EVASIÓN O VICTORIA

Publicado el 7 abril, 2012
Cartel de la Película.

Año de estreno: 1981. Duración: 116 min. País: EE.UU. Género: Drama-Acción. Subgénero: “Cine y fútbol”.

Título Orig.- Victory. Director.- John Huston. Argumento.- Yabo Yablonsky, Djordje Milicevic & Jeff Maguire. Guión.- Evan Jones & Yabo Yablonsky. Fotografía.- Gerry Fisher (Panavision-Metrocolor). Montaje.- Roberto Silvi. Música.- Bill Conti. Productor.- Freddie Fields. Producción.- Lorimar Film – Victory Company para Paramount. Intérpretes.- Michael Caine (capitán John Colby), Max von Sydow (comandante Karl von Steiner), Sylvester Stallone (capitán Robert Hatch), Carole Laure (Renée), Daniel Massey (coronel Waldron), Anton Diffring (locutor alemán), Pelé (cabo Luis Fernández), Bobby Moore (Terry Brady), Osvaldo Ardiles (Carlos Rey), Paul Van Himst (Michel Fileu), Kazimierz Deyna (Paul Wolchek), Co Prins (Pieter van Beck), Mike Summerbee (Sid Harmor), John Wark (Arthur Hayes).

Temática: 
 
   El 19 de septiembre de 1941 Kiev fue ocupada por el ejército nazi. Durante los meses siguientes llegaron a la ciudad cientos de prisioneros de guerra liberados, a los que no se permitía trabajar ni vivir en casas, por lo que se veían abocados a la indigencia. Entre aquellos soldados desnutridos estaba Mykola Trusevych, portero del Dinamo de Kiev.

   Josef Kordik, un panadero de origen alemán, reconoció al gigante Trusevych, su ídolo, nada más verlo y, saltándose la ley, lo contrató en su panadería. También ocupó en su panadería a tres futbolistas del Lokomotiv. Así nació el equipo de futbol F.C. Start, con ocho jugadores del Dinamo de Kiev (Mykola Trusevych, Mikhail Svyridovskiy, Mykola Korotkykh, Oleksiy Klimenko, Fedir Tyutchev, Mikhail Putistin, Ivan Kuzmenko y Makar Goncharennko) y tres jugadores del Lokomotiv de Kiev (Vladimir Balakin, Vasil Sukharev y Mikhail Mielnizhuk).


   El F.C. Start jugó su primer partido el 7 de junio de 1942. Pese a estar famélicos y estar trabajando de noche en la panadería, vencieron 7-2. Sus siguientes rivales fueron una guarnición húngara (a los que ganaron 6-2) y un conjunto rumano (a los que ganaron 11-0). Y un buen día, el 17 de julio, el F.C. Start ganó por un contundente 6-0 a un equipo del ejército alemán.

   El 6 de agosto, convencidos de su superioridad, los alemanes prepararon un equipo con miembros de la Luftwaffe, el Flakelf. Pese a las patadas de los alemanes, el Start volvió a vencer por 5-1.

   El 9 de agosto se anunció la revancha, en el repleto estadio Zenit. Antes del choque, un oficial de las SS entró en el vestuario ucraniano y dijo en ruso: “Soy el árbitro, respeten las reglas y saluden con el brazo en alto”. Ya en el campo, los futbolistas del Start (camiseta roja y pantalón blanco) alzaron el brazo, pero se lo llevaron al pecho y en lugar de gritar ¡Heil Hitler!, corearon ¡Fizculthura!, un eslogan soviético que proclamaba la cultura física. Los alemanes (camiseta blanca y pantalón negro) marcaron primero, pero el Start llegó al descanso ganando 2-1. Hubo más visitas al vestuario y los jugadores se plantearon no salir, pero finalmente lo hicieron. Con 5-3 a su favor, Klimenko regateó al portero y cuando todos esperaban el gol, se dio el lujo de darse la vuelta y chutar hacia el centro del campo, lo que los alemanes consideraron una humillación peor que perder el partido y el estadio se vino abajo aplaudiendo a los héroes soviéticos.


   Días más tarde, la Gestapo visitó la panadería y arrestó a todos los futbolistas rusos. El primero en morir torturado en comisaría fue Korotkykh. Los demás arrestados fueron enviados al campo de Siretz. Allí, como respuesta a un ataque de la resistencia, mataron a Kuzmenko, Klimenko y Trusevych, que cuentan que murió con su camiseta de portero puesta y gritando: “¡El deporte rojo nunca morirá!”. Goncharennko, Tyutchev y Sviridovskiy, que no estaban en la panadería en el momento de la detención, sobrevivieron escondidos hasta la liberación de Kiev en noviembre del 43. El resto se esfumó en el caos de la guerra.


   A día de hoy, en Ucrania, los jugadores del F.C. Start son héroes de la patria y su trágica historia forma parte del temario de los libros de texto que se estudian en los colegios de Kiev. En el estadio Zenit se mandó esculpir en mármol una placa con la siguiente leyenda: “A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi”. Además, quienes fueron testigos de “El Partido de la Muerte”, quienes conservan una entrada de aquel partido, el más triste de la historia, tienen asegurado un pase vitalicio para asistir a todos los encuentros del Dinamo de Kiev.


