(…) La fascinación de Herzog por las personas que han vivido existencias con las que apenas podemos relacionarnos alcanza uno de sus temas más interesantes en Dieter Dengler. (…) El resultado es una producción muy diferente de lo que sería si Dengler se limitara a sentarse en una silla para una entrevista. Da una sensación física e incluso peligrosa. (…) “Los hombres suelen estar embrujados”, nos dice Werner Herzog al principio de EL PEQUEÑO DIETER NECESITA VOLAR. “Parecen normales, pero no lo son”. Su documental cuenta la historia de un hombre embrujado, cuyos recuerdos incluyen haber sido colgado boca abajo con un nido de hormigas sobre la cabeza y haber luchado contra una serpiente por una rata muerta que ambos querían comerse. Se llama Dieter Dengler. Nació en la Selva Negra de Alemania. De niño, vio cómo su pueblo era destruido por aviones de guerra estadounidenses, y uno de ellos pasó tan cerca de la ventana de su ático que, durante una fracción de segundo, estableció contacto visual con el piloto que pasaba. En ese momento, Dieter Dengler supo que tenía que volar (…). A los 18 años llegó a Estados Unidos sin un céntimo. Se alistó en la Marina para aprender a pilotar. Voló en misiones sobre Vietnam, pero “que allí había gente que sufría, que moría, solo lo vi claro cuando fui su prisionero”. Fue derribado, hecho prisionero y se convirtió en uno de los siete únicos hombres que escaparon de los campos de prisioneros y sobrevivieron. (…).
Texto (extractos):
Roger Ebert, “Little Dieter needs to fly”,
Octubre 2, 1998, en rogerebert.com
Rob Mackie, “Little Dieter needs to fly”,
www.theguardian.com