Palabra del director
“A pesar de la llegada del cine hablado sigo convencido de que en el cine el texto en sí mismo es muy poca cosa. Lo que cuenta es la imagen.”
Georg Wilhelm Pabst (1937)
Presentación
Hoy, 21 de abril de 2017, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima de la Antigua Facultad de Medicina, la película “La caja de Pandora (1929)” iniciará el ciclo “Cineclub Universitario meets Granada Paradiso (I): de Pabst a Mamoulian, de Louise a Greta“. Entrada libre hasta completar aforo.
El ciclo está organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cine Club Universitario / Aula de Cine) de La Madraza.Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada y Granada Paradiso Festival de Cine Mudo y Cine Clásico. Cada una de las películas que lo componen se proyectan en versión original con intertítulos en español.
La caja de Pandora: Unión de dos dramas
La caja de Pandora, unía los elementos de dos dramas del actor, autor y director de escena alemán Frank Wedekind (1864-1918), naturalista en sus comienzos, social-progresista después, cantor siempre del impulso erótico frente a la moral burguesa. El primero de los dos dramas se estrenó en 1895 con el título de “Lulú”. En 1904 estrenó otro drama “Die Büchse der Pandora”, que continuaba las desoladoras andanzas de Lulú hasta su caída en la prostitución y su asesinato por Jack el Destripador.
Sobre Louise Brooks en La caja de Pandora
Lulú es una mujer refinada e inconscientemente perversa, que se deja devorar por todos los impulsos del sexo; una fuerza de la naturaleza que destruye las vidas que la rodean y acaba por destruirse a sí misma. Es, sencillamente, la actriz Louise Brooks, “astro de carne y de fuego único en la historia del séptimo arte”, según el crítico Freddy Buache.
Sin el talento de una Greta Garbo, sin la profundidad de una Marlene Dietrich, la americana que mejor encarnó a las seductoras europeas ocultaba tras de su rostro bellísimo, con el cabello cortado al estilo garçon de la época, una sensibilidad exquisita, un sentido natural de la expresión, un ritmo de movimientos que daba la insuperable sensación de la más tentadora voluptuosidad. El poder erótico de primaria animalidad que Louise Brooks lució en La caja de Pandora no tenía precedentes en el cine, ni sería después superado o igualado siquiera.
Mirar más allá
Pero hay que proclamar que, al margen de la actriz, luce la película una seguridad perfecta en el relato. La intención indudablemente demoledora con la que el cineasta llevaba a la pantalla la corrosiva acción de los dos dramas de Wedekind sobre la tiranía sexual y el hundimiento en su holocausto de todos los principios morales, va de principio a fin, con mordiente eficacia, en la concepción total de la película, estudiada antes de que Pabst tuviese la certeza de que la actriz norteamericana iba a asumir su papel principal.
Aunque por entonces, y sin pertenecer a ningún partido, demostrara Pabst sus simpatías a la social-democracia, la crítica despiadada de La caja de Pandora pertenece más bien a una tendencia anarquista, puesto que ataca con igual dureza a todos los estratos de la sociedad, a todas las formas de poder y de mando, que del viejo imperio se trasladan a la República de Weimar.
La inestabilidad política, la crisis económica y los avances del nazismo, que culminarían con la subida de Hitler al poder en 1933, caracterizaron el sombrío panorama en que se hallaba inmersa la sociedad alemana de la República de Weimar. Este es el trasfondo de la obra de Pabst, y de otros artistas de la época. Los dos amantes característicos de toda sociedad en crisis: el lujo de las clases altas y la miseria de las bajas hallan su punto de intersección en los cabarets y las prostitutas, jóvenes salidas de los medios más sórdidos que consiguen introducirse, al menos temporalmente, en las esferas de la economía y el poder.
Así, en La caja de Pandora Lulú es el hilo conductor que une diversos personajes de la alta sociedad: Shön, el editor de un periódico, su hijo Alwa, el marqués de Casti-Pianti (de hecho, un estafador) y la condesa y diseñadora Anna Geschwitz, que al igual que los anteriores está enamorada de la joven. Pero también se mueven a su alrededor, como marca indeleble de su pasado, Rodrigo Quast, un violento acróbata de circo, y Schigolch, un siniestro amigo y consejero de Lulú, al que ella misma llama “padre”. Todos ellos son títeres movidos por la protagonista que acabará viéndose arrastrada por sus propias intrigas. La transposición del mito de Pandora es evidente: Lulú abre la fatídica caja que contiene todos los males y esparce la desgracia a su alrededor.
Si bien Lulú no es un monstruo de perversión que sacude la moral y las buenas costumbres del orden social establecido, sino una consecuencia directa de una sociedad hipócrita y desordenada frente a la cual la protagonista actúa como una superviviente nata que se adapta a las circunstancias. La monstruosidad de Lulú es el síntoma de una sociedad enferma.
Ficha Técnica
- Año.- 1928.
- Duración.- 132 minutos.
- País.- Alemania.
- Género.- Drama.
- Título Original.- Die Büchse der Pandora.
- Director.- Georg Wilhelm Pabst.
- Argumento.- Las obras de teatro “Erdgeist” (1885) y “Die Büchse der Pandora” (1901) de Frank Wedekind.
- Guión.- Ladislas Vajda (y G.W.Pabst).
- Fotografía.- Günther Krampf (1.33 – B/N).
- Montaje.- Joseph Fliesler.
- Música.- (en 1997) Peer Raben.
- Productor.- Seymour Nebenzahl.
- Producción.- Nero Film.
- Intérpretes.- Louise Brooks (Lulú), Fritz Kortner (dr. Peter Schön), Francis Lederer (Alwa Schön), Carl Goetz (Schigolch), Alice Roberts (condesa Anna Geschwitz), Gustav Diessl (Jack el Destripador), Krafft Rasching (Rodrigo Quast), Daisy d’Ora (novia del dr. Schön), Michael von Newlinsky (marqués Casti-Piani), Siegfried Arno (el inspector).
Fuente: Cuaderno del Cineclub Universitario / Aula de Cine.