COMPAÑEROS MORTALES (1961, EE.UU.) 90′ v.o.s.e.

The deadly companions

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11 febrero 2025 | 21:00
  • Sala Máxima | Espacio V Centenario

COMPAÑEROS MORTALES  (…) siempre ha quedado como una especie de molesto corpúsculo en la obra de su realizador. (…) Es un film de itinerario, como tantos otros que forjaron el western: la andadura, para enterrar a un niño, que realizarán cuatro personajes desde una ciudad en la que se ha producido un tiroteo, hasta una desierta población india. (…) Lo curioso de la película es que, analizada secuencia por secuencia, en casi todas ellas se encuentra presente la sequedad, un sentimiento de pérdida, de asistir a un mundo que prácticamente se encuentra a punto de desaparecer. (…) Da esa sensación de que el innegable mundo de Peckinpah se encuentra presente de manera embrionaria (…).

Texto (extractos):
Juan Carlos Vizcaíno Martínez, “Compañeros mortales: un debut irregular”,
en dossier “Sam Peckinpah”, Dirigido, noviembre 2013.

(…) De su primera película, COMPAÑEROS MORTALES, Peckinpah no quería ni oír hablar. (…) Siempre ha quedado como una especie de molesto corpúsculo en la obra de su realizador. (…) Fue llevada a la pantalla merced a la compañía que encabezaba el hermano de la actriz Maureen O’Hara, siendo realizada por Peckinpah por deseo expreso del coprotagonista, Brian Keith, con quien el director ya había tenido experiencia televisiva (…). Es un film de itinerario, como tantos otros que forjaron el western: la andadura, para enterrar a un niño, que realizarán cuatro personajes desde una ciudad en la que se ha producido un tiroteo, hasta una desierta población india. (…) Lo curioso de la película es que, analizada secuencia por secuencia, en casi todas ellas se encuentra presente la sequedad, un sentimiento de pérdida, de asistir a un mundo que prácticamente se encuentra a punto de desaparecer. Embellecida por la fotografía de William H. Clothier y con el aura que le proporciona el uso de la pantalla ancha, esta producción de serie B parece que cobra aliento por momentos, pero en su conjunto se detecta de manera constante una sensación de abrupta imperfección.  (…) Pero al mismo tiempo, nos permite atisbar destellos magníficos, como los planos generales de ese indio que persigue a los protagonistas a la luz de la luna. (…) Con ciertos ecos de ascendencia televisiva, da esa sensación de que el innegable mundo de Peckinpah se encuentra presente de manera embrionaria (…).

Texto (extractos):

Juan Carlos Vizcaíno Martínez, “Compañeros mortales: un debut irregular”,

en dossier “Sam Peckinpah”, Dirigido, noviembre 2013.

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