(…) LA ZONA DE INTERÉS se centra en los verdugos. En Rudolf Höss, comandante del campo de exterminio de Auschwitz y su familia. En su cotidianidad. En su vida familiar aparentemente ideal. Sus celebraciones familiares, sus picnics, sus visitas, sus juegos infantiles. Y también en sus reuniones de trabajo para mejorar la eficiencia asesina del campo o sus planes e intrigas para ascender en la escala jerárquica de las SS. A Glazer no le interesa mostrar lo que ocurre dentro del campo de exterminio. Lo deja fuera de plano, pero presente por el continuo zumbido de los hornos crematorios, los repentinos disparos que se escuchan o la aparición en segundo plano de sus muros o sus torres de vigilancia. El infierno tan cercano y tan lejano del paraíso de la familia Höss. (…) Glazer toma el punto de partida de la novela homónima (2014) de Martin Amis -la familia de un oficial nazi vive en una pulcra casa adosada justo al lado de un campo de exterminio- para reflexionar sobre la naturaleza del Mal y ejecutar un enorme trabajo sobre el fuera de campo sonoro. Para el cineasta, la mayor maldad posible habita en nosotros mismos, como “El asesino dentro de mí” de Jim Thompson. Hay formas de sustraerse a ella, pero en según qué contextos parece imposible aunque la especie humana tienda a pensar que la maldad les corresponde a otros y es algo lejano o ajeno. El Holocausto judío representa uno de esos contextos sin distancia posible. Sobre esa clase de maldad, reflexionó pertinentemente Hannah Arendt en su celebrado ensayo “Eichmann en Jerusalén” (1963), donde acuñó una frase, la de “la Banalidad del Mal”, que sobrevuela por las imágenes del film de Glazer. Banalidad, iniquidad o abyección. La forma metódica de deportaciones y gaseados de seres vivos. La supremacía -de una idea, de una causa, de una raza- por encima de cualquier otra consideración, algo que justificaba lo injustificable para quienes daban órdenes, para quienes las cumplían y para los que consentían que aquello ocurriera. En su cuarto film, Glazer no se basa como Arendt en el juicio al nazi Adolf Eichmann, el arquitecto principal de “la Solución Final”, y construye su película de manera bastante distinta a como Amis estructuró su lúcida e hiriente novela. Aplicando el estilo sobre el que se aposentan las siempre inquietantes imágenes de su segundo y tercer largometraje, Reencarnación y Bajo la piel, Glazer ha capturado la ignominia del genocidio judío sirviéndose tanto de lo que muestran las imágenes como lo que relata el sonido en off. Quizá no estemos tan lejos de la manera en la que Alain Resnais elaboró su documental sobre Auschwitz, Noche y niebla (1956). (…) La aproximación de Glazer a la obra de Amis es gélida (…), una adaptación muy libre y a la vez fiel al ideario del escritor. Glazer quiere que el espectador imagine, y por ello nunca muestra, más allá, por supuesto, de que la Historia nos haya contado de distintas formas lo que allí aconteció y tengamos la certeza que los nazis negaron. (…) La sugerencia puede llegar a ser más aterradora que esa misma certeza, porque quizá las imágenes y palabras de las películas de Resnais, Sam Fuller & Emil Weiss (Falkenau: vision de l’impossible, 1988), Gillo Pontecorvo (Kapo, 1960), Claude Lanzmann (Shoah, 1985) y Lázsló Nemes (El hijo de Saúl, 2015) ya no son suficientes. La puesta en escena de Glazer es tan quirúrgica y en apariencia neutra como, en otro género y relato, lo era la de Bajo la piel (…). Su puesta en escena es aséptica. Su luz quirúrgica y plana. Como el tratamiento del sonido. Se escuchan las afirmaciones más terribles sin ningún subrayado dramático. (…) Busca escudriñar en la cotidianidad de esta impoluta familia aria -y, por extensión, en la de todo un país- y su aceptación o ejecución de la barbarie. Hicieron lo que creían que tenían que hacer y aprendieron a vivir con esas decisiones porque el Mal habitaba tácitamente en ellos (…). El punto de vista de Glazer en LA ZONA DE INTERÉS es el de un frío fedatario de la realidad, de esa cotidianidad al lado del infierno. Y de esa forma consigue un efecto rotundo y demoledor (…).
Texto (extractos): Quim Casas, Dirigido, enero 2024. Carlos Elorza, Dirigido, julio-agosto 2023.