La Chaqueta Metálica (1987)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

“Vietnam no fue una experiencia irreal; ni tampoco disparatada. Fue una guerra cruel y calculada. La mayoría de películas que se han hecho sobre el conflicto recurren a esa especie de humor negro y absurdo tipo Apocalypse Now; el mundo está loco (…) Hay cierta sensación de ‘bueno, todos somos inocentes debido a la demencia; la guerra es una locura y, por lo tanto, todos somos inocentes’. Y eso no está nada bien”.

Tim O’Brien

“Hasford es uno de los mejores novelistas contemporáneos: pertenece a ese tipo de escritores que siempre ponen el adjetivo justo, el adecuado. Si pensé en adaptarlo fue también porque su estilo se prestaba mucho a ello: está escrito en un estilo directo, con frases cortas y afirmaciones sencillas; y todo eso permite afrontar una posible adaptación para el cine, porque, además, es una novela corta. Me gusta mucho también porque es exactamente el libro de un hombre que cuenta la verdad sobre lo que ha vivido. Por todo ello, la novela es original, de estilo bello y simple”. 

Stanley Kubrick

Introducción

Con La chaqueta metálica (1987) el CineClub Universitario / Aula de Cine prosigue el ciclo «Maestros del cine moderno (VI): Stanley Kubrick (y 2ª parte)«. Cada una de las películas que integran el mismo se proyectarán, en versión original en inglés con subtítulos en español, todos los Martes y Viernes, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid). Entrada libre hasta completar aforo.

Ataque al estamento militar

La chaqueta metálica describe el proceso de conocimiento del individuo sobre su entorno. La experiencia transforma a la persona, su modo de comportamiento y actitud ante la realidad que le envuelve. Probablemente, nos encontramos ante una de las propuestas cinematográficas más desgarradoras y contundentes sobre el sistema militar. Un sistema que invita a la despersonalización y a la negación del individuo en un entorno en el que prima el mostrarse sumiso a un régimen dictatorial, ejemplificado en el sargento Hartman. La evolución del personaje encarnado por Matthew Modine es definitoria al respecto. En un principio, el soldado Bufón actúa como protector del recluta Patoso, aunque signifique enfrentarse al sargento Hartman. Pero, progresivamente Bufón entiende que su supervivencia dentro del ejército pasa por comprometerse con la voluntad de la mayoría y no buscar una actitud individualista.

Desde La colina (1965) dirigida por Sidney Lumet, la industria cinematográfica no había atacado con tanta intencionalidad y profundidad al estamento militar como lo haría en La chaqueta metálica. Si Lumet se valía de ciertos simbolismos (equiparar las duchas a las cámaras de gas) para advertir la irracionalidad y el sinsentido por el que se rige la institución militar, Stanley Kubrick y Gustav Hasford juegan constantemente con los referentes sexuales como formas alegóricas o simbólicas. En este sentido, La chaqueta metálica describe un universo machista, en el que la ausencia de la figura femenina despierta la necesidad por “inventar” un lenguaje, un código articulado sobre los órganos sexuales, y por buscar un substituto provisional en un fusil al que deben bautizar con el nombre de una mujer. El peso de esta primera parte de La chaqueta metálica recae en la descripción de un mundo contemplado por una autoridad omnipresente (el sargento aparece en la práctica totalidad de los planos de la instrucción y del cuartel, reafirmando la idea de que es el propio reflejo de la Institución), cuyo centro de atención es compartido por el personaje de los soldados Patoso y Bufón.

Una historia con elementos de terror

El miedo a la muerte, a lo desconocido,  al sufrimiento, atenaza a los soldados norteamericanos hasta el punto de ponerse en evidencia ante una joven francotiradora vietcong. A medida que avanza la tarde, un contingente inicialmente integrado por nueve soldados, va perdiendo efectivos debido a la acción de un “enemigo invisible”. Kubrick juega con el factor del tiempo para perfilar una narración más próxima al relato de terror. Si ya en la primera parte el adiestramiento concluía con unas escenas nocturnas y con una similar predisposición por ensamblar elementos de terror en el marco de la historia (después de escuchar unos gritos provenientes del lavabo, el sargento Hartman ordena a los reclutas volver a sus respectivas camas mientras deambulan como auténticos muertos vivientes) en el capítulo final, Kubrick juega con el tiempo para transmitir el efecto deseado. Los sonidos metalizados creados por Vivian Kubrick acompañan la acción de los soldados a la búsqueda del presumible francotirador. El efecto del rostro de la vietcong agonizando, cuyo cuerpo está custodiado por el grupo de soldados supervivientes, confiere a La chaqueta metálica el carácter de relato de terror. Y probablemente sea en la guerra donde el terror se expresa con mayor intensidad. El hecho de que Kubrick apenas muestra al enemigo, que los soldados yanquis luchen contra algo desconocido, habla de su intención por adecuarse no tan sólo a una voluntad generalista sino de convertirse en un film inscrito en el terreno del terror.

Cierre

Kubrick pretendía en esta ocasión una descripción lo más objetiva posible de lo que es una guerra, dejando que las conclusiones se derivasen directamente de lo mostrado. Esto tiene su primer refrendo en la base del film, al escoger el director neoyorquino una novela corta de Gustav Hasford que relataba su propia experiencia como marine y corresponsal de guerra en Vietnam, encargándole la adaptación a Michael Herr, igualmente antiguo corresponsal de guerra en Vietnam, así como autor de un libro sobre dicha guerra, además de ser el responsable de la narración que aparecía a lo largo de Apocalypse Now.

Su afán de mostrar objetivamente lo que es la guerra no le impide separarse de los hechos para permitir la reflexión. Y esto se expresa perfectamente mediante la planificación, en las entrevistas que aparecen con los soldados, en las que Kubrick no olvida el incluir dentro del encuadre la cámara y el micrófono, exponiendo objetivamente la opinión de esos muchachos sobre la guerra, pero teniendo mucho cuidado en no identificarse con ellas.

Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario / Aula de Cine.