Batman begins (2005)

Área de Cine y Audiovisual

Para mí, Batman es el superhéroe más intrigante de todos, a la vez que el más humano. Es alguien que, en realidad, salvo su extraordinaria salud, no posee ningún poder especial. Es un individuo sencillo, muy autodisciplinado y con una motivación enorme, que ha sido elegido, o forzado a causa de unas circunstancias muy trágicas, a crearse a sí mismo como un icono extraordinario”.

Desde el principio, mi interés era partir de una historia de superhéroes y afincarla en la realidad: no contemplarla como un cómic hecho película, sino como cualquier otra película de acción y aventuras”.

Christopher Nolan

Introducción

La película Batman begins (2005) continúa el ciclo «Cineastas del siglo XXI (IV): Christopher Nolan» y «Cineclub Universitario meets Granada Noir (II): negras viñetas en negro celuloide«, el 16 de noviembre de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid). Ciclo organizado por el Cine Club Universitario / Aula de Cine de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada. La película se proyectará en versión original en inglés con subtítulos en español y la entrada a la misma es libre hasta completar aforo.

Utópico deseo de invertir el curso de las cosas

Podríamos situar los orígenes ideológicos de Batman en el siglo XIX, en una época donde el sentimiento romántico de los artistas y sabios -poetas, escritores, pintores, filósofos, científicos-, al igual que el de los hijos de su fantasía, estaba dominado por un utópico deseo de invertir el curso de las cosas, acorralados, rechazados, por el medio que les rodeaba.

En consecuencia, en estos tiempos líquidos, Bruce Wayne / Batman va más allá de su pasado -como héroe de comic book– para plantarse en el presente como protagonista de un drama épico en el cual su naturaleza enajenada, su angustiada razón, su genio demoníaco y su homérica ira, se conjugan en una lucha tenaz contra el pathos y el Destino, zambulléndose en un mundo en el que el relativismo de los valores morales triunfa gracias a la construcción de una identidad subjetiva –“un símbolo”, como repite Bruce Wayne (Christian Bale) en varias ocasiones-, acorde con su violento entorno, la corrupta e inhumana Gotham City a la cual pretende salvar. Incluso cuando es una de sus dos personalidades, Bruce Wayne y/o Batman, no predomina en él una personalidad estable, sino varias, fluctuantes. Bruce Wayne / Batman es una sombra afligida y errante que soporta, orgullosa aunque funestamente, el estigma del Mal con el que ha sido sellada su misión.

Vuelta a los orígenes

En contra de cuanto sostienen sus detractores, el cómic de superhéroes ofrece un espacio propicio para la exposición de o la indagación en cuestiones capitales como la identidad y sus claroscuros, la soledad del individuo y su marginación, las consecuencias de nuestras acciones o de su omisión, la ley, la justicia y la responsabilidad social, el crimen y el castigo, la verdad y la mentira, la experiencia y la memoria, el Orden y el Caos, etc. No debiera sorprendernos que Christopher Nolan respondiera al desafío de llevar a buen puerto una empresa tan dificultosa como la de resucitar al Hombre Murciélago en el siglo XXI.

Batman begins explica, una vez más, el tortuoso proceso por el cual el joven multimillonario Bruce Wayne se transforma en Batman. Sin embargo, la opción de Christopher Nolan va más allá del mero formulismo, del simple trámite como si se disculparan precipitadamente las paranoicas obsesiones y vertiginosas aventuras del justiciero enmascarado. Con extrema minuciosidad, tanta como permite la dramaturgia asociada a la ficción, Nolan se concentra como ningún otro realizador lo había hecho antes en los miedos, las angustias y los odios de un (super) héroe de raíz romántica, realmente escindido.

Batman begins empieza con “la fuga sin fin” del héroe, en las lejanas montañas de Asia, intentando asimilar qué es el Mal. Durante el proceso, será adiestrado en las más sutiles artes del combate y la simulación por el enigmático Henri Ducard (Liam Neeson), miembro de una sombría liga de justicieros liderados por el villano Ra’s al Ghul (Ken Watanabe), quien considera que para “limpiar” el Mal sólo cabe la destrucción total del lugar infectado, sin vacilaciones ni misericordia. Un espacio casi onírico donde Bruce Wayne se enfrenta cara a cara con sus miedos y sus más violentos impulsos, aprendiendo a controlarlos, a utilizarlos como una energía reversible, dirigida contra sus enemigos. Así pues, aquello que más aterra a Wayne -los murciélagos- se convierte en el “símbolo” de su dualidad, de su lucha, de su desgarro interior e, incluso, en un providencial aliado. Y qué mejor disfraz para el espartano -y tétrico- justiciero Batman que el de un frívolo y despilfarrador multimillonario Bruce Wayne, capaz de coquetear con espectaculares modelos, conducir de manera arrogante un Lamborghini o comprar un hotel para poder bañarse cuando le plazca en su piscina.

Un personaje acorde a sus intereses: Reflexión sobre la ética y la justicia

Entre los enmascarados sin número del mundo de la viñeta, Batman destaca por estar repleto de aristas. Bruce Wayne es un hombre roto, escindido; otro sujeto borderline que gusta de moverse en los límites y adoptar conductas al margen de las normas. Wayne se crea una nueva identidad, como Bill, el protagonista de Following (y acusa como este unos mismos rasgos esquizofrénicos). Wayne convierte la venganza en un proyecto vital capaz de colmar una existencia, como Leonard Shelby en Memento, y destaca por aplicar una personalísima concepción de la justicia al margen de la legalidad vigente, como el comisario Will Dormer en Insomnio. Nolan no habría podido encontrar un personaje más acorde con sus intereses. Gracias al Hombre Murciélago, la reflexión sobre ética y justicia pasa a ocupar un primerísimo primer plano, lo que tendrá una fuerte repercusión en el resto de su obra.

Nolan lo convierte en una figura épica y trágica, un hombre roto y remendado, con un peligrosísimo lado autodestructivo, que debe luchar contra sí para consumar su proyecto. Batman es una figura fantasmal y fantasmática, una proyección del inconsciente de Bruce Wayne, un hijo del miedo y de la ira, un huésped de las tinieblas; una especie de gárgola rediviva que se coloca en posición elevada y en cuclillas cuando habla, con voz cavernosa, a los demás. Es también un ejemplo del triunfo de la voluntad y un inesperado modelo ético adornado con muchos y muy sugerentes claroscuro.

A Nolan no le interesa la sempiterna lucha entre el Bien y el Mal, sino un duelo de mayor dimensión social entre Orden y Caos. No debemos preguntarnos quiénes son los buenos y quiénes los malos, sino qué requiere el Bien y qué conlleva el Mal. Esta reflexión se sustenta en una brillante paradoja: Wayne, defensor del Orden, aprenderá de su contrario. Una vez concluida la fase de aprendizaje, se siente con fuerzas para regresar a Gotham y combatir el crimen bajo la forma de algo primario, un símbolo.

Cierre

En un tiempo en que la gente desea “un aquí y un ahora diferente para cada cual en lugar de pensar seriamente en un futuro mejor para todos”, según el diagnóstico de Zygmunt Bauman, la “Trilogía del Caballero Oscuro” aboga por la construcción de un tiempo y una sociedad habitables. Si Bill, Leonard Shelby y Will Dormer eran náufragos en estos tiempos líquidos, Batman quiere ser sólida ancla en estas aguas revueltas.

Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario / Aula de Cine.

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