“BLIMP es compleja sin ser complicada”. A. L. Kennedy
“PowelI y Pressburger consiguieron una de sus mejores obras, sobre todo por una innata capacidad de dar varios niveles de interpretación, desde el puramente argumental hasta el que sugieren sus imágenes de manera interna“.
Llorenç Esteve
Tras el éxito de sus dos anteriores films bélicos y la creación de su propia productora The Archers, Powell y Pressburger decidieron embarcarse en un proyecto que retratara los cuarenta años de la Historia de Inglaterra. Eso sería CORONEL BLIMP, su primera obra personal que establece parámetros y temáticas que pasarían a caracterizar su filmografía. BLIMP muestra que lo importante en su cine son los personajes y no los hechos, juegando con la dualidad de ser aparentemente sencillo, incluso ingenuo, pero escondiendo reflexiones sobre la vida, el amor y la identidad tanto geográfica como personal.
Este proyecto pretendía romper con la estética imperante en la guerra en la que predominaba el blanco y negro, el realismo de influencia documental y la poca ambición a la hora de crear espacios y mover la cámara. CORONEL BLIMP viene a ser una ruptura con la tradición bélico-propagandístico.
La singularidad que nos ofrece CORONEL BLIMP es su intento de hacer una exploración literal hacia la totalidad del pasado:
- Primero plantea un personaje singular, que choca con el mundo que le rodea; en su juventud se obstina en defender el honor de su patria ante la tibia e inhibida Inglaterra eduardiana y luego su anacrónica concepción romántica de la guerra, que en nada tiene que ver con la inhumanidad y los nuevos métodos presentes en las dos guerras mundiales. Candy es un hombre de otro tiempo, que nunca se adaptará a su presente.
- Esa incompatibilidad con el tiempo histórico tiene su origen en su propio conflicto personal, abierto en el prólogo: un grupo de soldados prepara unas maniobras que pretenden simular una situación de guerra, la hora prevista es medianoche, pero la incumplen llegando a los baños seis horas antes. Candy sufre un desbarajuste temporal, que se irá agravando, ya que incluso afecta a sus relaciones personales, sobre todo por un hecho que le marcará el resto de su vida: se da cuenta tarde de que está enamorado de Edith. Esa obertura nos anuncia la idea del tiempo no como un lugar homogéneo sino fragmentado. Eso se muestra en la escena del duelo, en la que después de narrar los hechos que lo justifican -discusión en el café, preámbulo con los testigos, ceremonial de preparación de los contendientes e inicio del mismo- la cámara retrocede y mediante un pausado travelling nos conduce fuera del recinto, donde Edith espera nerviosa su resolución. En la escena siguiente vemos que ha surgido la amistad entre los dos contendientes. Su importancia reside en que es una rebelión contra la narrativa tradicional, la historia como relato de hechos no importa. Por eso Powell y Pressburger eliminan lo aparentemente importante en ella, el duelo en sí, lo importante no es cómo se producen los hechos sino la repercusión que tienen los mismos, en este caso la amistad entre Clive y Theo. Powell hace una antielipsis, lo contrario que una elipsis en el cine clásico; en vez de eliminar lo superfluo y disponer al espectador hacia la continuidad, abre un interrogante hacia lo que entendemos por importante y superfluo en una historia. Powell y Pressburger están en contra de que la acción marque el ritmo del tiempo, para ello su héroe adquirirá un valor metafórico, el de la incapacidad de dominar y controlar el tiempo. Es como si Candy hubiera llegado tarde a un lugar y toda su vida tuviera que pagar por ello. Esta suspensión de la acción no hace más que acrecentar el particular drama del héroe. Es ya el primer aviso de un cine que tiende a la desrealización, a suspender la trama y reconstruirla a partir de sus personajes. Primero hay una descomposición de la acción y luego del tiempo. A eso se refiere la forma de resolver los dos saltos importantes de tiempo que se producen, el primero mostrando cómo los trofeos de cacería van aumentando vertiginosamente en la pared del protagonista mientras suena el ruido de los