Following (1998)

Área de Cine y Audiovisual

“Siempre me encuentro a mí mismo gravitando hacia la analogía de un laberinto. Piensa en el cine negro y, si te imaginas la historia como un laberinto, no quieres estar colgado por encima viendo cómo los personajes toman las decisiones equivocadas, porque eso es frustrante. Lo que realmente quieres es estar en el laberinto con ellos, dando vueltas a su lado, y eso mantiene la emoción. Me gusta bastante estar en el laberinto”.

Christopher Nolan

“Uno solo investiga a fondo el valor de algo cuando se desvanece ante nuestros ojos, cuando  desaparece o se desmorona.”

Zygmunt Bauman

Introducción

La película Following (1998) inicia el ciclo «Cineastas del siglo XXI (IV): Christopher Nolan«, el 6 de noviembre de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid). Ciclo organizado por Cine Club Universitario / Aula de Cine de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada. La película se proyectará en versión original en inglés con subtítulos en español y la entrada a la misma es libre hasta completar aforo.

La construcción de la identidad

Las dos primeras películas de Christopher Nolan, Following y Memento, se centran en la construcción de la identidad de sus protagonistas -es decir, de cómo una persona crea o no su ser- a través de la narración y de la dislocación temporal de la misma. Tanto el escritor llamado Bill (Jeremy Theobald) en Following, como Leonard (Guy Pearce) en Memento, están confundidos acerca de quiénes son y qué son, por lo que intentan construir una identidad a través de pequeñas y ambiguas pruebas físicas, de brumosos recuerdos; a veces, en función de las interesadas crónicas de otros personajes. El cineasta británico utiliza en ambos films una estructura narrativa poco convencional, obligando a la audiencia a participar activamente en la formación de significado al observar con cuidado cada plano donde aparece el protagonista sin identidad definida, y empujando al espectador a “reordenar” un relato que altera el tempo lineal de la narración -ya que cada uno de esos relatos suceden dentro de la cabeza del personaje principal-. De esta forma, Nolan nos hace compartir su inquietud, su desconcierto.

Un thriller abstracto

En setenta minutos Following ofrece un denso caldo de cultivo de temas genuinamente nolanianos. Algo en la textura del film, en su imaginería, en su atmósfera, recuerda a David Lynch. Following es un thriller abstracto a la manera de Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986), la historia de un joven que desciende a los abismos, o a la manera de Carretera perdida (Lost Highway, 1997), que también trata la intrusión en hogares ajenos y la transformación de un individuo en otro. El hiperrealismo de las imágenes, tal como sucede en Lynch, es pura apariencia. Estamos en un mundo fuera del mundo real. Un mundo fantasmático. Un mundo que apela al fantasma, el miedo, el deseo, lo inconsciente. Los personajes, voluntariamente estereotipados, nos resultan a la par reconocibles y chocantes. En Following se concilian elementos clásicos y otros abiertamente rupturistas. Nolan, buen conocedor de los géneros tradicionales, recurre con inteligencia a sus ingredientes característicos, pero reniega de la linealidad habitual a favor de una estructura a modo de puzzle que nos hace pensar en un thriller muy estimado por él: A quemarropa (Point Blank, 1967) de John Boorman.

El fin de la modernidad

Following es la primera película de Christopher Nolan que documenta el fin de la modernidad, cuando la identidad descansaba sobre unos pilares sólidos -trabajo, familia, nación, ciencia…-, cuando existía una determinada forma de conciencia temporal, en la que se recogían las experiencias del progreso, de la diferencia entre espacio de experiencia y horizonte de expectativa, cuando las obras de arte aparecían como punto de encuentro entre actualidad y eternidad. Para Nolan, las identidades son semejantes a una costra volcánica que se endurece, pero que vuelve a fundirse y cambia constantemente de forma.

Típico exponente del individuo occidental de este siglo XXI

Bill, un aspirante a escritor de viejo cuño ha decidido buscar la inspiración siguiendo a desconocidos por la calle. Quiere descubrir de dónde vienen y a dónde van, quiénes son, qué hacen, qué piensan. Bill justifica y trasciende esta práctica mediante una sugestiva coartada: En el instante en que se fija en una persona cualquiera y la sigue, esta deja de pertenecer a la muchedumbre, la salva del más atroz de los anonimatos. Pronto sabremos que uno de esos desconocidos a los que siguió, Cobb (Alex Haw), le inicia en su personal perversión: Irrumpir en las casas ajenas para robar / manosear sus objetos personales, a fin de hacerles sentirse vulnerables y, sobre todo, forzarles a valorar lo que tienen. El robo empujará a Bill a liarse con una Rubia (Lucy Russell), amante de un gángster con tendencias sádicas (Dick Bradsell), y a perpetrar un arriesgado golpe. Bill es un típico exponente del individuo occidental de este siglo XXI, ejemplar en su indefinición. El individualismo a ultranza y el debilitamiento de los vínculos humanos, según el diagnóstico de Zygmunt Bauman, están convirtiendo a los seres humanos en islas a merced de corrientes cambiantes. La desaparición de los grandes sistemas políticos y religiosos en Occidente (o la supremacía de uno sobre los demás) ha generado una situación de grave quiebra ideológica que ha dejado al individuo a la intemperie o a la deriva, sin unas metas precisas.

Estructura a modo de rompecabezas

Following mezcla los tiempos y los hechos como si mezclara las piezas de un puzzle, obligando al espectador a reordenar este material disperso, atento a no extraviar ninguna pieza. Esta estructura a modo de rompecabezas no es arbitraria; sería un equivalente al balbuceo, las rectificaciones o las digresiones del relato oral. Al mismo tiempo se siembran dudas, sospechas. Se insiste en el carácter falible, no fiable, del narrador. No podemos dar por sentado que los personajes (los seres humanos) son como dicen ser ni que sus acciones sean exactamente las que dicen haber hecho.

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