Fecha y Hora: Viernes 15. 21:00 h. Lugar: Aula Magna de la Facultad de Ciencias.
Ciclo Maestros del Cine Contemporáneo (IV): MICHAEL HANEKE. Centro de Cultura Contemporánea – Cine Club Universitario. Universidad de Granada.
Año de estreno:2003. País: Francia-Austria-Alemania.
Duración: 113 min. Género: Drama.
Cartel de la película |
Título Orig.- Le temps du loup.
Director y Guión.- Michael Haneke.
Fotografía.- Jürgen Jürges (C-Panavisión).
Montaje.- Nadine Muse & Monika Willi.
Productor.- Margaret Menegoz & Veit Heiduschka.
Producción.- Les Films du Losange – Wega Film – Bavaria Film – France 3 Cinéma – Arte France Cinéma.
Intérpretes.- Isabelle Huppert (Anne), Maurice Benichou (sr. Azoulay), Lucas Biscombe (Ben), Patrice Chéreau (Thomas Brandt), Béatrice Dalle (Lise Brandt), Anäis Demoustier (Eva), Daniel Duval (Georges), Maryline Even (sra. Azoulay).
Música de sala: Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973) de Richard Fleischer. Banda sonora original de Fred Myrow.
Fuente: Dossier del Cine Club Universitario/Aula de Cine. Centro de Cultura Contemporánea – Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Deporte – Universidad de Granada.
EL TIEMPO DEL LOBO es una película altamente incómoda, ya que en ella Haneke ha decidido mostrar cómo el mal no sólo actúa en pequeños grupos sino que puede actuar como un virus que se extiende hacia el exterior, contaminado como si de una neumonía atípica se tratara, todo el espacio natural. La Europa del bienestar aparece transformada en una Europa del caos, en la que la gente malvive en una diáspora perpetua. Las personas que se han beneficiado de los caprichos de la sociedad pequeño burguesa se ven convertidos en los nuevos desheredados. Anna junto con sus dos hijos parece una víctima de las invasiones bárbaras y observa como su supervivencia se ha convertido en una revisión de algunos de los preceptos propios del mundo medieval. La disentería, la guerra, el vagabundeo se han transformado en el virus que define esa nueva Europa de la barbarie. Una Europa en la que los seres humanos se reúnen en sectas, como esos 36 personajes a los que la película hace referencia llamados “los justos” y que intentan salvar la civilización de su colapso.
Haneke considera la puesta en escena como un elemento fundamental para transmitir visualmente algunas ideas en torno a ese mundo pesimista que no ha cesado de trazar de película en película. En EL TIEMPO DEL LOBO, el trabajo de puesta en escena está perfectamente condicionado a dos factores: la presencia del fuego y de la oscuridad. El fuego es la única luz posible que brilla en ese mundo desesperado, un mundo en el que las tinieblas no dejan de cubrir la faz de la tierra. Para crear una atmósfera deliberadamente apocalíptica, Haneke no ha necesitado grandes escenografías basadas en el reciclaje de materiales, ni insistir en la creación de una indumentaria bárbara. El director ha preferido llenar la pantalla de tinieblas, jugar con la oscuridad permanente propia de un mundo que se ha quedado sin la presencia de la electricidad. La negrura de las imágenes de EL TIEMPO DEL LOBOconfieren a la película un aire marcadamente enigmático, el director no deja que se vislumbre la auténtica dimensión del apocalipsis e impide que los rostros de los actores -entre ellos algunos monstruos de la interpretación como Patrice Chéreau, Olivier Gourmet o Béatrice Dalle- puedan lucir la expresividad propia de su oficio. Las tinieblas provocan que esta oscura película se articule permanentemente entre lo visto, lo no visto y lo entrevisto, creando una extravagante dialéctica de las imágenes.
En 1946, después del apocalipsis que asoló Europa en la segunda guerra mundial, cuando el mundo estaba sumido en una terrible realidad bárbara, Roberto Rossellini construyó, entre las ruinas de Berlín, la historia de Edmund, un niño condenado a errar por una ciudad de pesadilla que era incapaz de soportar la nueva realidad y que al final prefería lanzarse al vacío: Alemania, año cero. Al final de EL TIEMPO DEL LOBO vemos la imagen de un niño desnudo frente a una gran hoguera. No sabe si tirarse a las brasas o si aceptar la supervivencia en un futuro incierto. La imagen de este nuevo Edmund puede parecer una simple imagen de política ficción, pero es innegable que en este nuevo tiempo de las invasiones bárbaras, el apocalipsis mítico de Haneke quizás no esté tan lejos como suponíamos”.