Camino a la Perdición (2002)

Área de Cine y Audiovisual

 “Definiría Camino a la Perdición como una historia de padres e hijos, porque eso fue lo que me atrajo del proyecto. Si bien el contexto es la brutalidad de la mafia de Chicago en la década de los treinta, el film trata sobre las relaciones entre padres e hijos. El eje son dos padres, Paul Newman y Tom Hanks, protegiendo al hijo al que quieren menos, y el tema del film es cómo esos hijos son afectados por la violencia con la que viven estos personajes. De alguna manera, el film plantea la cuestión de si uno tiene que volverse necesariamente violento por haber visto violencia a su alrededor en su niñez. Y lo que responde es que no es así, que los hijos pueden cambiar y seguir un camino diferente al que tuvieron sus padres, que pueden dejar la violencia atrás.”

 Sam Mendes

Introducción

Camino a la Perdición (2002) inicia el ciclo «Cineclub Universitario meets Granada Noir (II): negras viñetas en negro celuloide«. Dicha película será proyectada, en versión original en inglés con subtítulos en español, el 10 de noviembre de 2018, a las 20:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid). Entrada libre hasta completar aforo.

Un relato de gángsters

Camino a la perdición es una adaptación de “Road to Perdition”, un cómic con guión de Max Allan Collins y dibujos de Richard Piers Rayner publicada en 1998 en los Estados Unidos. Ello puede entenderse como un ejemplo sintomático de hasta qué punto el cómic parece haber alcanzado ya la suficiente categoría cultural como para merecer con todos los honores una versión cinematográfica que, como en este caso, está rodada con medios, protagonizada por estrellas y dirigida por un realizador de prestigio.

Camino a la Perdición es un tradicional relato de gángsters impregnado de un sentimiento fatalista que viene insinuado en el título del film. El principal protagonista del relato es Michael Sullivan (Tom Hanks), un taciturno pistolero que trabaja a las órdenes del mafioso John Rooney (Paul Newman), amo y señor del crimen organizado en una localidad cercana a Chicago y padre de Connor Rooney (Daniel Graig), un joven violento destinado a heredar las riendas del gang. Sullivan está casado con Annie (una fugaz Jennifer Jason Leigh) y es padre de dos hijos, el pequeño Peter (Liam Aiken) y Michael Jr. (Tyler Hoechlin), el mayor y personaje elegido por el guionista para abrir y cerrar el film con su narración en off, a pesar de que no todo el argumento esté narrado desde su punto de vista. Sullivan y su esposa han ocultado a sus hijos el modo de vida del cabeza de familia, lo cual incita la lógica curiosidad de Michael Jr., el cual se esconde en el asiento trasero del coche de su padre una noche que sale “a trabajar” en compañía de Connor Rooney, quien previsiblemente “la caga” asesinando gratuitamente a un cabecilla mafioso y sus guardaespaldas. Sullivan y Connor descubren que Michael Jr. ha presenciado la matanza y, por descontado, la promesa del primero de que su hijo no hablará es insuficiente para Connor quien preferirá curarse en salud y acabará matando por error a Annie y al pequeño Peter. Ello desembocará en un imparable alud de sangrientas vendettas cuyo carácter inexorable, a modo de tragedia griega, es de lo más logrado del film.

Su puesta en escena

Camino a la Perdición es una película narrada con una convicción que la sitúa por encima de la relativa debilidad de su guión. Eso no significa que Mendes no incurra en algunos errores destacables. Pienso, sin ir más lejos, en la resolución de la crucial secuencia en la que Michael Jr. presencia la matanza desatada por Connor: el niño espía la conversación de Connor con Finn McGovern (Ciarán Hinds) a través de una grieta en la puerta; Mendes emplea un excelente plano desde el punto de vista subjetivo del chico para visualizar la mayor parte de la escena, pero en el momento en que Connor asesina a McGovern cede a la tentación de emplear un montaje de planos cortos de los ojos aterrorizados del niño y del cuerpo de McGovern desplomándose a cámara lenta, a fin de enfatizar la importancia que el suceso tendrá en la vida del chiquillo.