   Ésta es la historia de “El Partido de la Muerte”, según recoge Andy Dougan en su libro “Dynamo: Defending the honour of Kiev” (2002). Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, aseguraba en “Fútbol al sol y a la sombra” (1997) que estos futbolistas fueron fusilados “con los equipos puestos, en lo alto de un barranco”.


   Cuatro películas -de momento- han llevado a la gran pantalla estos hechos. Dos soviéticas: Tercer tiempo (Tretiy taim, 1962) de Yevgeni Karelov, y El partido de la muerte. Una húngara: 90 minutos en el infierno (Ket félido a pokolban, 1963) de Zoltán Fábri. Y los guionistas Evan Jones y Yabo Yablonsky se inspiraron en esta historia para el libreto del film de John Huston EVASIÓN O VICTORIA.


Valoración:

   Era el 4 de diciembre de 1981 cuando esta película llegó a los cines de toda España. El film de Huston se había estrenado en EE.UU. el 31 de julio. A Inglaterra llegó en septiembre: La première londinense fue el 14 de septiembre de aquel año.

   Treinta años después de su estreno en todo el mundo, EVASIÓN O VICTORIA sigue siendo la única película de fútbol que todo el mundo recuerda. Y nadie sabe muy bien por qué. La respuesta está en las historias secretas y en los detalles del misterioso encanto de un film de culto que se ha convertido en un icono. Incluso a pesar de que algunos críticos nunca comprendieron qué hacía el maestro John Huston dirigiendo a Pelé, Stallone, Michael Caine y Max von Sydow entre un grupo de actores y futbolistas vestidos de corto en un campo de concentración. El inolvidable partido entre nazis y prisioneros aliados, las aventuras del rodaje en el Budapest comunista, los hechos reales que inspiraron un argumento imposible y el reparto más sorprendente que los aficionados al fútbol y al cine puedan imaginar han creado un mito. Porque… ¿acaso queda alguien que todavía no conozca la majestuosa chilena de Pelé?

   EVASIÓN O VICTORIA es la historia de unos individuos con equipo -Michael Caine, Stallone, Summerbee, Pelé, Oswaldo Ardiles, Moore, etc- y de un individuo sin equipo -Max von Sydow-. También es una historia un poco con el humor llano -a fuerza de retorcido- de Mark Twain: El tipo más singular, individualista y fuera de tribu deberá repetidamente realizar los actos que le apartan de sus planes personales, los actos menos convencionalmente solidarios. Es completamente coherente que Stallone sea un yankee alistado en el Ejército canadiense. Es también la superhistoria de “el hombre que perdió su sombra”. Stallone pierde su propia sombra y es inseparablemente respaldado y espaldado por las sombras de decenas, cientos, millares de hombres que le son extraños, por los que ha luchado, que le ayudan y a los que ayudará y por los que luchará.

   Es una historia muy anglosajona. La del Nostromo, Michel Caine, y el errante solitario, Stallone. Y el buen enemigo,Von Sydow.

   La soledad de Von Sydow es extremadamente más grave que la dinámica solitariedad de Stallone. Especial y distante amistad la de los “buenos enemigos”.

   Esta es una historia muy rusa. El sentido único está en la asunción de los evidentes (o sea, aparentes) contrasentidos. Porque si las cosas no tienen sentido, hay que dárselo.

   La verdad es que la película no puede ser más exageradamente norteamericana. De un lado están quienes respetan su oficio: Caine, Pelé, Summerbee, Von Sydow (el fútbol). Del otro quienes no lo respetan: Los propagandistas, los futbolistas nazis. Incluso quien ignora un determinado oficio -Stallone- acabará tomándoselo tan en serio como el primero. Por eso, con el resultado final, ganan Caine, Von Sydow, ingleses y polacos.

   Verdaderamente que, desde “Aquila non cápit muscas” hasta “álea jacta est”, la película de Huston no puede ser más romana.

   Ciertamente, la película es profundamente alemana. Porque alemán tiene un sentido ético y un sentido estético extraordinariamente ricos. Alemán en singular. Opuesto a alemanes, plural. Lo ideal frente a lo graso. Ich, Ideal, Melancholie, Minnesänger, versus Anordnung, Logik, Mathematik, Grobheit. Pues está claro que “el” alemán, Von Sydow y “los” nazis completan este mapa.

   La película es manifiestamente jamaicana. Esclavitud, adversidad, miseria, rito, fiesta, coraje, celebración. El subterfugio de hacer pasar a Pelé por un magnifico jugador jamaicano desconocido no puede engañar ni a aficionados ni a profanos. Es sabido por todos, desde San Salvador de Bahía de Todos los Santos hasta Karakorum, que Edson Arantes do Nascimento, “Pelé”, ha sido el más famoso jugador jamaicano de la Historia. El único que jugaba de alucinación sin estimularse. El reinventor del fútbol.

