(…) Cuenta una leyenda que una vez una ciudad se hundió en las profundidades del lago Kitezh porque Dios quiso salvar a sus seguidores del ataque de los tártaros. Hay una colina en las cercanías; un anciano la rodea de rodillas; al parecer, es la “séptima colina de Jerusalén”. Una mujer habla de un demonio que dice haber visto, de un cerdo que se volvió loco, de las campanas que oyó en las profundidades. Al fondo, unos hombres se arrastran sobre el fino hielo del lago, sobre algo que no parece verdaderamente sólido. Pero, como Herzog los mantiene en el borde de la pantalla, con ojo avizor se pueden vislumbrar pescadores sobre hielo y patinadores en el lago. (…) Como en la mayoría de sus obras aparentemente documentales, Herzog prescinde de las explicaciones verbales; se limita a registrar lo que le fascina. De vez en cuando aporta un mínimo de información adicional o una voz en off traducida. (…) El montaje entre primeros planos y planos generales que se extienden en la distancia infinita donde la gente parece pequeña y completamente perdida es también reveladora – Herzog utilizó esta estética en su largometraje de 1974, El enigma de Gaspar Hauser. Esta historia del abandonado Hauser también nos habla de una sola alma perdida en la inmensidad del mundo-. Herzog, como suele hacer, “elaboró” considerablemente la historia de la “Ciudad Perdida”, reconociendo plenamente sus invenciones: “Quería fotografiar a los peregrinos que se arrastraban por el hielo intentando ver la ciudad perdida, pero como no había peregrinos, contraté a dos borrachos del pueblo de al lado y los puse sobre el hielo. Uno de ellos tiene la cara pegada al hielo y parece estar en profunda meditación. La verdad: estaba completamente borracho y se quedó dormido, y tuvimos que despertarle al final de la toma”. Herzog defiende esta “elaboración” como el logro de una verdad mayor: “creo que la escena explica el destino y el alma de Rusia más que ninguna otra cosa”. Esto está en consonancia con las creencias de Herzog sobre la verdad en el cine (…).
Texto (extractos):
Goethe-Institut, “Campanas desde lo profundo”.