disparos, en una escena en que Powell y Pressburger liquidan casi quince años de la vida de Candy. Los cineastas no quieren romper la continuidad, el flashback es un retrato global y no episodios separados. Esa escena vuelve a ser otra carga contra el concepto tradicional del tiempo; a pesar de que transcurren quince años, en su vida no ha sucedido nada, su reloj avanza cronológicamente, pero él sigue siendo el mismo. El otro salto del tiempo lo vuelve a resaltar, el paso del tiempo es visto por un álbum repleto de fotos e invitaciones que van pasando hoja a hoja y que nos narra la vida de Clive y Barbara; en un momento dado aparece una hoja vacía y una breve noticia en un periódico nos indica que ella ha muerto. Sin embargo, vemos cómo siguen pasando hojas vacías en una brillante metáfora sobre su vida. Eran dos recursos que volvían a explicar la realidad a través de sus consecuencias, pero sobre todo la idea de que el tiempo debe ser subjetivo. Una nueva muestra en que Powell y Pressburger vuelven a dinamitar la homogeneidad del tiempo, es la presencia del triple personaje femenino que interpreta Deborah Kerr –Edith, Barbara, Angela-. Son tres mujeres que aparecen en diversos momentos cronológicos de la vida de Clive Candy. Edith es la chica de la cual se enamora, pero al final es Theo quien se va con ella. La frustración le hace que busque esa imagen en otras mujeres. Barbara será su esposa hasta que muera poco después y Angela será su chófer en los últimos años. Candy así tiene siempre una imagen inerte de “eterna” juventud que contrasta con su envejecimiento. Es la imagen de un tiempo mental que permanece vigente desde el primer día.
- Después de la identidad y la amistad, el amor es el tercer elemento fundamental en la vida del protagonista. Por supuesto en este sentido, su torpeza también le afectará hasta el más mínimo detalle. Al inicio del film, Hoppy –David Hutcheson– da a Clive Candy la carta que introduce a Edith en la historia, éste la coge al revés y su compañero le tiene que ayudar para que pueda leerla. Es el inicio erróneo de una relación en la que el tiempo volverá a hacerle una mala jugada a Candy, al ser incapaz de declararse a Edith en el momento adecuado. Este hecho le marcará profundamente hasta el punto de que se dedique el resto de su vida a buscar ese ideal que representa Edith, primero con su hermana gemela, después con su esposa Barbara y al final con su chófer Angela, pero sin que pueda olvidar el recuerdo de Edith. Como hemos dicho, Powell y Pressburger tuvieron la audacia de representar todas estas mujeres bajo el juvenil rostro de Deborah Kerr. La búsqueda de una imagen sustitutoria marca el carácter voyeurista del cine de Powell y Pressburger, es la fascinación por la imagen y la consecución de la belleza. Pero también la idea de cómo el pasado obstruye siempre el presente. El hombre busca cazar esos momentos mágicos de su vida y repetidos una y otra vez, pero nunca consigue la felicidad del momento pasado, la sustitución refuerza la presencia constante de la pérdida. Es la supremacía del tiempo mental con respecto al tiempo físico. Esta idea surge sobre todo del pensamiento de Pressburger tan atormentado por su pasado. Pressburger tiene algo de Candy, enamorado de un amor frustrado trata de sustituirIo, pero es incapaz de borrar su recuerdo. Pressburger era un hombre fascinado por las mujeres y CORONEL BLIMP es la mejor muestra. Por eso la representación de la mujer adquiere aquí connotaciones idealistas: moderna, cálida e inteligente. Imagen que preparó leyendo libros sobre la emancipación de la mujer moderna. Lo que le llevó a presentar tres tipologías diferentes: Edith es una sufragista que rechaza el rol tradicional que Candy tiene sobre las mujeres, Barbara representa la sobriedad y calidez femenina y Angela “Johnnie” Cannon, con su apodo masculino, es la constatación de la evolución de la mujer y su cada vez más visible equiparación con el hombre.
- Año.- 1943.
- Duración.- 160 minutos.
- País.- Gran Bretaña.
- Género.- Drama.
- Título Original.- The life and death of Colonel Blimp.
- Director y Guión.- Michael Powell & Emeric Pressburger.
