Politécnico (2009)

Área de Cine y Audiovisual

Introducción

Información complementaria al ciclo Cineastas del siglo XXI (V): Denis Villeneuve. Ciclo que el Cineclub universitario / Aula de cine, del Área de Cine y Audiovisual de La Madraza, nos ofrece durante el mes de noviembre, más una sesión especial la primera semana de diciembre, todos los martes y viernes, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario. Las películas se proyectarán en versión original, con subtítulos en español, y la entrada a las mismas es libre hasta completar aforo. Si bien, en esta sala y durante las proyecciones, NO ESTÁ PERMITIDO comer ni hacer uso de dispositivos móviles. Os agradecemos vuestra colaboración.

Ficción sobre la base de un hecho real

POLITÉCNICO representa el tercer largometraje de ficción de Denis Villeneuve. Ciertamente, se trata de una ficción pero nacida sobre la base de un hecho real, el que conmocionó a la sociedad canadiense el 6 de diciembre de 1989. Aquel día, la Escuela Politécnica de Montreal fue escenario de la matanza de catorce chicas estudiantes y de numerosos heridos a manos de Marc Lépine, un joven perturbado de veinticinco años oriundo de Canadá, aunque con raíces argelinas. Villeneuve tomó conciencia que la razón de ser de una propuesta de estas características se formula desde un plano emocional, tratando de crear empatía en el espectador a través del testimonio de los personajes de Valérie (Karine Vanasse) y Jean-François (Sébastiane Huberdeau), ambos alumnos de la carrera de ingeniería industrial. Son ellos los que toman el protagonismo del relato una vez nos alejamos de ese fatídico día que llevó al gobierno de Canadá a promulgar una batería de leyes en aras a preservar la seguridad en centros académicos y escolares. Todo ello generó un fuerte debate en el seno de la Asamblea Nacional de Québec, tensionada en las décadas anteriores fruto de la convocatoria de dos referéndums (en 1980 y 1995) por la independencia de la nación “Madre”. No obstante, Valérie y Jean-François siguen caminos distintos; mientras ella se aferra a la vida con la voluntad de superar el trance (sus brillantes notas la llevan a encontrar un empleo con cierta rapidez en la industria aeronáutica), él decide poner coto a su vida a través del suicidio. Idéntico recurso al adoptado por el causante de su aflicción y desmoronamiento emocional, esto es, Marc Lépine, encarnado por Maxime Gaudette.

La violencia en la cotidianidad

POLITÉCNICO se atreve a hurgar en esa energía demoníaca que mora en cada uno de nosotros y que puede estallar por las razones más peregrinas. La violencia existe, está ahí, es real, se agazapa en los pliegues más aparentemente seguros y sólidos de la cotidianidad. Asimismo, según su autor, el quebequés Denis Villeneuve, el arte solamente puede mostrar una parte de su atroz fisicidad, y las no menos atroces consecuencias derivadas de su acción. Una de ellas, la más llamativa y espeluznante, es que los civilizados profesores y alumnos (masculinos) de la Escuela Politécnica huyeron despavoridos sin preocuparse apenas de la suerte que corrían sus compañeras… Así, ¿en qué clase de civilización vivimos? ¿Hasta dónde llega la culpabilidad individual y empieza la colectiva?

Cultura de la pasividad

El columnista Mark Steyn sugirió que la pasividad masculina durante la masacre ilustra una “cultura de la pasividad” frecuente entre los hombres en Canadá, país al que se suele elogiar por su pacifismo. “Los profesores y los hombres de esa clase, que la abandonaron obedientemente por orden del pistolero solitario, realizaron un acto de abdicación que hubiera sido impensable en casi cualquier otra cultura a lo largo de la historia humana”, concluyó. Por eso POLITÉCNICO es cruel, dura, porque va más allá de la matanza, recreada de manera tan impecable como implacable, mostrando los remordimientos de aquellos que advirtieron su cobardía, y su doloroso (des)encuentro con los supervivientes. Por otra parte, el realizador Denis Villeneuve tiene muy claro desde el principio que su película no es un “producto” decidido a recrearse de forma malsana en la violencia, ni un film de género resuelto a trazar un retrato sórdido y truculento del asesino. No en vano, la masacre del aula tiene lugar de manera rápida y poco “espectacularizada”. Tras un breve plano de los cuerpos de las muchachas agitándose bajo los disparos de Marc Lépine, el cineasta pasa con un corte seco a un plano general para finalizar la acción, como si estuviera asustado por lo que ha mostrado, centrándose en varios detalles significativos: Una mandarina a medio comer sobre un escritorio, un casquillo de bala en el suelo… Incluso tiene la valentía de no mostrar la penosa infancia de Lépine, lo cual hubiese satisfecho a algunas conciencias liberales y lamentablemente “rousseaunianas” a la hora de encontrar una explicación al horror. Muchas personas han sufrido tanto o más que Lépine y no la han emprendido a tiros con otras.

Cierre

Denis Villeneuve concibe su película como una experiencia, no como una afirmación o respuesta a una cuestión previa. El arte no se refiere a algo, es algo que está en el mundo, que forma parte de él, y no es necesariamente un comentario sobre el mismo. POLITÉCNICO, profundamente exasperante a ratos, en ocasiones escalofriante, narra el espanto que despierta en nosotros el contacto directo con un conocimiento radical fuera de los límites kantianos de la razón: el de la violencia y la muerte. La violencia no tiene nada de racional ni se reacciona heroicamente ante ella: El miedo y un primitivo instinto de conservación se imponen.

Fuente: Cuaderno del ciclo Cineastas del siglo XXI (V): Denis Villeneuve.