No obstante hay otras soluciones de puesta en escena que merecen anotarse en el haber de Mendes, quien por encima de algunos momentos visualmente convencionales, en su mayoría tics del actual cine comercial norteamericano, demuestra un notable control y respeto hacia el material que toca. Resulta ejemplar en este sentido la presentación de Maguire (Jude Law), el asesino a sueldo contratado por Frank Nitti (Stanley Tucci) para que elimine a Sullivan. El personaje en cuestión se ha hecho famoso por sus fotografías de sucesos criminales que vende a los periódicos; la primera vez que le vemos, irrumpe en un viejo edificio y soborna a un policía para que le deje tomar fotos de un hombre que yace apuñalado; pero el desdichado sigue vivo y, para que no le estropee la composición, el propio Maguire le remata, asfixiándole con un pañuelo; Mendes monta tres planos, alejándose progresivamente de Maguire mientras acaba con la víctima, para destacar el horror del personaje; este tipo de montaje no tiene nada de novedoso, pero resulta absolutamente coherente con el carácter de Maguire: Así como el personaje se gana la vida combinando el placer de matar con el de fotografiar cadáveres, la planificación también “fija”, a modo de instantáneas visuales, la exhibición de su fría crueldad.

En más de una ocasión, Mendes hace gala de un cuidadoso esmero a la hora de construir planos. Un buen ejemplo lo tenemos en la secuencia en la que Rooney se reúne con los otros jefes mafiosos de la localidad y le exige a Connor que se disculpe delante de ellos por las molestias ocasionadas tras haber matado a McGovern. La secuencia se cierra con un primer plano de Connor, en primer término del encuadre y desenfocado, mientras que en segundo término, enfocados, Rooney y Sullivan abandonan la sala de reuniones; Mendes mantiene fijo el plano y, cuando Connor se queda solo en la estancia, le enfoca: El paso del desenfoque al enfoque expresa la turbiedad de los sentimientos del personaje y su determinación de cara a vengarse de Sullivan. Otro momento excelente reside en la escena en la que Sullivan conversa por teléfono con una tía suya que vive en el pueblo de Perdición y que le ofrece su vivienda en la playa para que él y Michael Jr. puedan esconderse: Mendes inserta un plano en semipicado de la tía de Sullivan, tomado desde el punto de vista de alguien en lo alto de las escaleras de la planta superior; en el siguiente plano, la tía cuelga el teléfono y el director mantiene el encuadre hasta que otra persona descuelga el auricular: Maguire, quien ahora sabemos que ha espiado la conversación (de ahí el anterior semipicado) y pide a la operadora que le indique de dónde ha salido la llamada.

También llama la atención, positivamente, la resolución de la secuencia en la que Sullivan y Maguire tienen su primera confrontación en un pequeño restaurante de carretera, en la cual Mendes sabe darle el valor justo a cada gesto y mirada del personaje del asesino, quien carga su cámara como si estuviera cargando un arma; el travelling lateral de izquierda a derecha que enlaza, en una misma secuencia, las cortas escenas descriptivas de los sucesivos atracos a bancos que Sullivan comete con la colaboración de su hijo; o el espléndido plano general de Sullivan, mirando por la ventana a su hijo que corre por la playa, cuya placidez se rompe con el sonido de los disparos y la sangre del protagonista salpicando: Mendes también sabe mantener el plano fijo, de modo que veamos, después de que Sullivan se haya desplomado, a Maguire, detrás suyo, que es quien le ha disparado.

Conclusión

Es en momentos como los mencionados donde se encuentra lo más interesante de una película que si por un lado resulta excesivamente prefabricada, carente de inventiva, por otro está resuelta con tanta profesionalidad y tantas ganas que termina provocando simpatía.

Fuentes:

  • Alexander Zárate, “Camino a la Perdición: la casa en la sombra”, en estudio “Sam Mendes: fuera de modas”, rev. Dirigido, noviembre 2009.
  • Gabriel Lerman, Entrevista con Sam Mendes, rev. Dirigido, septiembre 2002.
  • Tomás Fernández Valenti, “Camino a la Perdición: crónica de un asesino a sueldo”, rev. Dirigido, septiembre 2002.

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