Prisioneros (2013)

Área de Cine y Audiovisual

Introducción

Información complementaria al ciclo Cineastas del siglo XXI (V): Denis Villeneuve. Ciclo que el Cineclub universitario / Aula de cine, del Área de Cine y Audiovisual de La Madraza, nos ofrece durante el mes de noviembre, más una sesión especial la primera semana de diciembre, todos los martes y viernes, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario. Las películas se proyectarán en versión original, con subtítulos en español, y la entrada a las mismas es libre hasta completar aforo. Si bien, en esta sala y durante las proyecciones, NO ESTÁ PERMITIDO comer ni hacer uso de dispositivos móviles. Os agradecemos vuestra colaboración.

Doble secuestro, búsqueda del doble y una familia

PRISIONEROS trata dos formas de ejercer la violencia y privar de libertad a alguien ajeno. Lo mejor del film del canadiense Denis Villeneuve reside en la forma en la que ambas formas se entremezclan a lo largo de la historia, aunque por momentos una se diluya para que la otra adquiera más cuerpo y peso específico. Villeneuve recuerda a los británicos Danny Boyle y Michael Winterbottom en el sentido de que sus películas no se parecen en nada y anulan la idea clásica de la autoría cinematográfica o más bien crean un nuevo concepto de autoría alejado del propugnado desde mediados de los cincuenta. A pesar de que PRISIONEROS y Enemigo (2013) cuentan con un mismo actor, Jake Gyllenhaal, y se adscriben a la categoría del thriller, poca relación guardan entre sí estas historias de doble secuestro y búsqueda del doble, respectivamente, tanto por trazados temáticos como por la forma empleada para relatar ese tema. Aún menos contacto puede establecerse entre estas dos últimas películas del director y la anterior,  Incendios (2010), adaptación de una pieza teatral sobre un reagrupamiento familiar en los confines del Líbano: Su retrato de una familia que se reconstruye a sí misma no guarda relación alguna con el de la familia que se derrumba en PRISIONEROS. Quizá, por tono, sea Politécnico (2009), evocación de la matanza perpetrada en la escuela politécnica de Montreal en 1989, la que puede conectar levemente con el resto de propuestas del director, pero en todo caso son películas sin firma aparente, sin estilo determinado, sin homogeneización temática, sin construcciones narrativas que delimiten una óptica reconocible, aunque eso no quiere decir, en absoluto, que Villeneuve sea un cineasta sin compromiso con lo que cuenta y cómo lo cuenta.

Socavar los códigos del género

PRISIONEROS es como es porque esa es la forma más adecuada que ha ideado el director más allá de que deba construir buena parte del relato en torno a la rivalidad entre dos actores con evidente presencia en el starsystem contemporáneo, Gyllenhaal y Hugh Jackman, rodeados de excelentes secundarios que, en algunos casos, parecen haber sido elegidos para repetir o perpetuar papeles en películas precedentes de otros cineastas: Terrence Howard, Viola Davis, un Paul Dano nuevamente camaleónico, una María Bello en sintonía con su personaje de madre de familia superada por la violencia generada por su esposo en Una historia de violencia, y una Melissa Leo que vuelve a ser la representación de una América vulgar y devastada, como en Frozen river y The fighter.

Villeneuve acepta el reto de una cierta convención en todos los sentidos. PRISIONEROS tiene cosas de thriller escabroso, hace pensar en Zodiac y en otros títulos en sintonía con ese retrato de la América más turbadora a partir de los códigos del género. Visita por momentos paisajes helados, en todos los sentidos de la palabra, más propios de Russell Banks, y evoca la moral más turbia que turbadora de relatos como Mystic River, pero tiene a la vez un hálito propio que surge en la forma que tiene el director de socavar esos mismos códigos y tratar los dilemas morales que se presentan. Cuando todo hace indicar que el detective encarnado por Gyllenhaal cobrará más protagonismo, la historia se decanta por mostrar el proceso que lleva al padre de una niña secuestrada, Jackman, a secuestrar a su vez a un joven retrasado de quien todo el mundo sospecha que puede ser el culpable. Cuando esta situación llega a sus máximos niveles de violencia ilógica, Villeneuve y su guionista pasan a estrechar el cerco dramático sobre el personaje del detective, tan obsesivo como extraño, tan profesional como balbuciente, un personaje, en definitiva, a la medida del actor que lo interpreta.

Cierre

Todas las figuras con cierto protagonismo en la historia admiten fugas, recovecos, aristas. Dos secuencias llaman la atención en el film. Una es la persecución de un sospechoso a cargo del detective, de noche, con luz entre ocre y mortecina, una escena fantasmagórica en un contexto que no lo es. La otra está al final del film. Es un guiño necesario, una idea de guión bien filmada, pero la importancia de esta secuencia abierta de par en par reside en lo suspendida que deja el futuro de uno de los personajes. Nada volverá ser igual, como en el desenlace de la película de David Cronenberg citada. No hay ángeles ni demonios en el film, tan solo figuras débiles superadas por las circunstancias que les han tocado vivir.

Fuente: Cuaderno del ciclo Cineastas del siglo XXI (V): Denis Villeneuve.