   Malabar como él es Ardiles (que en portugués quiere decir “ardides”), que representa gallardamente a un imaginativo judío no detectado por la miopía nazi.

   La película es toscamente antifrancesa. La historia de la viudita menos atrayente de la resistencia hispanopolacochecohungaroarmeniofrancesa y su hermanito cretino, frenando de veras la maratón de Stallone. Esa alegría becerril de los espectadores franceses que hubiera disgustado a Renoir. En fin. Claro que los franceses tienen el grito de ánimo deportista menos épico de la Tierra. El ridículo “Allez! Allez!”, cantado a la tirolesa y no como en la película. Estímulo indigno de los legendarios Colonna, Kopasczewski, Ben Barek, Wisnieski, Revelli, Sarramagna, Tokoto, Zimako, Larios y Platini del fútbol francés. Que quizá se reclute en campos de concentración.

   Lo curioso de EVASIÓN O VICTORIA es que parte de un esquema predispuesto para una estructura progresiva. Y no lo cumple. No es una operación estudiada en computadora. Del planteamiento a la apoteosis discurre en planicie dramática.

   Como hombre rabiosamente conmovido por los prisioneros orientales, Caine, enfrentándose con el utilitarismo británico, representa la moralidad británica o universal. Que, a veces, coincide al azar con los designios de los estrategas de causas políticas (como el romo coronel inglés de la película).

   Como toda película generosa, EVASIÓN O VICTORIA tendrá detractores. Pero aunque digan que es escapista, lo innegable es que no se pronuncia categóricamente a favor de las escapatorias.

   Es claro que toda película construida básicamente sobre el principio de la dignidad es bastante ajena a la realidad. Pero fundar o seguir en un territorio marginal, en una reserva, puede ser envidiable, pero no condenable. En ese país imaginario, ni se pueden exigir ni se pueden exhibir pasaporte.

   En EVASIÓN O VICTORIA, John Huston viajó hasta Budapest, donde rodeado de futbolistas famosos de todo el mundo se aplicará con tanta eficacia como sabiduría narrativa, a utilizar dramáticamente un partido de fútbol para deleite de los aficionados y explotación comercial en la antesala del Mundial-82.

   Para esta producción singular fue preciso reconstruir en torno a una prisión el campo de concentración de Gendorf y convertir, previo camuflaje “ad hoc”, el estadio del MTK húngaro en el histórico Colombes de París. 250.000 extras, 6 cámaras y 34 horas de material filmado fueron necesarios para que Huston, utilizando con el aplomo y la sagacidad que da su experiencia, los más habituales trucos en estas lides, consiguiera la encendida participación de los espectadores en el decisivo partido de fútbol en virtud del cual está planificada toda la película.

   Huston había demostrado con anterioridad que también sabía desenvolverse en el ámbito de una superproducción: “La verdad es que nunca pienso en el aspecto cuantitativo de un film. El que se necesiten muchos o pocos medios depende de la naturaleza de la película. Por otra parte, El hombre que pudo reinar era una película de mayores proporciones y estoy muy satisfecho de sus resultados”. Para esta ocasión contaba con un buen equipo en casi todos los aspectos: El productor era Freddie Fields, guionista de Taxi driver (Martin Scorsese, 1976) y productor de American Gigolo (Paul Schrader, 1980) y Buscando al sr. Goodbar (Richard Brooks, 1977). El operador es Gerry Fisher, fotógrafo por excelencia de Joseph Losey (Accidente, El mensajero). Los futbolistas fueron cuidadosamente escogidos entre las estrellas de talla mundial: Pelé, Boby Moore, Ardiles, Kevin O’Callaghan, Laurie Stivell, etc. Los actores, encabezados por Michael Caine y Max Van Sydow, no podían ser mejores (mejor dicho: Sylvester Stallone sí, pero no da para más). Si a todo ello le añadimos la afinada carpintería dramática, el oficio para dosificar el ritmo de la narración y el dominio de los resortes emocionales que aportaba Huston, tendremos una radiografía exacta de la película.

   En el fondo, una historia de lejanas resonancias hustonianas: Un grupo de hombres empeñados a todo trance en conseguir el objetivo de evadirse, dudando finalmente entre la huida a escondidas o la defensa de su honor frente a la humillación a que los nazis pretenden someterles. Tratándose del autor de El tesoro de Sierra Madre, ya se sabe qué camino elegirán, sólo que en esta ocasión los imperativos comerciales se encargaron de asegurar que lo uno no implicara renunciar a lo otro.

   Sin duda Huston disfrutó lo suyo con el partido de fútbol, y tuvo ocasión de volver a hablar sobre el enfrentamiento con el peligro, asumido de manera consciente incluso cuando es posible evitarlo a costa de renunciar a la propia identidad. La película resultante es tan eficaz como impersonal, pero nadie le pedía otra cosa en aquella ocasión.

Fuente de Información: Fichero del AULA DE CINE/CINE CLUB UNIVERSITARIO. Universidad de Granada. Con fines divulgativos.

  
Trailer de “Victory“(1981)







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