El viento y el león (1975)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

   Película enmarcada en el ciclo LAS DÉCADAS DEL CINE (I): LOS AÑOS 70 EN EL CINE ESTADOUNIDENSE (1ª parte) organizado por el  Cine Club Universitario / Aula de cine de La Madraza.Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada.

Una trama político-aventurera

   John Milius escribe y dirige, en EL VIENTO Y EL LEÓN, el secuestro de una viuda norteamericana y sus dos hijos por un caudillo berberisco. Lo cual no es sino el punto de partida para una trama político-aventurera en la que se tratan cuestiones como  el intervencionismo estadounidense, la yuxtaposición de la figura del caudillo con la de Theodore Roosevelt y la amenaza de una conflagración mundial con Marruecos como centro neurálgico. 

   A partir del secuestro tienen lugar dos historias paralelas: Por un lado la estancia de los secuestrados en la tribu de los berberiscos, en el que se va describiendo un proceso de fascinación hacia los secuestradores por parte de dos de los secuestrados, Eden y William, y se muestra la personalidad del caudillo berberisco Raisuli, ese león que comienza el título del film. Por otro lado, se alude a las reacciones políticas y los planes suscitados por el secuestro, tomando como centro del relato la figura del presidente Roosevelt, de su forma de ser, la forma de ser de ese viento que completa el título de la película y que encarna la turbiedad del entramado político que conduce a la toma de una decisión bélica.

Apuntes y Curiosidades

  • Lo narrado por John Milius en el film se basa en un hecho real ocurrido en 1904 cuando el empresario norteamericano Ion Perdicaris y su hijastro fueron secuestrados, de su casa en Tánger, por los hombres de Muley Ahmed ibn Muhammad ibn Abdallah al-Raisuli (más conocido como El Raisuli o El Raisuni), jerife de las tribus yebala y considerado como el heredero legítimo al trono marroquí. Para el historiador David Woolman, El Raisuli era “una combinación entre Robin Hood, un barón feudal y un bandido tiránico; el último de los piratas berberiscos”. Tal acción desencadenó un conflicto internacional entre EE.UU. y Marruecos, aprovechado por el presidente Theodore Roosevelt -en campaña para su reelección-, bajo el lema “¡Perdicaris vivo o Raisuli muerto!”. También se inspiró en obras de Rudyard Kipling y en el libro de Rosita Forbes, “Raisuli, the Sultan of the Mountains” (1924), biografía del personaje, y de la que hay diálogos, palabra por palabra, en el film.
  • Aciertos como el de haber sabido expresar la curiosidad con que William observa cuanto acontece a su alrededor entre los berberiscos, se podría pasar por alto la obviedad o el convencionalismo de algunos momentos (así, Eden cambiándose de vestido cubriéndose con una manta mientras, a su alrededor, los berberiscos ríen alborozados y se disputan sus ropas, convención de la que se habría podido prescindir con facilidad).
  • El enfrentamiento de caracteres Eden-Raisuli está resuelto a base de agudizar verbalmente las diferencias que los separan: la mujer norteamericana es descrita como una persona, a su manera, más terca, dura y violenta que el berberisco, quien se define a sí mismo no como el bárbaro que ella dice sino como un guerrero, como el jefe de su pueblo. La estadía de los tres yanquis entre la tribu se convierte en una sucesión de escenas que hacen de Eden y los niños, espectadores y, en ocasiones, protagonistas, de unos hechos que poco a poco van haciéndoles cambiar su manera de pensar con respecto al caudillo berberisco: los dos hombres que éste hace ejecutar, la llegada del jeque con el presente de la lengua cortada y la respuesta de Roosevelt, y la valentía y el sentido del honor de que hace gala Raisuli, son hechos a los que la experiencia y el conocimiento hacen que los secuestrados los vean de otro modo, no dentro del “ser americano” sino del “ser berberisco”, y así comienzan a sentirse más cerca del león que del viento.
  • Cuando la acción pasa a situarse en Estados Unidos o entre personajes de militares y jeques unidos en juego político, EL VIENTO Y EL LEÓN introduce varios elementos paródicos y críticos: la obsesión de Roosevelt por convertir el oso pardo en símbolo del “ser americano”; Roosevelt pidiendo que el tren se aleje despacio porque desea escuchar el vitoreo del pueblo, asegurando que protegerá los intereses americanos en cualquier lugar donde estén amenazados, y declaraciones como: “el mundo jamás nos amará, pero nos respetará” o “yo nunca mataría a alguien accidentalmente: necesito su voto”.
  • La ironía de la que hace gala Milius, quien toma decididamente partido por Raisuli y los secuestrados , no tiene como blanco sólo al presidente norteamericano o a sus hijos sino que el sultán y los militares de ambas nacionalidades son objeto de sus críticas: en la secuencia que se desarrolla en el palacio de Fez, el sultán es presentado como un irresponsable que juega al crickett en bicicleta y, para divertirse, dispara enloquecidamente una ametralladora, sin que falten los insertos para mostrar a los criados sirviéndole de taburetes; cuando las tropas norteamericanas invaden las calles de Tánger y se dirigen hacia el palacio del Emir, sus torpes movimientos no pueden menos que llamar la atención si se recuerda lo que han sido los decididos movimientos de los guerreros berberiscos por esas mismas calles, y la toma del palacio culmina con una panorámica que muestra la bandera estadounidense ondeando en el balcón, al mismo tiempo que suena, irónicamente el himno nacional.
  • La mayoría de las escenas de EL VIENTO Y EL LEÓN se rodaron en La Calahorra y su imponente castillo así como en otras localizaciones españolas: el Hotel Palace de Madrid (en concreto su salón de juego, transformado en la Casa Blanca de 1904), el Alcazar de Sevilla (como el palacio del Sultán de Marruecos), la playa de Matalascañas y el coto de Doñana en Huelva y en Almería (el Casino Cultural fue transformado en la embajada de Estados Unidos en Tánger, el chalet de los Góngora fue la residencia de la protagonista, atacada a principio del film, el puerto se convirtió también en el de Tánger, el parque Nicolás Salmerón sirvió para el desfile militar… Y también se localizaron escenas en el pueblo y las dunas de Cabo de Gata, y en las playas de los Genoveses y Mónsul).
  • EL VIENTO Y EL LEÓN fue muy bien acogida en el mundo árabe por su detallada, cuidadosa y adecuada descripción de la cultura islámica y bereber.

   Fuente: Cuaderno del ciclo proyectado en MARZO 2015.