La invasión de los Ultracuerpos (1978)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

     Película enmarcada en el ciclo LAS DÉCADAS DEL CINE (I): LOS AÑOS 70 EN EL CINE ESTADOUNIDENSE (1ª parte) organizado por el  Cine Club Universitario / Aula de cine de La Madraza.Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada.

Tres películas en una

  José María Latorre sostiene que en LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS coexisten tres películas de ciencia ficción: la ecológica, la discursiva (en torno al cambio que está experimentando la Humanidad) y una tercera a la que no pone rotulo pero que caracteriza como aquella que pone en evidencia la capacidad de absurdo que encierra el mundo moderno. En concreto, él destaca tres momentos:

  • la reunión que contrapone la figura de los dos escritores, uno de los cuales, mimado por la sociedad, escribe un libro en seis meses, mientras que el otro tarda seis meses en escribir una palabra porque, como los grandes clásicos, busca siempre la palabra exacta; la contraposición de ambos sirve para llevar a cabo una amarga reflexión sobre el éxito como devorador de la personalidad (el autor de éxito es uno de los dirigentes de la invasión, el autor novel termina integrándose a ellos, cediendo a su dictadura).
  • el collage de las llamadas telefónicas de Matthew, el protagonista,  con el fondo de un paseo a través de la invadida ciudad, hecho de panorámicas, barridos, contrapicados agresivos, grandes angulares, etc., cuyo estudiado énfasis formal tiene como objetivo proponer el progresivo descubrimiento de la ciudad como un decorado extraño, ajeno a lo que era la vida cotidiana de Matthew.
  • El tercero son las sucesivas y patéticas declaraciones de algunos personajes (Elizabeth, el hombre de la lavandería, la mujer del “party” intelectual…) de que las personas con las que conviven ya no son las mismas.

   En este sentido, la gran idea que sostiene LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS es haberlo centrado en un personaje, el mencionado Matthew, que vive solo y, por tanto, va descubriendo por sí mismo que su realidad está cambiando gracias a su capacidad de observación. Las calles de la ciudad, la sauna de los baños de barro, son decorados sorprendidos en el preciso momento en que lo cotidiano cede paso a lo desconocido.Y es ahí donde reside lo fantástico de esta película, en ese sorprender en su fugacidad los momentos en que acontece ese tránsito y aprovecharse del fulgor que brota de su extraña poética: un cuerpo que aparece y desaparece, Matthew machacando su propio rostro, la desintegración del cuerpo de Elizabeth

   En definitiva, los mejores momentos de LA INVASIÓN DE LOS ULTRACUERPOS son las imágenes que surgen de repente, como si hubieran sido sorprendidas al paso, en ciertas inflexiones fotográficas, en movimientos de cámara sin explicación aparente… José María Latorre señala algunos ejemplos de las mismas: la primera imagen del sacerdote sentado en el columpio, la luz violácea de la flor en el vaso proyectada sobre la almohada donde duerme Elizabeth, el anciano barbudo que atraviesa corriendo el encuadre en el momento en que Elizabeth se dirige hacia el Departamento de Salud Pública, el perro dotado de rostro humano, el leve desplazamiento de la cámara hacia la derecha cuando Matthew y Elizabeth están hablando ante la puerta de un ascensor (al término del cual sólo se muestra una pared y una escalera vacía), un travelling corto hacia un subalterno que está limpiando un pasillo, el inquietante cliente de la sauna que lee una novela de ciencia ficción, los destellos de las luces de una grúa destacando entre la espesa niebla que cubre el puerto… Situaciones que le recuerdan tanto al Godard de Alphaville (el “ya-estamos-viviendo-en-Alphaville”) como a los primeros films de Sam Fuller, cuyas frecuentes salidas de tono predisponían al espectador a la sorpresa. Y la sorpresa es mayúscula cuando héroe y heroína acceden al interior de la factoría biológica, concebida como epicentro de la maquinaria fantástica invasora; la visión, a la vez asombrada y horrorizada, del inspector sanitario que incorpora Donald Sutherland (Matthew Bennell) no está distante de la mirada alucinada del personaje de Charlton Heston en Cuando el destino nos alcance: ambos se encuentran ante la prueba de que la Humanidad ha dejado de ser humana.

   Fuente: Cuaderno del ciclo proyectado en MARZO 2015.