El malvado carabel (1955)

Área de Cine y Audiovisual

Película enmarcada en el ciclo dedicado a LA COMEDIA CLÁSICA ESPAÑOLA, segunda entrega de nuestra sección (RE)DESCUBRIR EL CINE ESPAÑOL, realizado en FEBRERO 2015.

   «…Visité al autor de “El bosque animado” en dos ocasiones. Una para comprarle los derechos de adaptación al cine de su novela “El malvado Carabel”, de la cual había realizado otra versión en los años treinta Edgar Neville, y la segunda, a la que me estoy refiriendo, para rogarle que viera con benevolencia, desde su puesto en la junta de clasificación de películas, la primera obra de Bardem y Berlanga. Opinaba don Wenceslao que, por causas desconocidas, España no era un país adecuado para producir películas.

-‘Y no lo digo solamente por la baja calidad del cine español, sino por el comportamiento de los cinematografistas extranjeros cuando llegan a nuestro país’.

Me mostré sorprendido por esta observación, y el escritor dijo que le había causado una fuerte impresión lo sucedido con un prohombre de la industria cinematográfica norteamericana. Le enviaron los productores y distribuidores de su país a España para defender los intereses de aquella industria por medio de acuerdos, presiones a todos los niveles, en fin, por cualquier procedimiento. Habían elegido, naturalmente, a una persona capacitadísima para tal misión.

-‘Pero a los seis meses de permanecer aquí -me decía Fernández Flórez-, el consumo de manzanilla y las mujeres españolas, en particular una mujer española, le habían convertido en un español corriente, incapacitado, por tanto, para cualquier labor organizativa, en particular para las del ámbito cinematográfico. Los productores norteamericanos que le habían enviado, al poco tiempo le hicieron regresar a California’.

En cuanto a la compra de los derechos de “El malvado Carabel”, se mostró muy transigente, no discutió la escasísima cifra que le ofrecí, pero sí reiteró que ya sabía él que el oficio de escritor en España era un oficio precario. […]

De la novela “El malvado Carabel” me atraía la idea central -el hombre que nace para bueno no puede remediarlo- y el personaje protagonista, que me parecía muy adecuado para mis condiciones de actor. Llevé el guión, que había escrito en colaboración con Manuel Suárez-Caso, al productor Eduardo Manzanos y lo aceptó, aunque debería yo hacer una pequeña aportación económica aparte de mis trabajos como guionista, director y actor. Era la primera vez que un productor me aceptaba como director y esto me hacía sentirme más profesional. […]

La intención con la que hacía estas películas e invertía mis ahorros en ellas era la de aprender el oficio, ya que, por mi condición de actor que vivía de su trabajo no podía hacerla de una forma normal: matriculándome en la Escuela o empezando como ayudante de dirección.

Fernando Fernán-Gómez

   «[…] Carabel, como tantos personajes de Fernán-Gómez, está elaborado con el barro de los perdedores. […] las cartas del humor absurdo y cómplice, el costumbrismo crítico y simpático, la disidencia pautada y controlada (expuestas, en la película que nos ocupa, en sus comentarios acerca de la urbe y los urbanitas o sobre el mundo de la empresa y sus asalariados […], devienen armas/bazas jugadas con tino y solvencia, fineza y fiereza por un Fernán-Gómez cuyo aliento trágico se esconde/escuda bajo el disfraz de la comedia

Carlos F. Heredero

 Las contradicciones de una estructura social

  EL MALVADO CARABEL es la puesta en pantalla de la novela homónima de Wenceslao Fernández Flórez, cuyos derechos había comprado Fernando Fernán-Gómez al escritor cuando el novelista ya formaba parte de la Junta de Clasificación ministerial. La adaptación que, en realidad, es una segunda versión cinematográfica del texto literario, ya que la primera había sido dirigida por Edgar Neville en 1935, cuando rueda su primer largometraje y con Antonio Vico como protagonista acompañado por Antoñita Colomé.

   La historia de Carabel empeñado en hacer el mal y practicar el delito en contra de su propia naturaleza es utilizada por Fernán-Gómez para poner en evidencia las contradicciones de una estructura social donde la respetabilidad y el triunfo son el resultado de la malicia y del engaño.

   La circunstancia de que Silvia -la novia de Carabel interpretada por María Luz Galicia– solo empiece a aceptar y respetar a éste cuando le siente capaz de obrar y de delinquir para conseguir el dinero que les permita casarse, está en consonancia con esa sociedad hostil regida por el dinero (su ausencia) y la opresión (social y política), a veces transmutada en represión (sexual y sentimental), y la tiranía de las apariencias. Las dificultades, la crudeza (y dureza) de la vida laboral, cotidiana, compuesta de escollos, negaciones, compromisos, claudicaciones, deseos contradictorios, necesidades imperiosas, sentimientos en pugna salpican a los (anti)héroes del cineasta.

   Un escepticismo demoledor con respecto a los valores de la moral dominante y de la honorabilidad social impregna el retrato de un oficinista desesperado que, en un momento del film, confiesa a su novia: “sólo con el robo, con la estafa, con el engaño, se puede alcanzar una mujer como tú”. Esta visión misógina de EL MALVADO CARABEL es la culminación de la profunda desconfianza que destila la película hacia la honradez como camino para conseguir el triunfo social. Aún así la historia tendrá un desenlace moralista, heredado de la novela, donde se confirma que la honestidad también tiene su recompensa.

   Si bien es cierto que hay diferencias notables con respecto a la novela original. En la novela de Fernández Flórez (y en la película de Neville) Carabel es empleado de banca, pero Fernán-Gómez lo coloca aquí como oficinista en una empresa inmobiliaria, una alteración que no sólo actualiza el contexto sino que viene a ser una crítica a la especulación urbanística que ya se sentía en la España del momento. Sin embargo, en otros momentos, la película suaviza y descarga la dimensión crítica de la novela. Por ejemplo, elimina el personaje del policía Ginesta y prescinde del episodio donde jueces y agentes del orden desaconsejan con cinismo a Germana la denuncia del intento de violación de que ha sido víctima. En contrapartida, Fernán-Gómez tiende a limar las aristas más sentimentales y ternuristas con una visión menos complaciente y romántica de las relaciones entre Carabel y Silvia.

   Otra modificación más significativa respecto al texto base es la siguiente: En la novela, Carabel acaba devolviendo -sin abrir- la caja fuerte que había robado en una empresa de seguros, pero luego se entera por la prensa de que los dueños de aquélla, una vez recuperada la caja, denuncian el falso robo de una cantidad de dinero con la que debían pagar una deuda pendiente. Sin duda, un sarcasmo del novelista mediante el cual la actuación del protagonista sólo sirve para facilitar una coartada a los verdaderos ladrones (los empresarios, el capitalismo…). En la versión de Fernán-Gómez, por el contrario, Carabel sí consigue abrir finalmente la caja fuerte, pero se encuentra con que en su interior…hay un ejemplar del “ABC” y un bocadillo. Después de esta desilusión -la última en una larga serie de fracasos- el personaje se convence definitivamente de su incapacidad para la maldad y decide volver al sendero de la decencia.

   Fuente: Cuaderno del ciclo dedicado a LA COMEDIA CLÁSICA ESPAÑOLA, segunda entrega de nuestra sección (RE)DESCUBRIR EL CINE ESPAÑOL, realizado en FEBRERO 2015.