(…) BAJO LA MÁSCARA DEL PLACER es la primera película de verdad importante de Pabst, la que aureolaría su nombre dentro y fuera de Alemania (generalmente también es mencionada como LA CALLE SIN ALEGRÍA por los abundantes comentarios que suscitó en Francia con ese título, traducción literal del que tuvo en su país de origen). (…) El cineasta muestra el dramático ambiente de la capital austríaca en la época de la inflación, todavía demasiado reciente para que pudiera estar olvidada. Con la acción principal en un sitio verdadero, la corta calle Melchior, se entremezclan, a base de contrastes violentos, tres estratos sociales que constituyen, a la sazón, tres mundos: el de los plutócratas y los agiotistas, que no vacilan en arruinar a las pobres gentes con tal de aumentar sus propias riquezas; el de la clase media angustiada, porque ve desmoronarse todo lo que creía más sólido, y el de los pobres, para los que la corrupción deja de ser un fantasma lejano, convirtiéndose en una urgente necesidad.
No usa Pabst símbolos de ninguna clase, pues lo que le interesa es mostrar al desnudo una realidad que, pese a su localización en Viena, también ha visto en algunos barrios berlineses, pues los problemas sociales de la Europa central son casi los mismos en todos los países.
(…) Aborda las relaciones de dependencia y la degradación moral que invoca esa crisis económica: las piernas de las mujeres que van a entrar al sótano del carnicero, que él observa lujuriosamente desde la ventana, evocan en una sola imagen el beneficio de la situación que los mejor situados van a lograr de esas mujeres desesperadas. Los rostros, con un perfil casi expresionista, son asimismo fundamentales en el crescendo final con la rebelión del pueblo y la violencia que estalla contra los explotadores.
(…) Para este film, como para los siguientes, sometía se Pabst a un proceso minucioso y concienzudo de preparación, gracias al cual le bastaba con un esbozo de guion para desarrollar el trabajo. De ahí que no existan textos detallados completos de ninguna de sus obras y que los que se han impreso fueran sacados plano a plano, en la moviola, de una o más copias. La maravillosa ambientación encuentra su complemento precioso en la iluminación, inspirada y refinada, riquísima en juegos de claroscuro, eficaz siempre como elemento inseparable de la acción. Por necesidades económicas, pues no era mucho el dinero de que los productores disponían, la realización se cumplió exactamente en 34 días, sometiendo a técnicos y artistas a una disciplina rigurosa. Algunas escenas, sobre todo las de la calle, hubieron de servirse simultáneamente de tres cámaras, en absoluta continuidad de planos, para combinar éstos después merced a un montaje perfecto, especialidad en la que Pabst demostró excepcional maestría.
(…) Antes de comenzar el rodaje, y fue éste un sistema que cultivó con asiduidad en su carrera, Pabst sostuvo largas conversaciones con sus intérpretes, llegando a conseguir que se compenetrara cada uno profundamente con el personaje que debería encarnar. Tal procedimiento le permitía después dejarles una relativa libertad de acción, que no era sino el impacto psicológico establecido previamente en ellos.
(…) Todo el film se basa en el principio de los contrastes: la cámara pasa sin transición de los grandes hoteles, en los que predomina el lujo, a las colas formadas ante la carnicería con la esperanza de conseguir un poco de alimento; de la casa burguesa del ex-consejero de la Corte, en la que ya no quedan recursos de los que echar mano, al burdel de frau Greifer abierto a todas las jóvenes que estén dispuestas a prostituirse por una buena cena o un abrigo de pieles. En esos mundos, que chocan entre sí, pero que descubren una penosa correlación, las figuras se delinean con trazos breves y significativos, rodeadas siempre de la luz más adecuada, suave o dura, incluso implacable. Así las dos actrices principales, la danesa Asta Nielsen y la sueca Greta Garbo, se caracterizan constantemente por su densidad luminosa, más cruda la primera y más centelleante la segunda: (…) Pabst rodó todos los planos de la Garbo a más velocidad de la usual entonces, o sea, a 22 ó 24 imágenes por segundo, por lo que en la proyección parecía más reposada y, por tanto, más cautivadora (…).
(…) Se estrenó BAJO LA MÁSCARA DEL PLACER el 18 de mayo de 1925 en la Mozartsaal, que era a la sazón el cine más importante de Berlín. El éxito fue notable, pero la difusión internacional de la cinta hubo de chocar con dificultades sin cuento. Fue prohibida en Inglaterra y mutilada en Austria, Italia y Francia. Ningún empresario francés se atrevía a presentarla, hasta que Armand Tallier y Laurence Myrga lo eligieron para la inauguración del Studio des Ursulines, que sería el templo más importante de París, por una decena de años, del cine minoritario y no comercial. (…).
(…) BAJO LA MÁSCARA DEL PLACER es una de las películas del cine mudo que más han sido alteradas en su metraje. No se conserva el negativo del inicial montaje de tres horas, que fue rápidamente manipulado por la censura en distintos países, no solo eliminando escenas, sino alterando el montaje para transformar algunas de las relaciones e identidades de los personajes y rebajar el contenido lujurioso y el desgarrado análisis social del film. En 1998 fue reconstruida por el Filmmuseum de Munich en la duración de 151 minutos, la copia más completa que se conserva (…).
Texto (extractos):
Carlos Fernández Cuenca, Georg Wilhelm Pabst, Filmoteca Española, 1967
Ricardo Aldarondo, “Bajo la máscara del placer: la crisis y la carne”,
dossier “Obras maestras del cine mudo”, Dirigido por, febrero 2012