Poder absoluto (1997)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

  «Cuando leí el libro de David Balducci me fascinó el argumento: un hombre que está fuera de la ley resulta que se convierte en el testigo principal de un hecho comprometedor que envuelve al más alto mandatario de la nación, un hombre que por ser quien es, se cree con el derecho de hacer lo que quiera. Por supuesto, la historia no tiene relación con ningún presidente. Pero hemos sido testigos de casos como el Watergate, que demuestran que el deseo por tener poder absoluto, por abusar del poder, es parte de la naturaleza humana. A menudo creemos que los políticos deben comportarse de un modo correcto, porque confiamos en ellos para que nos gobiernen, pero eso no es más que una ridícula fantasía. Ellos son tan vulnerables a la fragilidad humana como el resto de los mortales. Algunos aseguran que el gobierno perfecto es una dictadura benevolente. El problema es que eso no existe. ¿Cuán benévolos han sido los dictadores que conocemos? ¿Hitler? ¿Stalin? ¿El Káiser? Todos aquellos que ostentan el poder han acabado seducidos por él. Como dijo Lord Action: ‘El poder corrompe y el poder absoluto lo corrompe todo’. De hecho, el poder no resulta pernicioso si se utiliza correctamente. La palabra clave es respeto, entre el que gobierna y los gobernados. En la película, los agentes del servicio secreto son tan leales al presidente que acaban por abusar de su poder. Del mismo modo, el presidente corrompe su poder. Lo que nos lleva a la pregunta clave: ¿existe una moralidad superior?»

Clint Eastwood

   “PODER ABSOLUTO comienza con un primer plano de un cuadro de El Greco, un maestro único. Tal inicio es de lo más apropiado. Porque Clint Eastwood, su director y protagonista, como el último maestro veterano de Hollywood, es tan eficaz en su trabajo como Rembrandt y Rubens lo fueron en el suyo. Lo que Eastwood ha ganado como director y actor durante las últimas décadas es su exacto conocimiento de sus virtudes, un sentido impecable de qué puede y no puede hacer frente a las cámaras. PODER ABSOLUTO es un homenaje a un estilo difícil de encontrar en el cine de hoy: profesionalismo.”

Kenneth Turan, “Los Angeles Times”

Presentación y Análisis

Lo primero que llama la atención de las películas policíacas de Eastwood es su insistencia en los héroes individualistas y solitarios y, como consecuencia directa de esta actitud, su rotunda desconfianza hacia las instituciones que sustentan nuestra sociedad. Así por ejemplo, en sus dos primeros films policíacos, los personajes encarnados por Eastwood, tanto el locutor radiofónico de ESCALOFRÍO EN LA NOCHE como el agente secreto de Licencia para matar, son víctimas de la ineptitud de los poderes fácticos. El escepticismo de Eastwood se radicaliza, primero, en Ben Schockley, el policía dispuesto a salvar a la testigo que escolta en RUTA SUICIDA; y, segundo, en Harry Callahan, el agente de la ley creado con la complicidad de Don Siegel en Harry el sucio, si bien en Impacto súbito, cuarta entrega de la serie sobre este personaje, Callahan debe admitir que su cruzada particular contra el crimen y la corrupción es, en el fondo, inútil: que él se limita a “tapar con un dedo la brecha abierta en una presa”. En coherencia con lo anterior, Callahan dejará paso a tres crudos retratos de policías al borde de la legalidad -el atormentado Wes Block de En la cuerda floja, el amoral Nick Pulovski de El principiante, y Red Garrett, el sheriff con mala conciencia de UN MUNDO PERFECTO– antes de que Eastwood decida que lo mejor es estar al otro lado de la ley y convertirse en Luther Whitney, el ladrón misógino, honorable y solitario de PODER ABSOLUTO.

La primera secuencia nos lleva directamente a la National Gallery de Washington capital, donde Luther copia hasta el más mínimo detalle un cuadro de El Greco. Toda una declaración de principios por parte del realizador: el clasicismo por encima de todo, las enseñanzas de los clásicos como continua fuente de inspiración y sabiduría. Más adelante, Whitney utilizará una caja fuerte ‘Monticello’, de probada robustez a la vieja usanza para ocultar un abridor de cartas utilizado por la víctima para defenderse y con restos de la sangre del presidente. Y, para finalizar, el clímax lo protagoniza el actor más veterano del reparto E. G. Marshall. Que la veteranía es un valor añadido a la película es algo que Eastwood deja muy claro. La detestable infantilización a la que se ve sometido últimamente el cine norteamericano es un fenómeno que no afecta en absoluto a la película de Eastwood. Algo que consigue gracias a un reparto de envergadura, con actores veteranos y de probado carácter y eficacia. De ellos sobresale Ed Harris, actor con el que Eastwood comparte una de las mejores secuencias, aquélla en la que ambos se reúnen en el bar del museo y donde el detective encarnado por Harris intenta extraer información acerca del asesinato. La conversación pronto se torna en una apología de la experiencia, con miradas que delatan complicidad y palabras que adquieren un significado más allá del argumento.

Por un lado, se percibe un interés en mostrar los peligros que cualquier sociedad democrática afronta cuando sus más altos dirigentes confunden el poder conferido por el pueblo con el poder absoluto indicado ya por el título. Pero, sobre todo, a Eastwood le interesa el trasfondo humano de la situación, las complejas sensaciones de cada personaje del drama, las relaciones que emergen entre cada uno de ellos y entre las que destacan la absolutamente delirante entre el presidente y su jefe de gabinete (Judy Davis) -que alcanza su cenit en un no menos delirante baile en la Casa Blanca-, hasta la que une a Whitney con el detective Frank, sin olvidar la que más atrae a Eastwood: la existente entre él y su hija en el film.

El entorno del individualista héroe eastwoodiano suele estar violentado, según las ocasiones, por un grave deterioro de sus relaciones familiares o de pareja que muchas veces viene acompañado de un componente sexual inestable o conflictivo: en PODER ABSOLUTO tendríamos, de un lado, el amor sincero y no correspondido que manifiesta Luther hacia su hija Kate (Laura Linney), así como el que el viejo Sullivan (E. G. Marshall) confiesa que sentía hacia su adúltera y joven esposa asesinada, y de otro, el reverso de la afición al sexo duro del presidente Richmond (Gene Hackman) y del equívoco erótico entre este último y Gloria Russell (Judy Davis), maliciosamente provocado por Luther.

Ficha Técnica

  • Año.- 1997.
  • Duración.-  121 minutos.
  • País.- EE.UU.
  • Género.- Thriller.
  • Título Original.- Absolute power.
  • Director.- Clint Eastwood.
  • Argumento.- La novela homónima (1996) de David Baldacci.
  • Guión.- William Goldman.
  • Fotografía.- Jack N. Green (Panavisión – Technicolor).
  • Montaje.- Joel Cox.
  • Música.- Lennie Niehaus.
  • Productor.- Clint Eastwood y Karen S. Spiegel.
  • Producción.- Malpaso Productions & Castle Rock Entertainment para Columbia Pictures.
  • Intérpretes.- Clint Eastwood (Luther Whitney), Gene Hackman (Allen Richmond), Ed Harris (Seth Frank), Laura Linney (Kate Whitney), Scott Glenn (Bill Burton), Dennis Haysbert (Tim Collin), Judy Davis (Gloria Russell), E.G. Marshall (Walter Sullivan), Melora Hardin (Christy Sullivan), Kenneth Welsh (Sandy Lord), Richard Jenkins (Michael McCarty).

   Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Universidad de Granada.