- Fotografía.- Georges Périnal (Technicolor).
- Montaje.- John Seabourne.
- Música.- Allan Gray.
- Productor.- Michael Powell & Emeric Pressburger.
- Producción.- The Archers.
- Intérpretes.- Anton Walbrook (Theo Kretschmar-Schuldorff), Roger Livesey (Clive Candy), Deborah Kerr (Edith/Barbara/Angela), Roland Culver (coronel Betteridge), James McKechnie (Spud Wilson), Albert Lieven (von Ritter), David Hutcheson (Hoppy), Ursula Jeans (frau Kalteneck).
- Sinopsis.- En plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un anciano militar británico rememora su larga y excitante vida. Su larga amistad con un colega alemán o su desobediencia a las ordenanzas para ayudar a una bella compatriota en apuros sólo son dos episodios de una experiencia personal inolvidable. (FILMAFFINITY)
Apuntes y Curiosidades:
- La idea de CORONEL BLIMP nació de un fragmento de su anterior film, One of Our Aircrafts is Missing, en el que un veterano oficial le dice al joven: “Yo era como tú hace treinta años y tú serás como yo dentro de treinta”. La secuencia se cortó del montaje final al quedar desvinculada de la historia, sin embargo Powell y Pressburger creyeron que podían hacer un film con aquella paradoja. La frase, además de ser una reflexión sobre el paso del tiempo, tenía una referencia contextual: el papel cada vez más crítico que jugaban los veteranos oficiales británicos, residuos de la época eduardiana e imperialista, en una guerra que necesitaba métodos modernos. La llamada de alerta se produjo con la humillante caída de Singapur, a mediados de 1942, en la que la prensa y el Parlamento los culpó de la derrota por haber menospreciado al enemigo. Eran los denominados “Blimps”, llamados así por el éxito del personaje del mismo nombre caricaturizado por David Low que habitualmente publicaba el Evening Standard.
- CORONEL BLIMP refleja una visión mítica del pasado, a partir del recuerdo nostálgico de formas y momentos, pero nunca de ideas, consiguiendo transmitir al protagonista un sentimiento de tristeza evidenciado por un sentimiento de pérdida de su identidad. La pérdida es una sensación omnipresente en todo el film. Clive es un hombre que en su camino va perdiendo cosas: la mujer a la que no se declara a tiempo y que va sustituyendo por mujeres con un rostro parecido, una romántica vida militar, en definitiva una identidad. Estamos ante la visión del hombre a quien siempre le falta algo que le impide ser definitivamente feliz y que le inunda un profundo sentimiento de tristeza que le cuesta admitir. Este aspecto proviene sobre todo de la escritura de Pressburger. Su vida fue parecida, un hombre que perdió su familia, su amor de juventud y su identidad. Pero las referencias personales no acaban aquí, el film también habla de amistad para superar esa especie de indefensión ante el mundo. La amistad entre Candy y Theo tiene muchas similitudes con la de Powell y Pressburger. Clive es el inglés impulsivo y Theo el reflexivo y calmado extranjero. Hay además escenas fielmente biográficas, como el humillante interrogatorio de Theo por parte de las autoridades de inmigración británicas, que recuerda los problemas que Pressburger sufrió a su llegada a Inglaterra, donde tuvo que informar periódicamente a la policía. Otro de los aspectos que se trasmiten de la propia realidad personal de sus autores es el nivel de confidencia y respeto de su profunda amistad. La relación entre Candy y Theo parece fundamentarse en un código secreto que les permite mantener intacta su amistad a pesar de los años transcurridos y de sus breves encuentros.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=hcZ6fnRLDLU] Fuentes:
- Dossier del Cine Club Universitario. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Deporte. Universidad de Granada.
- FILMAFFINITY.
- Quim Casas, Estudio “Notas, dudas y certezas sobre Michael Powell y Emeric Pressburger” en rev. Dirigido, diciembre 1999.
- Llorenç Esteve, Michael Powell y Emeric Pressburger, col. Signo e Imagen/Cineastas, nº 55, Cátedra, 2002. (1P). (2P).
¡Muchas Gracias por leer!
Adrián De La Fuente Lucena