M.A.S.H. (EE.UU., 1970) v.o.s.e. 116’

Robert Altman
26 septiembre 2025 | 21:00 h
  • Sala Máxima | Espacio V Centenario

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26 septiembre 2025 | 21:00 h
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(…) En España, el contenido antimilitarista y antibelicista de M.A.S.H. provocó que fuera prohibida durante seis años. Finalmente logra estrenarse el 4 de septiembre de 1976, cuando ya eran conocidas en nuestro país obras posteriores de Altman como El volar es para los pájaros, Los vividores o incluso Nashville. Las reacciones críticas son variadas pero predomina la decepción, ampliada más si cabe por las controversias que había planteado su triunfo en Cannes y las expectativas creadas en torno a una película prohibida. En general se destaca negativamente el humor burdo que utiliza el director y su estructura fragmentada, en detrimento de otros aspectos más logrados. (…)

Prohibida. No estrenada hasta 1976.

Crítica aparecida en la revista “Dirigido por” (noviembre de 1976), tres meses después de su (¡por fin!) estreno en España, y ¡seis años después! de su estreno en el resto del mundo.

(…) El éxito de M.A.S.H. sirvió de trampolín a un veterano y oscuro realizador llamado Robert Altman. Atendiendo a un estricto orden cronológico debíamos situar al director de California Split dentro del paquete de la nefasta y dubitativa generación de la televisión (John Frankenheimer, Martin Ritt, Arthur Penn, Sidney Lumet, Delbert Mann). Debuta en 1955, casi paralelamente a la mayoría de los citados, pero la escasa audiencia de sus dos primeros largos le remite al grupo de oscuros “artesanos” (Tom Gries, Arthur Hiller, Andrew McLaglen), que deben trabajar en infinidad de encargos televisivos para subsistir. 

El refrendo público de M.A.S.H. le permitió alcanzar un status que hasta el momento se ha prolongado a ocho películas en seis años, récord nada despreciable. Tal vez sea ésta la causa por la que siempre se le hace un sitio a Altman entre las rutilantes nuevas catas del cine americano de los setenta: Dennis Hopper, Bob Rafelson, Peter Bogdanovich, Michael Ritchie, Paul Mazursky… que empiezan a dirigir por aquellos años. 

El desconocimiento casi total de sus primeras cintas permite a sus “trovadores” hacer caso omiso de su primera etapa y así a Altman se le considera y respeta a partir de esta distorsionante parodia sobre la guerra y sus horrores. M.A.S.H. tiene su antecedente en una novela de Richard Hook que adapta para la pantalla un conocido “black-listed”, Ring Lardner Jr. En la cinta ya son patentes dos de las constantes más perniciosas de su producción fílmica: el aspecto festivo del entorno (un hospital en Corea, el astrónomo de Houston en El volar es para los pájaros, el histerismo documental de una ciudad en Nashville) y el trazado caricaturesco de algunos personajes frente a la proverbial simpatía de sus protagonistas: Gould y Sutherland en M.A.S.H. y Bud Cort en El volar es para los pájaros. Frente a estas obras que convierten la pantalla en una entrañable verbena, Altman también ha practicado con menor fortuna crematística la obra intimista o de autor, una rutinaria y poco imaginativa adaptación de Raymond Chandler (El largo adiós) o un pueril suspense psicológico (Imágenes).

En su momento M.A.S.H., como más tarde Trampa 22 de Mike Nichols, se presentaron en el mercado con la etiqueta de farsas revulsivas en oposición al cine épico “yanqui”: los soldados ya no son aquellos abnegados chicos del tío Sam que colocaban su bandera en el montículo más alto sino unos ingeniosos y simpáticos médicos de campaña que aprovechan el tiempo en destartalar la ducha de una rígida enfermera, en organizar un banquete bufo con reminiscencias de Viridiana –planos aligerados en la versión española- para celebrar el suicidio de un capitán que tiene problemas con su virilidad, en colocar micros debajo de la cama de un alto mando mientras éste satisface sus deseos carnales con la asistenta de la ducha, y para rematar su “show”, improvisan un partido de rugby contra otro equipo militar. 

Este tratamiento banal de la figura del héroe ha sido explotado en gran cantidad de films que en mayor o menor medida han dado una visión jocosa de las tropas en contienda. ¿Qué hiciste en la guerra, papi?, de Blake Edwards, Como gané la guerra, de Richard Lester. La oposición del anti-héroe es un simple reajuste que consiste en ofrecer una serie de espejos deformantes en relación con una mitología prefabricada: abnegación, sacrificio, obediencia, protagonismo heroico. M.A.S.H. se apoya en la estructura de la mala comedia americana, aquella que consiste en acumular multitud de personajes y situaciones en un mismo plano desentendiéndose de dotar a la acción de una fluida continuidad. Para servir a esta empresa el guion intenta dotar a la representación absurda e iconoclasta de un hospital en Corea de una bifurcación concreta y actual: Vietnam. 

Este paralelismo es a menudo destacado por Altman en gran cantidad de entrevistas –las revistas francesas se llevan la palma- ello explicitado en la gran cantidad de cómplices guiños que se intenta establecer entre público y film. A diferencia de Mike Nichols, Altman no juega tanto la carta del absurdo –recurso siempre temible en el cine norteamericano- y prefiere que su crítica no sobrepase un estanco elemental y digerible. Altman, como el vulgar Mel Brooks, parece haberse propuesto poner al descubierto la carga mitológica que detectan toda una serie de géneros: M.A.S.H. (los films bélicos), Los vividores (el western), El largo adiós (el thriller). El alcance de los resultados no deja lugar a dudas que nos encontramos ante un cualificado timador de imágenes (…).

Texto (extractos):

José Manuel & Francisco Javier González-Fierro Santos, 

Robert Altman, el independiente de Hollywood, Arkadin Ed., 2006

Carlos Balagué, “M.A.S.H.”, sección “Críticas”, Dirigido por, noviembre 1976

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