(…) Para consolidar su carrera como cineasta, Altman necesitaba un título de impacto que fuera acorde con sus intereses y en el que pudiera poner en práctica su estilo personal. Eso iba a suceder en 1970 y de una forma más bien casual: M.A.S.H. acabará convirtiéndose en una de sus películas más populares y que le catapultará a la fama. En 1969 un editor de Nueva York le pide al veterano guionista Ring Lardner Jr. que escriba un tratamiento sobre la base de una novela, escrita, bajo el seudónimo de Richard Hooker, por H. Richard Hornberger, un médico del ejército que narraba sus experiencias durante la guerra de Corea. (…) En un principio se pensó en la posibilidad de trasladar la historia a la guerra del Vietnam, pero las tensiones internas que provocaba el conflicto no aconsejaban un tratamiento tan abiertamente satírico. (…) El agente de Altman le recomienda que lea el guion aunque sin pensar que tuviera la menor posibilidad. Pero un conjunto de casualidades cambiarán todo eso. (…) Hasta un total de 17 directores llegan a rechazar el guion por una u otra razón. En cambio Altman, que no estaba incluido en ninguna lista, estaba encantado con el mismo (…). La Fox no estaba convencida de contar con Altman debido a que su nombre les era prácticamente desconocido. (…) El estudio intentó sabotear su candidatura, con una humillante oferta de sueldo, pero Altman la aceptó: el proyecto era demasiado importante para discutir y se sintió herido en su orgullo al ver la desconfianza de los productores (…). Fue en M.A.S.H. donde empezó a forjarse el mito de Altman como director respetado y admirado por los actores. Aunque en el guion la mayoría de los papeles eran escasos y sin mucha importancia, él prometió a todos tener su momento especial en la película, al margen de lo que estuviera escrito y animó a todos ellos a hacer sus propias contribuciones (…).
(…) La secuencia de créditos es uno de los elementos más reconocibles de M.A.S.H., principalmente porque esa secuencia sería prácticamente mimetizada en la posterior versión televisiva. El título de la película se funde con una imagen lejana de un helicóptero al que la imagen se acerca mediante un zoom, hasta que vemos escrito en uno de sus costados el logotipo del grupo del ejército que titula la película, M.A.S.H. (Mobile Army Surgical Hospital). El tono melancólico de la canción, el uso de zooms muy acompasados, la fotografía difusa… poco hace ver en esta escena que estamos en una guerra, no hay indicios sonoros de combate (no se usa sonido directo), se juega con la confusión, pero bajo el tono aparentemente poético y bucólico de la escena, la letra de la canción es expresamente pesimista y cuando los helicópteros llegan al campamento no hay ningún atisbo de poesía, solo vemos a gente que corre mientras lleva en camillas a los soldados heridos. Ya aquí se juega con la ironía entre la supuesta dulzura de la música y las imágenes que contrastan con la crueldad de la guerra. (…) Cuando se estrenó una de las cosas que más impactaron al público fue la crudeza de la película cada vez que la guerra hacía acto de presencia, de forma indirecta, sin entrar en cuestiones políticas sino mostrando sus consecuencias: los heridos. (…)
(…) Crítica y público se mostraron entusiasmados ante una película tan original y controvertida. Eso sí, no se libró en un primer momento de recibir la calificación X, acusada de utilizar lenguaje obsceno, el exceso de sangre en las escenas del hospital, la explicitud en los chistes sexuales, las parodias de la religión, y la amoralidad de la cinta en general, que en un principio resultó difícil de aceptar en la fuertemente conservadora sociedad americana. (…) Sin embargo hasta los críticos más favorables pusieron en duda la verdadera autoría del film. Para muchos su fuerza estaba en los diálogos que contrastaban con el humor bufo de los gags visuales. Por consecuencia cayeron en la tentación de otorgar todo lo positivo de la película a Ring Lardner y todo lo negativo a Robert Altman. Pero la guerra de autoría Lardner vs. Altman es sencilla de resolver. Hornberger ofreció el marco general: un conjunto desestructurado de anécdotas más o menos divertidas de sus experiencias en la guerra sin ninguna carga crítica. El guion de Lardner dio forma a esa estructura y supo ver el lado “oscuro” de una novela convencional que Altman supo rodar de manera adecuada añadiendo a su vez elementos de transición a una estructura aún muy esquematizada. Sin duda la aportación más importante de Altman al guion fue el personaje del “altavoz” cuyos mensajes conectan con el lado surrealista de la película (…).
(…) En 1971, Gene Reynolds y Larry Gelbart se apropiaron del marco argumental de la película para crear una serie de televisión homónima que será con el tiempo una de las más famosas de la historia de la pequeña pantalla en los Estados Unidos. Las similitudes entre película y serie de TV son escasas. El trasfondo era el mismo, y el mensaje antibelicista era un tema de fondo de la serie. Sin embargo, el humor negro fue suavizado, y los personajes protagonistas no eran tan crueles, solo traviesos. (…) Altman siempre sintió animadversión por la versión televisiva: “No apruebo la serie. (…) No era la intención de la película poner todos los domingos en nuestras casas una guerra en Asia, en la cual, no importan las trivialidades que los personajes dijeran, el chico de piel morena era todavía el enemigo. Fue el peor comercialismo (…)”.
Texto (extractos):
José Manuel & Francisco Javier González-Fierro Santos,
Robert Altman, el independiente de Hollywood, Arkadin Ed., 2006