castradora (respeto hacia la autoritaria figura paterna, aunque las decisiones que éste toma vayan en contra de la voluntad de la joven) y la pasión que despierta en ella un atractivo e insolente joven, el único resquicio que le queda a Catherine para abandonar las convenciones en las que se sustenta su día a día y que está obligada de antemano a aceptar. De igual manera, Morris estimula el cambio actitudinal en la muchacha, mostrándole una nueva manera de ver y enfrentarse tanto al mundo como a sus propios semejantes. Después de su primer encuentro, Catherine le confiesa a su prima que Morris no le ha resultado nada especial, “fingiendo por primera vez en su vida”, según apostilla James. Más que un personaje, Morris materializa el ansia del cambio que Catherine necesita en su grisácea existencia, tal y como las fantasmales apariciones de Quint y miss Jessel representaban toda la frustración sexual que la anónima institutriz había acumulado a lo largo de su existencia. Henry James, por consiguiente, fusiona el poso psicológico con el que estructura las claves argumentales de “Washington Square” con una dimensión social, por momentos, profundamente crítica que acaba por erigirse en el marco más potente de una obra absolutamente apasionante.

William Wyle, director de LA HEREDERA

la_heredera   William Wyler fue el cineasta que con mayor acierto supo trasladar a imágenes todo lo expuesto por el escritor neoyorquino y darle un completo sentido cinematográfico. LA HEREDERA, con su impecable puesta en escena, sus significativos decorados y con unas interpretaciones memorables (en especial, la de una inmensa Olivia de Havilland) llega, incluso, a ir más allá de las intenciones primigenias de James.

   El cineasta se apoyó aquí sobre el decorado, el vestuario y la labor de los intérpretes, factores que otorgan en su conjunto gran solidez al resultado, dejando que la oposición entre verdad y mentira, sospechas y certidumbres, funcione tal como las legó James; la película, juega más que el escritor con las intenciones de Morris Townsend, que en algunos momentos pueden resultar un tanto ambiguas, y que el realizador se preocupó de construir encuadres en los que se valoran las distancias que median entre los actores, así como sus aproximaciones, llamando de ese modo la atención hacia el opresivo ambiente de la casa Sloper y hacia las represiones y la falta de sinceridad e hipocresía de unos seres acostumbrados a exhibir una máscara cuando se encuentran en reuniones sociales.

Problemática secuencia final de LA HEREDERA

la_heredera   La sobrecogedora secuencia final, expuesta de manera muy distinta en la novela (en ella, Morris, simplemente, se marcha de la casa de Catherine, dejándola con su labor) y que Wyler convierte en uno de los momentos más impresionantes que se hayan visto en el cine consiguiendo taladrar interiormente a los personajes y mostrar, con una elegancia no exenta de brutalidad, el fin de uno y otro, llegó a hacerse famosa entre los aficionados porque una parte de los críticos franceses, y algunos norteamericanos como Andrew Sarris, la utilizaron para seguir arremetiendo contra el cine de William Wyler. ¿Qué tenía esa secuencia para llamar la atención de ese modo? Sencillamente, que Wyler adoptó una planificación que se dio en llamar “psicológica” y quiso enfatizar la venganza de Catherine empequeñeciendo en el encuadre la figura de Morris, quien parece filmado en plano general distante, como si la cámara también quisiera alejarse definitivamente de él y dejarlo a solas con su fracaso: se decía que era un plano de enjuiciamiento moral. Sin embargo, se olvidaba que Morris no es el único personaje que se queda cultivando la soledad: también Catherine, a pesar de la contundencia de su revancha; y la secuencia contiene un plano que lo pone de manifiesto con tanta crudeza o más que en el caso de Morris, aunque de un modo más sutil: Catherine sube por la escalera en un plano construido igual -y con idéntico movimiento de cámara- que otro anterior que la mostraba subiendo hacia el mismo lugar, decepcionada su ilusión, después de haber comprendido que Morris no va a comparecer a buscarla y, por tanto, seguirá llevando la misma existencia gris y solitaria que había llevado hasta entonces. La escalera parece interminable en ambos casos. Esa contundencia fue el broche adecuado para cerrar ese trabajado álbum de estampas costumbristas decimonónicas que es LA HEREDERA y que desmiente la opinión de que Wyler era un cineasta sin preocupaciones de estilo.

Ficha Técnica

  • the_heiressAño.- 1949.
  • Duración.- 110 minutos.
  • País.- EE.UU.
  • Género.- Drama.
  • Título Original.- The heiress.
  • Director.- William Wyler. 
  • Argumento.- La novela “Washington Square” (1880) de Henry James.
  • Guión.- Ruth & Augustus Goetz.  
  • Fotografía.- Leo Tover (1.37:1 – B/N).  
  • Montaje.- William Hornbeck. 
  • Vestuario.- Edith Head. 
  • Música.- Aaron Copland. 
  • Productor.- William Wyler, Robert Wyler y Lester Koening.  
  • Producción.- Paramount.
  • Intérpretes.- Olivia De Havilland (Catherine Sloper), Ralph Richardson (dr. Austin Sloper), Montgomery Clift (Morris Townsend), Miriam Hopkins (Lavinia Penniman), Vanessa Brown (María), Mona Freeman (Marian Almond), Ray Collins (Jefferson Almond), Betty Linley (sra. Montgomery), Selena Royle (Elizabeth Almond), Paul Less (Arthur Townsend).
  • Premios.- 4 Oscars: Actriz principal, Banda Sonora, Vestuario y Dirección Artística (John Meehan, Harry Horner y Emile Kuri); 4 candidaturas: Película, Director, Actor de reparto (Ralph Richardson) y Fotografía.

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    Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario.

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